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«Es un trabajo realizado a mano, principalmente, y sólo nos hemos servido de aspiradora para evitar que el polvo acumulado de trescientos años se expanda por el resto del templo, junto con una brocha muy fina y unos fieltros para introducirlos en los rincones ... más estrechos», cuenta a nuestro periódico el restaurador granadino Dionisio Olgoso. Ha sido una intervención preventiva de diez días «pero muy intensos» que vinieron dados por la necesidad de proceder a la limpieza del retablo por el desprendimiento de una tiranta de las que se ponían hace lustros para tapar el retablo en los días de Semana Santa y que podría haber caído sobre el sacerdote o sobre algún feligrés al subir al altar mayor», confiesa el restaurador. De inmediato y dentro de plan en el que se ha venido trabajando en los dos últimos meses para adecentar el templo, era «prioritario afrontar esta limpieza de urgencia» dice David Salcedo, párroco desde junio pasado de este histórico templo al que el mismo emperador Carlos V le concedió el título de Imperial al dedicarlo al a la veneración del Apóstol San Matías. Su festividad es el 24 de febrero y ese mismo día era el aniversario del nacimiento del emperador. El Concilio Vaticano II trasladó esta festividad al 14 de mayo. En 1725 la fecha de la festividad del apóstol fue el mismo día del triunfo de las tropas germano-españolas sobre el ejército francés en las cercanías de la ciudad italiana de Pavía. El retablo es obra de Blas Moreno de hacia 1750, cinco lustros después de la erección del templo. En él se pueden contemplar obras como la Inmaculada Concepción, de Alonso de Mena y Pedro de Raxis; esculturas de San Juan de Dios y de Santa Teresa, del año 1715, por José Risueño, así como cuatro lienzos de Pedro Atanasio Bocanegra.
«Hemos retirado unos sesenta kilos de polvo fino extraído de las imágenes, basamentos, columnas, repisas y todas las zonas más impensables del retablo», cuenta Olgoso quien asegura que «el retablo estructuralmente se encuentra en perfecto estado sólo hay que repasar algunas zonas donde los dorados están algo más dañados y pequeños desperfectos producidos por la humedad y el paso del tiempo» al tiempo que reclama atención para que en unos años se someta a una intervención profunda puesto que «aprovechando el montaje del andamio elevado desde el presbiterio hasta la bóveda, de dieciocho metros, hemos reparado algunas zonas más afectadas». Esa futura intervención «sería un sueño para mí poder acometerla a fondo, junto con mi equipo de trabajo», confiesa el restaurador, aunque es consciente de que existen otras prioridades en la diócesis que son más apremiantes.
Aportaciones parroquiales
Este proceso se ha efectuado «a través de los propios fondos de la parroquia y gracias a la generosidad y el esfuerzo de feligreses y colaboradores entre los que se encuentra la hermandad» asegura a nuestro diario el párroco, un joven sacerdote natural de Otura que ha aprovechado que justo en este tiempo del verano pasado «se han cambiado los bancos de la parroquia de aquella localidad tan querida y nos hemos traído los que se han quitado. Entre todos se han reparado y se han barnizando», dando una impresión distinta al acceder a la iglesia. También se ha contado con la ayuda directa del Arzobispado de Granada.
Limpieza del retablo, obras menores en las dependencias parroquiales y otras tareas se han desarrollado en los últimos meses para que la feligresía del templo «se encuentre más cómoda» en las celebraciones. También ansía algunas ayudas para dotar de nueva iluminación al templo, de una sola nave decorada con lunetos y nervios adornados con pinturas y molduras y rematada en su frontal con el retablo poligonal y de varios bancos.
Dionisio Olgoso resalta «la importancia de esta pieza del barroco granadino» encajado en un templo que fue de los más sobresalientes de la Granada del siglo XVIII. El visitante y los fieles que contemplen el resultado final de la limpieza contemplarán «que resalta más el dorado a pesar de que no se ha sometido a restauración, pero la mera intervención que hemos realizado, junto con la eliminación de la cantidad de polvo y partículas que presentaba va a impactar en los ojos de cuantos vengan a la parroquia».
El deseo de renovar la presencia de este templo, que se continuará en el tiempo con la sustitución de cortinajes y la limpieza del resto de los retablos importantes de la iglesia, junto con la recuperación reciente de la capilla de la Virgen de las Penas y otras realizaciones que se pondrán en marcha son «el trabajo de un buen equipo formado por personas que asisten a las celebraciones religiosas, cofrades de la hermandad de Paciencia y Penas y, por supuesto del trabajo ya realizado hace años en el arreglo de las cubiertas y otros esfuerzos conseguidos por párrocos anteriores como Aureliano García, Manuel Carrillo, Alejandro Duarte o Francisco Novo». También ha destacado la ayuda aportada desde el Arzobispado de Granada porque «esta es la casa de todos y ojalá pensemos que esta es una parroquia abierta en la que todos son bienvenidos».
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