La solera de la veteranía

Cofrades de toda la vida como Eusebio Rodrigo, próximo a los ochenta, y casi todos en la hermandad de la Aurora; y me acuerdo de Manuel Molina que se lamentaba en 2019 por no poder salir, a punto de cumplir los noventa. Total devoción al Manuel y a la Concha, al igual que mi querido Pepe Montero –resalto lo de querido por los años que nos conocemos y lo que hemos compartido– que es uno de los fundadores de la cofradía.

Y si les gusta evocar a personas con solera en nuestra Semana Santa, nada mejor que hablarles del número uno de los Dolores. Se llama Juan Oliver y, como me contaba otro histórico, Antonio Rodríguez, es, sin duda, un baluarte de esta corporación a la que ha servido allá dónde le han pedido: «Hermano de a pie, tesorero, hermano mayor y hoy, toda un referente».

Por eso, fue precioso verle en su palco de Pescadería, con su mujer, Adoración Morillas, y parte de la familia –la mayoría iban en el cortejo como no puede ser de otra forma–. Allí recibió el cariño, el respeto y una preciosa 'levantá' con la que se emocionó y donde también se recordó a su hermano Pepe al que se llevó su Virgen en la pandemia.

No es esta una relación exhaustiva –algún día la haré– pero sí les puedo hablar de Carmen Torres, de 77 años, que salió con la Borriquilla, muy emocionada, y a la que pude saludar; y en el otro extremo –no la última, que siempre nos quedarán nuestros Resucitados– Ángel de Vicente es la persona que sale en Alhambra con la mayor antigüedad, más de setenta años en la nómina de hermanos. Diez años más, pero en el DNI, tiene Miguel Ángel Escudero que espera lucir la túnica en esta nueva salida. Preciosas historias que me hacen recordar a José Antonio Pineda, que fue presidente de la Federación y al que desde aquí envío un abrazo.

En el Vía Crucis comparte –si los datos no me fallan– mayor antigüedad y mayor edad Pilar Arregui, que no pudo, ya saben, hacer estación de Penitencia por la lluvia; mientras que en la Sentencia, otro nombre destacado, Juan Vicente Gómez, ya ni recuerda cuántas salidas acumula. Lógico, porque empezó con diez años y ahora tiene setenta y dos.

No puedo olvidarme de la familia Pérez Serrabona –especialmente nuestro querido José Luis– de larga tradición en Paciencia y Penas, como Juan Alarcón o Eduardo García Román. Contaban que estos años duros han estado muy atentos a las nuevas tecnologías para que nadie dejara de sentirse informado y acompañado.

Hasta los mayores se han acostumbrado a lo telemático donde se ha trabajado para mantener la semilla cofrade. Algo que conocen bien en los Gitanos, Carmen Estévez, la más antigua o Agustín Pacetti. Su ejemplo, y el de muchas más personas se siente al ver a los peques de chupete; como ese chupete de plata que lucía la Virgen del Sacromonte, en recuerdo de la labor en la Pastoral Familiar. Que hace mucho, más de lo que se puede contar.