Miguel Margineda
Domingo, 8 de junio 2014, 01:30
Casi un millón de personas se quitan la vida cada año en el mundo, según la OMS. En períodos de recesión, las tasas aumentan, como en el caso de Holanda, donde se incrementó un 30% entre 2008 y 2012. Para hacer frente a este problema, dos especialistas proponen una hoja de ruta basada en la prevención y la investigación.
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André Aleman es profesor de neuropsiquiatría cognitiva en la Universidad de Groningen, en Holanda. Damiaan Denys es profesor de psiquiatría en la Universidad de Amsterdam y miembro del Instituto holandés de Neurociencia. Ambos firman un artículo en la revista de divulgación Nature en el que proponen medidas para atajar la tercera causa de muerte en personas de 15 a 44 años en ese país.
El suicidio es mucho más común en determinados países europeos, como Bélgica, los países bálticos y las repúblicas ex yugoslavas. En España, la tasa es bastante baja, aunque en 2011, 3.180 personas se quitaron la vida, según el INE.
Tanto en los medios de comunicación como en el entorno académico y sanitario, el suicidio es un tema casi tabú. Algo de lo que se evita hablar por varias razones. La discreción cuando afecta de cerca es el más evidente. Pero también se evita hablar del tema porque, según los expertos, hablar del suicidio puede provocar que algunas personas se lo planteen cuando no se les había ocurrido antes, o que el pensamiento gane fuerza en sus mentes.
Este silencio afecta también al mundo académico y administrativo, según señalan en el citado artículo. Aleman y Denys proponen incrementar la investigación y la prevención en la materia. Para ello, fijan cuatro puntos de un plan.
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El primero pasa por la definición del suicidio como un desorden mental, ya que hasta ahora sólo está definido como síntoma extremo de otras patologías como la depresión.
Comprender los procesos mentales del suicida es el segundo punto. La mayoría piensa que la falta de esperanza, la desilusión o la hipersensibilidad al rechazo social son las causas que llevan a ello, pero estos expertos alertan sobre los muchos caminos que llevan al paciente a esa última decisión. Hay que pensar que no sólo existen causas psíquicas, de pensamiento, sino también cerebrales, es decir patologías o trastornos químicos del cerebro que pueden desembocar en el suicidio como la esquizofrenia.
Financiar la investigación en la materia y promover estrategias de prevención son los pasos generales que estos autores insisten en dar.
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