El Dioni, 25 años en el furgón de las vanidades

Hoy se cumplen 25 años del truco con el que El Dioni se convirtió en personaje público. El 28 de julio de 1989, Dionisio Rodríguez se largó con 298 millones de pesetas (1,7 millones de euros) que sacó del furgón blindado del que era conductor y vigilante. Un cuarto de siglo después, el Dioni es un asiduo de las tertulias más casposas, ha grabado discos, es estrella de inauguraciones de discotecas y mucho más.

El Dioni es figura del mismo olimpo donde habitan el Lute y el Vaquilla, pero con una dosis de drama mucho menor, porque al fin y al cabo estos provenían de situaciones muy difíciles que les empujaron a la delincuencia y los convirtieron en míticos bandoleros y símbolos de la libertad.

También el Dioni fue símbolo, Sabina le dedicó una canción y elogió su robo con un par Se dice que después de ser degradado por su jefe, se deprimió y eso le llevó a aprovechar que sus compañeros de la empresa de seguridad no miraban para llevarse unas sacas. De ahí, huyó a Brasil, donde fue detenido y encarcelado. Tras su extradición, cumplió tres años de condena en España y en 1995 salió en libertad condicional. Una parte del botín nunca apareció.

Campó un tiempo por los programas de televisión menos exigentes. Montó varios bares y volvió a tener problemas con la ley, se le acusó de narcotráfico y falsificación de moneda. La última fue el año pasado, cuando acompañó al dueño de un bar de León, amigo suyo, multado por colgar carteles en una farola. Los carteles anunciaban una fiesta en la que el Dioni era el atractivo principal. Los dos intrépidos amigos hicieron el paripé de pagar la multa con monedas de céntimos.

Pero ha hecho más cosas, el Dioni. Grabó dos discos, su gran pasión. Ha escrito dos libros y apareció en una de las películas de Torrente. A sus 64 años no parece que tenga intención de retirarse del escaparate nacional. En su cuenta de Twitter, con casi 9.000 seguidores, bromea sobre su pasado y su conocido estrabismo: Soy el Dioni y ando de dinero peor que de rodillas, vamos que se me cae un ojo al suelo antes que un euro.