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Miguel Margineda
Lunes, 22 de diciembre 2014, 23:52
La capacidad de consumir alcohol, así como el deseo de hacerlo, puede tener su origen en un pasado muy anterior al vino, la cerveza o cualquier otra bebida fabricada. Hace diez millones de años, la Tierra se enfrió y los antepasados del hombre cambiaron sus hábitos alimenticios. La escasez de alimento los empujó, entre otras cosas, a comer frutas caídas, que acumulan más etanol que las que están en el árbol. Un grupo de científicos postula que cierta mutación en aquellos primates les permitió tolerar cantidades moderadas de alcohol, de forma que podían consumir más de esas frutas sin embriagarse del todo. Ello habría supuesto una ventaja evolutiva y ese gen habría sido heredado por humanos y chimpancés.
Según explica Investigación y Ciencia, la capacidad humana para metabolizar etanol (que permite consumir alcohol sin enfermar) depende de un conjunto de proteínas, entre las que se halla la enzima alcohol deshidrogenasa ADH4. Todos los primates poseen esta enzima, que descompone el etanol, pero lémures y babuinos, por ejemplo, no pueden metabolizarlo, pues tienen una versión de ADH4 menos eficaz que la humana.
Hasta hace poco, algunos científicos pensaban que esta capacidad para consumir alcohol se había desarrollado hace solo 9.000 años, cuando los hombres fermentaron alimentos por primera vez. Sin embargo, Matthew Carrigan, biólogo de la Universidad de Santa Fe, en Gainesville, Florida,y su equipo tenían otra idea.
A través de la investigación de los genes de primates actuales, pudieron determinar la secuencia de esta proteína en el pasado. Así, demostraron que las formas más antiguas de ADH4 (de 50 millones de años de antigüedad), podían degradar solo pequeñas cantidades de etanol muy lentamente. Pero hace unos 10 millones de años, un ancestro común de los humanos, chimpancés y gorilas desarrolló una versión de la proteína unas 40 veces más eficaz, según indican en la revista Proceedings of the nacional Academy of Sciencies.
Carrigan explica que este descubrimiento podía explicar porqué los humanos encuentran placer en el consumo de alcohol, ya que nuestro cerebro, del mismo modo que el de chimpancés y gorilas, asocia el etanol con una fuente de alimento.
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