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Los féretros de los cuatro luchadores contra el nazismo ante la portada del Panteón de París. ::
Los santos de la república

Los santos de la república

Cuatro héroes de la Resistencia se han sumado a la lista de franceses ilustres que reposan en el Panteón, como Rousseau y Víctor Hugo. Hollande quiere una mayor presencia femenina

borja olaizola

Miércoles, 3 de junio 2015, 01:13

La república también tiene sus santos. El traslado el pasado miércoles al Panteón de París de los ataúdes de cuatro franceses que lucharon contra la ocupación alemana en la II Guerra Mundial tuvo mucho de canonización laica. La solemnidad con la que se ofició la ceremonia, presidida por Françoise Hollande, y la trascendencia de la simbología republicana remitían inevitablemente a los ritos de santificación del catolicismo. A ello ayudaba también el recinto, un edificio que en su origen fue concebido como una iglesia y que terminó desempeñando el papel de templo oficial del republicanismo.

En el Panteón reposan los restos de los héroes de la república, es decir, personalidades que se han significado por su contribución al prestigio de Francia. Valorar quién es merecedor de tal honor es un asunto muy subjetivo, así que lo normal es que cada vez que el presidente que es quien tiene la última palabra toma una decisión al respecto haya cierto revuelo. Cuando Hollande comunicó que iba a dar entrada en el Panteón a los cuatro héroes de la Resistencia, sus rivales políticos le acusaron de actuar en clave electoralista y anunciaron que no iban a acudir a la ceremonia.

A pesar de ello, nadie osa cuestionar los méritos de los cuatro escogidos, dos hombres y dos mujeres que se significaron en tiempos de la ocupación nazi. Se trata de Jean Zay, un ministro de Educación de origen judío que fue perseguido por rechazar el Gobierno de Vichy y asesinado en 1944; de Pierre Brossolette, defensor de los derechos humanos torturado y ejecutado por la Gestapo en 1944; de Germaine Tillion, etnóloga y superviviente del campo de concentración de Ravensbrück que peleó por dar a conocer el holocausto; y de Geneviève de Gaulle-Anthonioz, sobrina de De Gaulle, que también sobrevivió a Ravensbrück y que se destacó en la lucha contra la pobreza.

Hollande aprovechó el 70 aniversario del fin de la II Gran Guerra para honrar la memoria de los cuatro luchadores antitotalitarios, a la vez que alertó del regreso del antisemitismo a Francia. «Setenta años después, vuelven los odios a los judíos y la democracia», advirtió el presidente, que insistió en que «cada generación tiene la obligación de vigilancia, de resistencia». En la elección de los cuatro resistentes como nuevos ocupantes de la cripta republicana no solo pesan razones de oportunidad histórica. Hay también otro elemento: un informe del Centro de Monumentos Nacionales que aconseja incrementar la presencia de mujeres en la nómina de personajes ilustres. Hollande ya ha anunciado que piensa seguir la recomendación al pie de la letra.

Hasta la llegada la pasada semana de los féretros de las dos luchadoras contra el nazismo, la desproporción entre mujeres y hombres era abrumadora: 2 frente a 71. Las únicas representantes del sexo femenino son Marie Curie, doble premio Nobel que descansa junto a su marido, Pierre Curie, y Sophie Berthelot, cuyo principal mérito es haber sido la esposa del químico y político Marcellin Berthelot. Más de la mitad de los personajes presentes en la cripta fueron enterrados en la época de Napoleón I, que aprovechó el Panteón para glorificar a militares y miembros destacados de la administración imperial a su muerte. Fue a partir de 1885 cuando el recinto se abrió a personalidades de otros campos con la acogida de los restos del escritor Víctor Hugo.

La amante de Luis XV

Ubicado en el corazón del Barrio Latino parisino, donde la tradición sitúa los restos de Santa Genoveva, la patrona de la ciudad, el Panteón ilustra como pocos edificios los avatares políticos de nuestros vecinos. Luis XV quería construir allí una iglesia para honrar a la patrona de París y pensó que nadie mejor que uno de los arquitectos más renombrados de la época, Jacques Germain Soufflot, para levantarlo. El rey comisionó a su amante, Madame de Pompadour, para que convenciese al artista, que diseñó un templo de factura neoclásica. La falta de dinero y la muerte prematura de Soufflot retrasaron la construcción, que vio la luz cuando la Revolución Francesa había triunfado. La Asamblea Nacional votó en 1791 que el edificio, que aún no había sido consagrado como iglesia, se transformase en cripta para albergar a ciudadanos ilustres. Se suprimieron los campanarios y en el frontispicio se grabó el lema: A los grandes hombres, la patria agradecida.

Con la caída de Napoleón Iy la restauración del Antiguo Régimen, el Panteón retoma su función original y pasa a ser una iglesia más. La alternancia de los regímenes políticos hace que la cruz de su cúpula sea retirada hasta tres veces y que el lema del frontón cambie otras tantas. Es a partir de 1885 cuando se consolida su función de cripta de ciudadanos ilustres. Además de Víctor Hugo, están allí Voltaire, Russeau, Émile Zola, Alejandro Dumas, Jean Jaurès, Louis Braille o Jean Monet. Más allá de su función de símbolo republicano, es también uno de los grandes monumentos parisinos y recibe unas 750.000 visitas anuales.

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