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Mrs. Blair contra Mrs. Clooney

Mrs. Blair contra Mrs. Clooney

El presidente de Maldivas ficha a la abogada británica para limpiar su imagen de déspota. Entre tanto, la letrada libanesa se empeña en sacar de la cárcel al único líder democrático que ha tenido el archipiélago

ICÍAR OCHOA DE OLANO

Viernes, 9 de octubre 2015, 00:08

Esa imagen que tiene en el salvapantallas de su ordenador o de su móvil y que le invita a cruzar una pasarela sobre un agua prístina con destino a una choza de madera y palma. O a caminar descalzo por una lengua de arena harinosa que se adentra en una turquesa líquida. O a sumergirse en un deslumbrante jardín submarino de coral perfectamente nítido. Diez contra uno a que se trata de un rincón virgen de Maldivas, un paisito diseminado en un millar largo de islas en pleno Índico, al sudoeste de Sri Lanka y de la India, a donde tarde o temprano acaban escapándose una buena muestra del famoseo internacional, honeymooners pudientes y ahora, también, dos reputadas abogadas mundialmente famosas por su actividad profesional y por sus respectivos maridos: Cherie Blair y Amal Clooney. Nada de biquinis. Ambas han amerizado enfundadas en sus respectivas togas.

Porque a pesar de su delirante belleza natural, y a la promoción turística oficial como el Sunny side of life (el lado soleado de la vida), lo cierto es que el remoto archipiélago musulmán, en el que hasta hace siete años sus apenas 350.000 habitantes estaban regidos por un sistema unipartidista, no es tan idílico ni tan seguro como lo pinta la publicidad gubernamental. Sus sombras, profundamente alargadas, son lo que han llevado a estas dos mediáticas letradas a defender, entre atolones, intereses políticos contrapuestos. Así, mientras la cinematográfica letrada libanesa trabaja para liberar de la cárcel al expresidente de la república, considerado en ese país un héroe depuesto de la democracia, su oponente, el actual mandatario de las islas, acaba de fichar a Omnia Strategy, el todopoderoso bufete que lidera la esposa del ex primer ministro británico, para que limpie las huellas de sus vínculos con treinta años de dictadura insular.

Tachados por la ácida prensa británica de ser «máquinas de hacer dinero», los Blair disfrutaron recientemente de unas vacaciones a todo trapo en Sri Lanka. Y allí, entre piscolabis con los gerifaltes de turno del golfo de Bengala y aledaños, cuentan que a Cherie Blair le faltó tiempo para ofrecer los servicios de su prestigioso equipo jurista a Yameen Abdul Gayoom. El susodicho es el controvertido mandamás actual de Maldivas, desde que en 2013 Mohamed Nasheed, su antecesor en el cargo y cliente de la mujer de George Clooney, fue persuadido a punta de pistola de que dimitiera para, después, ser acusado de cometer actos terroristas. Fue juzgado sin derecho a una defensa y condenado a cumplir trece años de prisión en una cárcel de máxima seguridad entre paradisíacas playas.

Al trullo con un D&G

Hace apenas una semana, la antigua abogada del portavoz de WikiLeaks, Julian Assange, o de la ex primera ministra ucraniana Yulia Tymoshenko, acudía a visitar a su cliente encerrado entre barrotes desde primeros de año y denunciaba con posterioridad que su conversación había sido «intervenida». Lo hacía, eso sí, envuelta en un Dolce&Gabbana valorado en 2.000 euros.

Formada en Oxford y Nueva York, la glamurosa activista de los Derechos Humanos otro de sus frentes abiertos es el reconocimiento del genocidio armenio ha puesto el caso en la mesa de las Naciones Unidas. Allí ha explicado que su defendido, elegido en 2008 en las primera elecciones democráticas que ha conocido el archipiélago, fue depuesto, anteriormente confinado en su casa durante dieciocho meses y torturado en dos ocasiones. David Cameron y Barak Obama, ya han expresado su simpatía por el caso Nasheed.

Entretanto, la señora Blair, acusada de «ayudar a lavar de sangre las manos» del actual presidente Gayoon a cambio de unos horarios multimillonarios, resta «toda seriedad» a las denuncias de su rival y cierra filas en torno a su cliente. Pasando por alto sus presuntos vínculos con las redes de narcotráfico, además de con el régimen autocrático anterior, la propietaria de Omnia Strategy explica su trabajo como una «asesoría dirigida a llevar a cabo una reforma legislativa e institucional para mejorar la transparencia de las cuentas» en Maldivas.

El último sobresalto en este titánico duelo de togas ha llegado esta semana, cuando su cuestionado cliente lograba salir ileso de una explosión ocurrida en el yate que le trasladaba a su casa, a su regreso de su peregrinaje a la Meca. La deflagración, que hirió de levedad a su esposa, además de a un guardaespaldas y a un secretario, ocurre días después de que un supuesto vídeo del Estado Islámico amenazara de muerte a Gallón por tener entre rejas a Mohamed Nasheed. Mientras la Policía investiga el suceso, las postales de Maldivas siguen alimentando sueños de oficina y la agitada vida política del archipiélago hace subir enteros al caso Mrs. Blair contra Mrs. Clooney.

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