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El domingo soy basurero

El domingo soy basurero

Profesionales cualificados, parados, jubilados o estudiantes emplean su tiempo y dinero en limpiar nuestros paisajes, que en muchos casos dan pena

Inés Gallastegui

Martes, 15 de diciembre 2015, 00:49

Un día, en una excursión por Sierra Nevada, Enrique y Amadeo vieron que en el paraje que habían elegido para comer había mucha basura. Botellas de plástico, latas, papeles, colillas Aprovecharon la bolsa de supermercado donde habían depositado los restos de su almuerzo, pero se les quedó pequeña. A su siguiente excursión llevaron una bolsa gigante, de las especiales para comunidades, y limpiaron un área más amplia. Pero seguían viendo porquería en el bello paisaje de alta montaña y decidieron organizarse. Hoy son una decena, suben cada domingo haga 0 o 40 grados y llevan impreso su propio logo en las camisetas y el todoterreno. Se hacen llamar el Batallón Basurista y en un año y medio han recogido 500 sacos de desechos del Parque Natural-Nacional de Sierra Nevada. Unas siete toneladas y media.

Los dos amigos granadinos tienen cuarenta y tantos años. Enrique Montero es diseñador gráfico y Amadeo Fernández, dependiente en una tienda de ropa. Pero representan a miles de niños, jóvenes y ancianos, parados y trabajadores, con educación básica o titulados universitarios, de los cuatro puntos cardinales de la piel de toro. Gente que ve los residuos como una herida en el paisaje y que ha decidido emplear su tiempo, su esfuerzo y su dinero en hacerlos desaparecer.

El Espacio Natural de Sierra Nevada se extiende por 60 municipios de Granada y Almería y más de 86.000 hectáreas protegidas. Pero no siempre fue así, y buena parte de lo que el grupo Sierra Nevada Limpia su verdadero nombre ha recogido, especialmente en las zonas más inaccesibles en las que muchos domingos se juegan la vida, es lo que ellos llaman «paleobasura». En uno de esos yacimientos encontraron 1.300 botellas y latas con más de 40 años de antigüedad, de marcas que ni siquiera conocían. Debió de ser el contenedor de algún restaurante. Pero también han recogido un coche completo, varios frigoríficos, urnas funerarias, zapatillas, ropa interior, tampones y miles de colillas.

Muchas veces los desperdicios no son históricos, sino dolorosamente nuevos. «El Decathlon ha hecho mucho daño bromea Amadeo. La gente se compra un chándal y unas zapatillas y se echa al monte». Es decir, los montañeros que conocen, respetan y aman el monte han sido superados por los domingueros, capaces de llevarse un macmenú a una cumbre de casi 3.400 metros y dejar los restos a su espalda. O de entrar con sus coches en un paraje protegido para hacer botellón. Algunos hosteleros hacen reformas y arrojan los escombros a los pinares. Total, en invierno la nieve lo tapa todo...

Los voluntarios aprovechan sus salidas para tratar de concienciar a los excursionistas. «Nadie reconoce que tira la basura, aunque lo acaben de hacer delante de ti», lamentan los voluntarios. Por eso, compaginan su labor sobre el terreno con charlas educativas en los colegios que se lo solicitan. «La educación es el único camino», aseguran.

Aulas fuera

Eso mismo piensa Eduardo Ochoa de Aspuru, el biólogo y profesor que desde hace 15 años coordina la comisión ambiental del Instituto Jesús Obrero de Vitoria, uno de los más grandes de España con 7.000 alumnos y 450 docentes de ESO, Bachillerato, Ciclos Formativos y Educación para el Empleo. Premiado por su programa de las 3 erres reducción, reutilización y reciclaje de residuos, el centro impulsa además acciones del alumnado al aire libre. Varias veces al año organizan salidas para limpiar las riberas de ríos cercanos el último fue el de Santo Tomás, cerca de los humedales de Salburua o las playas de los vecinos territorios de Bizkaia y Gipuzkoa.

Sextaferia ambiental

  • asturias

  • La asociación de vecinos de Llames de Pría, en el concejo de Llanes, organizaron una sextaferia una prestación vecinal de trabajos comunitarios para limpiar las basuras de los Bufones de Pría, uno de los atractivos de este bello pueblo.

«Cuando vamos de visita a la depuradora, los alumnos siempre dicen lo mismo: Huele mal explica el profesor. Hay que sacar el aula fuera, pisar el suelo, sentir el viento y la lluvia y tocar la basura». Está convencido de que la acción sobre el terreno tiene mucha más fuerza que una lección en clase o en un laboratorio. «Cuando ves sus caras de satisfacción metidos en el río con sus botas de pescador o analizando el agua del mar sabes que eso se les va a quedar grabado», afirma el profesor.

Precisamente esa idea del «ciudadano científico» es la que fomenta la asociación murciana Ambiente Europeo, coordinadora española de la Limpieza Internacional de Costas que promueve la ONG Ocean Conservancy en un centenar de países. En el nuestro, 250 grupos diversos realizan desde hace 5 años estas limpiezas sistemáticas de playas y fondos marinos del litoral en más de 7.000 puntos de la costa. Su fundador, el profesor y abogado argentino Daniel Rolleri, recuerda que recoger desperdicios está muy bien pero estos regresarán en unas pocas semanas. Por eso la acción global de Ocean Conservancy es detectivesca: su objetivo es averiguar de qué está compuesta la basura marina, mediante unas fichas que rellenan los voluntarios, para poder actuar en origen. La ONG fundada en 1972 ha logrado, por ejemplo, que muchas ciudades norteamericanas del litoral prohíban las sueltas masivas de globos, o que algunas compañías de cruceros sustituyan las pajitas de plástico por otras de papel biodegradable. Una gota en el océano.

Vitoria

  • Alumnos del Instituto Jesús Obrero participan cada año en la limpieza de la Plaza de la Virgen Blanca tras el chupinazo de las fiestas de Vitoria. El profesor Eduardo Ochoa de Aspuru cree que es una imagen poderosa para el resto de jóvenes que se divierten.

«Cerca del 80% de los residuos que encontramos en el mar vienen de tierra: colillas, envases, bolsas... Solo el 20% procede de los barcos», explica Rolleri, quien recuerda que los residuos que los agricultores murcianos tiran (mal) pueden acabar en el Océano Índico. La basura es contaminación visual, pero también causa daños a la flora, la fauna y el agua. En el mar estos efectos son aún mayores, porque los desechos viajan y se degradan más lentamente. En el Pacífico flota una isla de plástico que tiene tres veces el tamaño de la Península ibérica. «El 90% de los peces tienen plástico en su sistema y nosotros somos los consumidores finales», advierte. Más allá de su impacto medioambiental, la basura representa un riesgo serio para el sector turístico. «En Murcia la mayoría de los buceadores vienen de Madrid; si en el fondo solo encuentran basura, se irán a otro sitio», argumenta el representante de Ambiente Europeo.

Los vecinos de Llames de Pría, en Asturias, se unieron hace unos años para defender su tesoro natural, los bufones, unos orificios al borde del acantilado que comunican con el mar y cuando sube la marea lanzan chorros de agua. El atractivo turístico de este hermoso lugar se había convertido también en su condena: muchos visitantes atraídos por el espectáculo los utilizaban como un desagüe en el que tirar trastos viejos al Cantábrico. «Encontramos dentro de los bufones sillas y mesas plegables, trozos de bicicleta y todo tipo de basuras», relata César Alonso, profesor recién jubilado y miembro de la asociación de vecinos.

Despedidas de soltero

También se organizaron los haitantes de Manzanares El Real para defender su parque nacional de las hordas que cada fin de semana encuentran en su paradisiaco tramo del río un parque acuático gratuito y sin normas a solo 45 kilómetros de Madrid. «Cada domingo entran 400 coches y se pueden juntar más de 2.000 personas. Meten las neveras en el río, hacen presas para bañarse, dejan todo tipo de basuras... Hasta se han celebrado despedidas de soltero», relata Óscar Gordillo, uno de los fundadores de la plataforma SOSPedriza, que, además de exigir al Ayuntamiento y la Comunidad que protejan esta joya natural, realiza limpiezas en el cauce.

La mayoría de los grupos de voluntarios solo reciben de las instituciones buenas palabras, pero ningún apoyo económico o material. Por ejemplo, los miembros de Sierra Nevada Limpia ponen un bote para pagar la gasolina, los sacos y las pinzas con que recogen los desperdicios sin fastidiarse la espalda O sea, que la buena acción de recoger la porquería que otros dejan les cuesta dinero. Hay quien piensa que con su labor quitan trabajo a otros. «Pero nadie hace lo que hacemos nosotros», aclaran. La difusión a través de las redes sociales es clave. Ya que no hay ayuda, que su trabajo sirva al menos para concienciar a otros. Sin embargo, el impacto es limitado, admite Enrique Montero, del grupo granadino: «En Facebook todo el mundo le da al me gusta, pero los domingos por la mañana siempre estamos los mismos ocho o diez».

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