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Domingo, 8 de mayo 2016, 12:52
En 2013, Al Waleed Bin Talal, miembro de la familia real saudí, demandó a Forbes por subestimar su fortuna. El año pasado, la famosa revista lo aupó hasta el número 34 del mundo calculando sus haberes en 20.500 millones de euros y al príncipe se le pasó el enfado. Hay pocos países con tanto dinero y tan dados a la ostentación como los del Golfo Pérsico, en donde el número de príncipes y jeques parece infinito. Es a esa parte del mundo, poblada de Lamborghinis, sultanes y millonarios, a donde desde hace tiempo dirige su mirada José Miguel López Cortés (Santander, 1947), el presidente de Bathco, una empresa cántabra con más de 30 años de historia especializada en el diseño de lavabos e inodoros de altísimo nivel.
La vocación planetaria de Bathco se percibe nada más entrar en la sede de la empresa en Santander, en donde las paredes de cristal llevan impresos los nombres de buena parte de las capitales del mundo. Allí es donde tienen montado el showroom y el atelier; el lugar en el que el equipo de arte maneja sus pinceles e idea cómo convertir un simple lavabo o un váter de los de toda la vida en un auténtico objeto de deseo.
La primera vez que José Luis y su equipo se vieron las caras con uno de esos jeques que pueblan los reportajes sobre el lujo desmedido fue hace 16 años. El hombre, precedido del séquito que uno imagina cuando piensa en un potentado de Oriente Medio, se acercó al stand que la empresa había montado en la feria de Dubai y encargó manecillas de porcelana para los grifos de todos los baños de la casa, cada uno con motivos diferentes, y 300 toallas de bidé para la zona de la piscina que, según parece, allí son de usar y tirar. Nada de guardar, bien lavaditas, para otro día.
Y es que, mucha de toda esa gente que de un tiempo a esta parte surca el Mediterráneo a bordo de megayates mientras ve cómo su dinero se multiplica, no parece dispuesta a dejar pasar la oportunidad de sentirse distinguida, incluso en el baño. «Hace unos meses, también en Emiratos, los representantes de un cliente, que resultó ser otro jeque, nos encargaron cincuenta lavabos en plata y treinta lavabos y cuarenta inodoros en oro. Según explicaron, la idea es colocarlos en la zona de invitados de la mansión de su jefe», cuenta López Cortés.
1,13
millones de euros cuesta el rollo de papel higiénico más caro del mundo realizado por la empresaThe Toilet Paper Man of Australia. Son 3 capas con oro de 22 quilates en un rodillo hecho también en ese metal precioso. Tienen el detalle de regalarte con cada rollo una botella de champán.
25,4
millones es lo que le costó a La Han Fung Gold Technology Group de Hong Kong su baño de oro macizo que incluye accesorios, como la papelera, en el mismo material. Está catalogado como el baño más lujoso del mundo según NY Daily News y para poder construirlo se emplearon tres toneladas.
Descanso dorado
Si alguien quiere descansar eternamente en un ataúd bañado en oro puede hacerlo. 280.000 euros cuesta uno de estos, que incluye teléfono móvil por si con el paso del tiempo uno consigue volver y contarlo. Además, no hay porqué ir a buscarlo fuera. En España, Ataúdes Gallego, una empresa de Ourense, ha sacado su línea Gold&Nature rememorando los antiguos sarcófagos de Tutankamon y Alejandro Magno, bañados en oro de 24 quilates.
Oro dulce.
El Grand Opulence Sundae es un postre que se puede degustar en el Serendipity del Upper East Side de Nueva York cuyos ingredientes son cinco cucharadas de helado de vainilla Tahití y Madagascar, hojas de oro de 23 quilates comestibles, chocolate Chuaco, frutas confitadas de París, cerezas de mazapán y trufas. Su precio es de mil dólares, unos 900 euros.
Está claro que esos preciosos toilettes no están al alcance de cualquiera, pero surge la pregunta de por cuánto nos podría salir uno de esos retretes dorados si nos invadiera una irrefrenable necesidad de sentirnos, aunque solo sea en la intimidad, como si fuéramos la jequesa de Qatar.
La respuesta del presidente de la compañía, que en contra de lo que alguno podría imaginar tiene en casa «unos blanquitos y prácticos», es que por 1.500 euros uno puede hacerse con uno de esos tronos de porcelana bañados en oro y dejarse llevar por la imaginación mientras descome.
Una de las últimas joyas que pueden encontrarse en las colecciones de esta empresa, que fabrica sus productos en una planta de 800 trabajadores ubicada en Cantón (China) y luego se encarga de personalizarlos en su atelier de Santander, son los lavabos con incrustaciones de cristales Swarovski. Estos, según el diseño y el número de cristalitos utilizados, se suben de precio: pueden costar desde 2.500 a 15.000 euros cada uno.
No serán de ese tipo, pero sí exclusivos, los que diseñen para Qatar Airways. La compañía aérea, a la que nadie puede reprochar no tener claro lo que quiere su director general acaba de confesar que lo que les interesa es atraer a gente de alto nivel y que no quieren saber nada de mochileros, ha encargado a los cántabros la renovación de todos los sanitarios de sus salas VIP y de sus oficinas centrales de Doha. El equipo de arte ya está pensando en dibujar algo especial sobre la porcelana utilizando los colores corporativos. También trabajan estos días en un pedido que ha llegado directamente desde el sultanato de Omán para equipar un hotel de 480 habitaciones.
Regalo para Obama
Aunque, si hay algo que habla por sí solo del éxito de este tipo de productos entre las monarquías del Golfo es el interés mostrado por el sultán Al Qortasi Al Noaimi, exembajador en España de los Emiratos Árabes Unidos, que ha hecho una oferta para convertirse en distribuidor oficial de Bathco en aquella parte del mundo.
En cualquier caso, no solo a los árabes les gusta distinguirse por el retrete que gastan. Los creadores de Bathco trabajan ya en el encargo de un cliente de Hong Kong que ha pedido una serie exclusiva de lavabos con la gran muralla china pintada a mano. El gobierno finlandés espera que la empresa cántabra renueve los sanitarios del Parlamento y, aunque sean con un modelo algo más modesto, también son ellos quienes firman los baños del nuevo San Mamés.
Estos días se sienten especialmente orgullosos de las reproducciones de los lavabos de primera y segunda clase del Titanic. Tanto, que una caja con uno de ellos ha salido de Santander rumbo a la Casa Blanca como regalo a Obama, que, como jefe de Estado de uno de los países en la ruta del malogrado trasatlántico británico, forma parte de la Fundación Titanic. Obama, al fin y al cabo, si quiere sentir la experiencia de evacuar en oro siempre puede acercarse al Guggengeim de Nueva York. Allí se acaba de instalar la obra del artista italiano Maurizio Cattelan: una escultura de oro macizo de 18 quilates con forma de inodoro que puede usar todo el que visite el museo... en compañía de varios guardias de seguridad.
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