JULIA FERNÁNDEZ
Lunes, 4 de julio 2016, 00:36
Sorky das Pont era un trotón normal, una veintena de victorias en cien carreras, hijo de un semental de EE UU y una yegua de Suecia. Nació en Menorca y murió en las cuadras del hipódromo de Manacor desnucado por los golpes de su dueño. Fue en 2012 y tenía seis años. El caballista arremetió contra él después de haber sido descalificado en una prueba de trote y una juez lo condenó a ocho meses de prisión en 2015. Ingresó en octubre y fue la primera persona en hacerlo en España. Semanas antes, la misma magistrada había castigado a una pena de un año de cárcel a otro hombre por dejar morir de hambre a su perro.
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la sensación del 26-J
El partido se fundó el 24 de febrero de 2003 con el nombre de Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal. El 25 de junio de 2011 adoptaron la denominación actual.
Goteo de medidas
Las reivindicaciones animalistas cada vez tienen más eco en las leyes sin corridas en Barcelona, sin bous embolats en Valencia, sin Toro de la Vega... Madrid debatirá el día 14 si prohíbe a las tiendas de mascotas exhibir al público perros, gatos y otros bichos.
179.752 euros recaudaron en 2015 con las cuotas de sus afiliados. Las donaciones de ese ejercicio ascendieron a 29.032 euros.
Ambos casos supusieron un punto de inflexión para las personas que trabajan «cada día» por los derechos de los animales. Hablamos de los integrantes de PACMA, el Partido Animalista, que en estas últimas elecciones ha armado un buen revuelo al conseguir casi 285.000 votos. Son la primera fuerza política extraparlamentaria, «con el mismo número de votos que el PNV, que tiene cinco escaños». Pero la ley electoral les penaliza: sus apoyos por provincia no llegan al 5% imprescindible para participar en el reparto de asientos.
Aun así, en la formación están «muy orgullosos» del resultado. «Se confirma la tendencia», subraya Silvia Barquero, su presidenta. El 20-D arañaron otro buen puñado de papeletas, 220.000, una cifra que «duplicaba» los resultados de las anteriores generales, las de 2011, que a su vez superaron con creces los 45.000 votos de 2008. Ese año se presentaron por primera vez a ambas cámaras, Congreso y Senado.
Su curva de crecimiento no parece tener techo y es proporcionalmente inversa a la de su inversión en la campaña electoral. Para la última, en la que fueron «el único partido que defendió los derechos de los animales» y desecharon ir en confluencia con Podemos, hicieron una inversión casi irrisoria, «20.000 euros», muy lejos de los diez millones del PP, los seis del PSOE y los tres de Ciudadanos y de la formación morada. Quizá por esto, por su austeridad, también se jactan de no deberle nada a los bancos y autofinanciarse con las cuotas de sus afiliados y las donaciones. En 2015 ingresaron 208.000 euros.
Prohibición de las corridas
Son números modestos, pero que «demuestran que se puede hacer política desde la ética, la transparencia y la coherencia», detalla Barquero. También, que han dejado atrás esa imagen de «frikis» o «locos», como les llamaban sus detractores y que les perseguía desde su nacimiento, cuando eran muchos menos y se apostaban en las puertas de las plazas de toros pidiendo el cese de las corridas y la prohibición de la tauromaquia. Ambas reivindicaciones forman parte de su actual programa electoral. «Es el momento de ponerlo sobre la mesa. Según los datos del Ministerio de Cultura, el año pasado solo un 8% de ciudadanos acudieron a estos espectáculos». El jueves, el Ayuntamiento de Valencia ratificó su prohibición al bou embolat en todo el municipio, una medida impulsada por los animalistas.
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Pero no es lo único que piden, también consideran necesario un observatorio para la violencia animal, la formación de los profesionales de la Justicia, la derogación del impuesto al sol... Las detallan en varios capítulos en los que se comprometen con «los animales, el medio ambiente y la justicia social».
¿Son propuestas arriesgadas?
Somos realistas. La prohibición de la cría de patos para foie o de las granjas peleteras ya funciona en una decena de países. Aquí solo falta dar un paso al frente.
«Es profundamente injusto que no tengan representación en el Congreso con los votos que han conseguido», remarca la periodista Julia Otero, una «animalista convencida». En el resto de Europa, en cambio, las formaciones de este tipo van ganando su espacio en los órganos de representación. Y no hay que irse a los países nórdicos, ejemplares en muchas cosas, o a Holanda. «En Portugal tienen un diputado», acentúa la voz de las tardes de Onda Cero.
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Las dos sentencias con pena de prisión de Mallorca muestran que en la Justicia se ha despertado una sensibilidad especial con el maltrato animal. Sin embargo, a principios de mayo, la organización Anima Naturalis denunció que dos activistas habían sido agredidas cuando grababan un encierro en un municipio de Tarragona. Afortunadamente, las peores paradas fueron las cámaras. Pese a ello, ¿se puede decir que estamos ahora más sensibilizados con los derechos de los animales que antes?
El sociólogo Pau Marí-Klose reconoce que no hay muchos datos para responder a esta pregunta con claridad, pero en 2010 el CIS ya daba algunas pistas. «El 27,7% de los españoles decía en esta encuesta que las asociaciones en defensa de los animales les generaban mucha simpatía y el 31%, que bastante. Solo les adelantaban las de defensa de los derechos humanos». Por detrás quedaban las feministas, las pacifistas, las religiosas... Julia Otero asiente: «Lo conseguido por PACMA era impensable hace cuatro años en un país que basa su ocio en el maltrato animal». La presentadora de Telecinco Sandra Barneda, que apoya una campaña para que Renfe deje viajar a todo tipo de perros en los trenes, es menos optimista: «Queda camino por recorrer desde el mismo momento en que el código penal tipifica a los animales como cosas».
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Apoyo de los famosos
«La mayor sensibilidad ha influido en su ascenso en las urnas, pero también su mayor visibilidad gracias al Toro de la Vega», apunta el politólogo Xavier Peytibi. Precisamente, esta semana la Junta de Castilla y León ha negado el permiso al Ayuntamiento de Tordesillas para celebrarlo si el astado sigue sometido al mismo trato, aunque el equipo de gobierno ha recurrido. No obstante, Peytibi también lanza un aviso a navegantes: «El auge de PACMA también está relacionado con el aumento de la volatilidad del voto y con la indecisión. Al no saber qué votar por motivos ideológicos, mucha gente opta por formaciones que apoyan temas específicos».
Lo que sí está claro es que la formación animalista goza de muchas simpatías entre los famosos. Sin ir más lejos, la periodista Pilar Eyre ha revelado que les votó el domingo y Risto Mejide les defiende en Twitter. Pero es que su campaña Rompo una lanza por el Toro de la Vega logró el apoyo de gente como Gabino Diego, Amaral, Rosa Montero, el cómico Joaquín Reyes, Emma Ozores... También se movilizaron contra el sacrificio de Excálibur, el perro de la enfermara contagiada de ébola Teresa Romero. Otra Teresa, Teresa Viejo, se implicó a fondo con el tema y aún hoy, año y medio después, le duele. «Fue una indecencia», lamenta la periodista, muy concienciada con los derechos de los animales.
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«No concibo vivir sin ellos alrededor y eso que desde que despedí a mi compañera hace un año no tengo», se sincera Viejo. Por eso, no entiende el maltrato a una mascota... pero tampoco a otro tipo de bichos. Rechaza «totalmente» la caza e invita a la reflexión sobre las «granjas que crían animales para consumo humano más allá del veganismo. Deben estar en su hábitat natural». La presentadora del programa de TVE ¿Qué fue de ti? es, además, muy crítica con los partidos políticos: «En esta campaña pasaron de puntillas sobre la violencia de género y ninguno pronunció la palabra cultura. ¿Maltrato animal?».
Eso sí, la presidenta de PACMA, Slvia Barquero, reconoce que la resaca del 26-J le ha dejado en el móvil una cuantas llamadas «a título personal» de políticos «del PP, de Ciudadanos, de Izquierda Unida...». ¿La razón? Felicitarla por unos resultados sorprendentes. «La preocupación por los animales trasciende las ideologías y el concepto de trincheras», sentencia.
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