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borja olaizola
Sábado, 9 de julio 2016, 01:52
Si la música acerca a los hombres y les hace olvidar sus disputas, cantar codo con codo crea unos vínculos próximos a la fraternidad. Lo saben bien todos los que han participado alguna vez en una agrupación coral: la comunión de voces genera lazos en lo más remoto del alma. En Canadá incluso le han puesto un nombre a ese fenómeno: choirgasm, un término cuyo equivalente en castellano sería corgasmo. «No se me ocurre una palabra mejor para definir lo que siento cuando todas las voces que hemos estado ensayando por separado nos juntamos por primera vez para cantar», explica una vecina de Toronto que ha participado en varias sesiones de Choir! Choir! Choir!, un coro que ha revolucionado las redes sociales y se ha convertido en un fenómeno con repercusión planetaria.
Choir, coro en inglés, es una experiencia que recupera el contacto humano en una sociedad cada vez más individualista y tecnologizada. Lo que le hace diferente del resto de las agrupaciones corales es que sus integrantes se renuevan por completo en cada sesión: el coro está abierto a todo el mundo. Si uno se levanta con ganas de pasar un buen rato solo tiene que consultar dónde es el ensayo, acercarse hasta allí y pagar cinco dólares. A cambio recibe una hoja con la letra de la canción elegida para la jornada, generalmente un clásico del rock o del pop. Un repaso a las piezas interpretadas en las últimas semanas permite hacerse una idea: Hallelujah, de Leonard Cohen; After the gold rush, de Neil Young; Losing my religion, de REM, o In your eyes de Peter Gabriel.
A continuación viene el ensayo. Los promotores del experimento, Daveed Goldman y Nobu Adilman, separan a los integrantes en tres grupos en función de sus voces y les dan unas pautas básicas. Al cabo de una hora se vuelven a juntar todos y se interpreta la canción. En cada sesión suelen participar entre dos y tres centenares de personas. No hace falta tener una garganta excepcional, basta con poner ganas. El resultado es sorprendente. Las grabaciones se cuelgan en YouTube, algunas de ellas con cifras de visionados abrumadoras. Es posible que los más puristas detecten algún que otro traspiés, pero para el simple aficionado es un regalo escuchar versiones corales de canciones tan universales con el simple acompañamiento de una guitarra.
Choir surgió hace ya ocho años, después de que un amigo pidiese a Nobu Adilman que formase un pequeño coro para la fiesta de su cumpleaños. Se lo pasaron tan bien que decidieron repetir. Al ensayo se fueron sumando de forma espontánea otros conocidos. De ahí surgió la idea de juntarse un par de veces por semana en un local de Toronto. El boca a boca hizo el resto: «La gente quiere contacto humano, olvidarse por un rato de internet y cantar en coro les hace recuperar las sensaciones de vivir en una comunidad», reflexiona Adilman. El cofundador de Choir es un cuarentón de ascendencia judeo-japonesa que encarna el espíritu mestizo de la ciudad canadiense, una metrópoli que suma cinco millones de habitantes procedentes de todas las partes del globo. La diversidad de colores y rasgos de los integrantes del coro remite a esa fraternidad universal que cristaliza a través de la música.
Tributo a Bowie
Choir se ha convertido ya en una de las señas de identidad de la capital de Ontario. Adilman y Goldman han sido nominados torontonianos del año. Su prestigio ha crecido de tal forma que fueron los únicos canadienses invitados al homenaje que varias estrellas del mundo del espectáculo rindieron a David Bowie en el Carnegie Hall de Londres, el pasado marzo. El tributo que Choir rindió en enero al fallecido músico interpretando a coro su Space Oddity tuvo mucho que ver: la grabación, que congregó a 500 vocalistas, transmitía una emoción sincera y la prueba es que sumó más de 780.000 visitas.
El coro también quiso dejar testimonio de su admiración por Prince cuando supo de su muerte reuniendo a 1.999 voces en un teatro de Toronto para interpretar su When Doves cry, en un guiño a su mejor álbum. Choir no solo se ha ganado la simpatía de las audiencias de internet: las grandes estrellas también se han rendido a sus pies. Leonard Cohen ha reconocido que su Hallelujah ha cobrado una nueva dimensión con el coro, Patti Smith y Tegan and Sara han cantado con ellos y el propio Rufus Wainwright se juntó el mes pasado con 1.500 vocalistas en una vieja nave industrial para dar vida a otra canción. Adilman y Goldman no hacen más que recibir ofertas para trasladar la experiencia a la televisión o a los escenarios, pero se resisten a aceptar porque creen que algo así acabaría con lo mejor de Choir: su capacidad de generar buen rollo a través del contacto espontáneo.
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