fernando miñana
Sábado, 25 de febrero 2017, 00:50
Cuando Didac Costa (Barcelona, 1980) era un niño y se dejaba mecer por las olas en el barco de su padre, a menudo escuchaba conversaciones sobre José Luis Ugarte, un regatista vasco que hasta ayer era el único español que había acabado la Vendée Globe, una de esas rarezas para deportistas audaces. El chaval, curioso, leyó su libro (El último desafío) y quedó prendado para siempre de esta prueba inhóspita que consiste en dar la vuelta al mundo en solitario y sin escalas.
Publicidad
Costa emuló ayer a Ugarte al convertirse en el segundo español, de los cuatro que lo han intentado, en acabar esta regata infernal que pone a prueba a hombre y barco con olas gigantescas y vientos huracanados. El catalán, bombero en Cerdanyola del Vallès, llegó a Les Sables dOlonne (al sur de Nantes) a las 8.52 horas. El final de un viaje homérico de 108 días, 19 horas, 50 minutos y 45 segundos a través de 27.964 millas (51.789 kilómetros).
El catalán puso un pie en el pantalán 34 días más tarde que el vencedor, el francés Armel Le Cléach, pero puede presumir de ser uno de los 14 que han llegado a tierra, mientras aún quedan cuatro en el océano y once se tuvieron que retirar. Allí, después de 108 días de una soledad rotunda, de sentirse insignificante en el punto Nemo, donde se está más cerca de los astronautas de la Estación Espacial que de cualquier otro ser humano, de no escuchar otra cosa que los pantocazos de la fibra de carbono rompiendo el mar y el silbido de la jarcia, le esperaba el gentío que adora a este tipo de héroes contemporáneos, una comida no muy pesada y una prueba de esfuerzo para evaluar su estado físico. Y los familiares y los compañeros de su austero equipo y los periodistas y los curiosos. «La verdad es que el contraste es impactante», reconocía Didac Costa, feliz pero exhausto, ojeroso, con el pelo enmarañado y una barbilla sorprendentemente lampiña.
La llegada, como sucede con todos, desde el primero hasta el último, fue muy emotiva. Las lanchas salieron a recibirle para escoltar su entrada por el canal con el spi desplegado, flanqueado por bomberos franceses encaramados a los camiones con bengalas encendidas en las manos. «Se lo han currado, pero no solo en la llegada sino sobre todo en la salida». Costa, bombero como el histórico Mike Golding, que compitió en cuatro Vendée Globe y acabó tres, habla del traspié que le obligó a regresar al puerto apenas una hora después de haber zarpado el 6 de noviembre y de cómo sus colegas franceses le buscaron un especialista que reparase su avería, de cómo le llevaban pizzas cuando apretaba el hambre y café caliente cuando hacía frío hasta que, cuatro días después de darse la salida, cuando el líder le llevaba 1.134 millas de ventaja, pudo reemprender la marcha. «Fue frustrante, pero no piensas en abandonar sino en salir y navegar. Al principio evitas saber dónde están los otros regatistas para no desanimarte».
La casa empeñada
No se iba a dejar derrotar tan fácilmente. Más duro aún había sido reunir los 350.000 euros sus rivales más potentes contaban con presupuestos de seis millones necesarios para lanzarse al Golfo de Vizcaya con un baqueteado barco del año 2000 que ya tripuló la legendaria Ellen MacArthur la mejor navegante de la historia y unos cuantos trapos viejos: llegó a romper tres velas en tres días. La mitad salió de su bolsillo: de las guardias, los ahorros, los créditos y hasta la casa que puso como aval.«Ahora estoy mal económicamente, me han ayudado muy poco, pero no me arrepiento. Volvería a hacer la regata, pero con un proyecto mejor que éste».
Publicidad
Costa no tenía ganas de revanchas. Ayer, después de un tute de esa magnitud, solo soñaba con una pizza y una buena cama. Durante 108 días solo ha dormido en intervalos de 30 o 40 minutos. Llegó a estar dos días sin vela mayor mientras la reparaba, pero asegura que no recuerda malos momentos, «solo momentos difíciles y la alegría de resolverlos». «Era duro oír que algún compañero tenía que abandonar porque había chocado contra algo, pero también hubo un día encalmado en el que me relajé y disfruté de un paisaje hermoso». O las modestas celebraciones con una cerveza y un poco de embutido o una chocolatina en los días especiales: «El día de mi cumpleaños (el 22 de diciembre) o al doblar un cabo».
Se suele llamar a la Vendée Globe el Everest de los océanos, pese a que los números son incomparables: si el techo del mundo lo han coronado miles de montañeros, sólo 62 personas han logrado circunnavegar el planeta de esta forma. Y Didac Costa es uno de ellos.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.