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César Román, el Rey del Cachopo, conducido a la Audiencia Provincial de Madrid en el último día del juicio. EFE | Vídeo: EP

El Rey del Cachopo, culpable de la muerte de Heidi

El jurado declara por unanimidad a Román autor del crimen y no tiene dudas de que el tronco desmembrado y oculto en una maleta es el de su novia

Martes, 1 de junio 2021, 19:45

César Román, más conocido como el Rey del Cachopo, seguirá entre rejas todavía más de una década. Desde este martes, poco antes de las ocho de la noche, ya es oficialmente el hombre que en mayo de 2018 mató y posteriormente desmembró a su entonces novia, la hondureña Heidi Paz, que tenía 26 años en ese momento.

Es la hora a la que el jurado popular que lo enjuicia desde el pasado 10 de mayo en la Audiencia Provincial de Madrid leyó el veredicto y declaró, por unanimidad de sus nueve miembros, que lo considera culpable de homicidio. El antiguo hostelero intuyó el veredicto que le esperaba desde la primeras frases, pues escuchó los argumentos desgranados durante un cuarto de hora por el presidente del jurado cada vez más angustiado, nervioso y con contenidos, pero evidentes signos de crispación.

Los nueve ciudadanos que lo juzgaron entienden probado que cometió el crimen porque él, un hombre posesivo y celoso, no podía permitir que Heidi lo fuese a abandonar, como el 5 de agosto de hace tres años esta joven le dijo que iba a hacer en su propio piso, alquilado en el madrileño barrio de Vallecas. Un caso clásico, vinieron a explicar, del machista aforismo la maté porque era mía.

El jurado, en definitiva, aceptó sin tachas todos los hechos que consideró probados a lo largo de las 14 sesiones del juicio el fiscal Miguel Mínguez, avalando sus acusaciones de homicidio agravado por parentesco y violencia machista y profanación de cadáveres. Su confirmación podría dejar expedito el camino a la magistrada-presidenta, Araceli Perdices, para dictar una pena de cárcel muy próxima a los 15 años que reclamaron tanto el Ministerio Público como la acusación popular, ejercida por la Comunidad de Madrid. Si esa es al final su condena, habría cumplido ya unos dos años y medio por anticipado.

El homicida lleva entre rejas, en prisión provisional, desde el 20 de noviembre de 2018, a donde llegó cuatro días después de ser detenido en Zaragoza, ciudad a donde huyó y donde fue arrestado tras ser reconocido en una imagen televisiva por la dueña del restaurante en cuya cocina se ocultaba desde hacía unos tres meses con nombre falso y una barba que disimulaba sus facciones.

La acusación particular, ejercida en nombre de la madre de Heidi, Gloria, y de los dos hijos menores de la fallecida, acepta la calificación pedida por el fiscal como pena alternativa, pero reclamó al tribunal de la Sección 26, como calificación principal, que condenase a Román a 26 años y medio de prisión por un asesinato con alevosía junto a un delito de maltrato habitual y reincidente y otro de profanación de cadáver.

El jurado consideró probado que Heidi y César se conocieron a finales de abril o principios de mayo de 2018, cuando la hondureña empezó a trabajar como camarera en una de sus sidrerías, que en pocos días iniciaron una relación sentimental y que ambos se fueron a vivir juntos. Creen que, al menos en sus últimas semanas como pareja, vivían en el piso de la calle López Grass 28 de Madrid en el que el hostelero la mató entre las 5:52 y las 16:21 horas del 5 de agosto, de una manera que no se ha podido determinar.

Es el lapso temporal que hay entre que Heidi, que le había dejado temporalmente después de poner fin mediante una intervención a un embarazo no deseado por Román, le llamó desde la madrileña plaza de Legazpi para decirle que iba a verle al piso de Vallecas, donde le confirmó que lo abandonaba, y que César tomó un taxi, con una maleta muy pesada, que le llevó hasta las proximidades de una nave que tenía alquilada desde febrero.

Esa nave es donde ocho días después fue localizada por los bomberos la misma maleta, con ADN del empresario en las asas, y en cuyo interior se halló el torso de Heidi, sin cabeza, brazos ni piernas, miembros que le fueron amputados con la pericia de un carnicero y que nunca aparecieron. Los bomberos localizaron el cuerpo cuando fueron a apagar un fuego en un montacargas con el que Román intentó destruir los implantes mamarios que también le amputó al cadáver y otros objetos personales que habrían podido identificarla, como un colgante.

El tribunal, en definitiva, no creyó ni una palabra de la versión dada por el Rey del Cachopo, que negó haber matado a su novia, que dijo que creía que incluso podía estar viva, y que señaló que si estaba muerta habría sido a manos de una banda de delincuentes y policías madrileños a los que ayudaba a robar a narcotraficantes.

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