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Mercedes Barrutia
Miércoles, 16 de julio 2014, 02:47
Un equipo de científicos del Instituto Academia Europea de Bolzano (EURAC), en Italia, junto con la Universidad de Viena ha analizado con éxito el ADN no humano en una muestra pequeña de hueso del Hombre de Hielo. La investigación revela que el hombre que un día fue la momia más antigua de Europa padeció periodontitis, una enfermedad que retrae las encías y produce inestabilidad en los dientes. El trabajo se publica en la revista PLOS ONE.
De Ötzi, que así es como se llama el Hombre de Hielo, sabemos tanto que parece que ha vivido entre nosotros: qué aspecto tenía, cuánto medía y que padecía intolerancia a la lactosa. Ahora, un equipo de investigadores italianos han descubierto, en la muestra de hueso que suelen emplear para los realizar las investigaciones, ADN no humano correspondiente a Treponema denticola. Se trata de un patógeno oportunista implicado en el desarrollo de la enfermedad periodontal, dice el trabajo.
Uno de los puntos fuertes de este hallazgo es que se basa en la diagnosis a partir de tomografía computarizada, lo que ha permitido descubrir, después de más 5.000 años, que el Hombre de Hielo padecía la enfermedad de las encías. "Este ADN no humano se deriva de bacterias que viven sobre y dentro de nuestro cuerpo. Sólo la interacción entre bacterias o un desequilibrio puede causar ciertas enfermedades, por lo tanto es muy importante reconstruir y comprender la composición de la comunidad bacteriana mediante el análisis de esta mezcla de ADN, ha explicado uno de los científicos que ha colaborado en la investigación, Thomas Ratte, de la Universidad de Viena.
Al pobre Hombre de Hielo, tarde o temprano, se le moverían todos los dientes si no encontraba a tiempo un dentista, algo complicado para el periodo en el que vivió, en torno al 3.300 A.C. Lo que es nuevo en esta investigación es que no llevamos a cabo un análisis de ADN dirigido, sino que investigamos todo el espectro de ADN para comprender mejor qué organismos se encuentran en esta muestra y cuál es su función potencial, explica Frank Maixner, del Instituto EURAC.
Parece que Ötzi no gozó de muy buena salud, pero a cambio el hielo conservó su cuerpo por un tiempo suficiente como aportar a la ciencia y a la humanidad respuestas a algunas preguntas que hubiesen quedado ocultas.
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