![Un colmillo de tres metros, una idea para satisfacer a los dioses](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/pre2017/multimedia/noticias/201407/17/media/cortadas/colmillo--575x323.jpg)
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Mercedes Barrutia
Jueves, 17 de julio 2014, 03:04
Un equipo de arqueólogos ha descubierto en el municipio de Metepec del Estado de México un colmillo de mamut de casi 3 metros de longitud. Una reliquia descomunal que, según indica el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH), tiene una antigüedad aproximada es de 12 mil años. El diente fue utilizado como ofrenda en la base de una construcción prehispánica.
Si la cuestión era impresionar a los dioses, parece que lo consiguieron sobradamente. Ofrecer a las divinidades un colmillo de mamut de casi tres metros de largo no tiene nada que ver con los tradicionales y manejables ramos de flores. A los pies de una construcción prehispánica de hace 3.000 años un equipo de arqueólogos, que se encontraba realizando labores de salvamento en un socavón, ha descubierto este gran diente a modo de ofrenda. Se han hallado restos de mamut, incluso en el municipio de Metepec, pero no se habían descubierto en una ofrenda como ésta, es la primera en su tipo en la región, cuenta la arqueóloga Carmen Carbajal, responsable del rescate.
El colmillo se encontraba colocado en un estrato de tepetate, un tipo de suelo arcilloso y no fértil, cubierto con fragmentos de cerámica, restos de ceniza, carbón y semillas carbonizadas. Tras analizar el entorno, los científicos han deducido que el diente es una ofrenda previa a la construcción de grupos con influencia olmeca en el período Preclásico medio, entre los años 1.000 y 400 a.C. Encima de esta ofrenda, los pobladores desplantaron sus pisos y muros para edificar, dice Carbajal, así que quizá se tratase de la búsqueda de algún tipo de bendición del terreno.
El hallazgo es de suma importancia, no por el diente en sí, sino por el ritual que implica. Los mamuts no habitaban este tipo de zona más baja donde ha sido encontrado. Con casi tres metros de largo, la pieza ósea fue llevada al cerro desde la zona lacustre. La apropiación de este elemento debió de haber sido pensada por ritualidad, puesto que le otorgaron un valor simbólico de la naturaleza y lo utilizaron en la ofrenda, explica Carbajal.
Otros elementos encontrados en compañía del colmillo, como figuritas con cierta orientación, cenizas y carbón, fragmentos de huesos de humano y de animal, dice la investigadora, indica que se trató de una ceremonia con un carácter especial.
Una forma, como mínimo original, de sorprender a los de arriba.
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