![¿Cerveza o tinto de verano? La elección depende de la genética](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/pre2017/multimedia/noticias/201409/25/media/cortadas/cerveza--575x323.jpg)
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Mercedes Barrutia
Jueves, 25 de septiembre 2014, 13:45
Percibir la cerveza como una experiencia demasiada amarga puede ser una defensa del organismo a sustancias tóxicas. La predilección por unas bebidas alcohólicas u otras, o por ninguna, es una cuestión genética según un estudio publicado en la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research. El trabajo vincula las variaciones genéticas en los receptores del sabor amargo y del calor con la predisposición a ingerir alcohol.
Llegamos a un bar, sentimos calor o simplemente ganas de relajarnos: ¿qué le pedimos al camarero? ¿Cerveza? ¿Vino? ¿Un refresco? Dependerá del día, pero sobre todo de algo que no podemos controlar: nuestra genética. Estudios científicos muestran que los receptores del sabor amargo se encuentran relacionados de forma directa con el gusto por las bebidas alcohólicas, pero ahora una investigación sugiere que, incluso para hincar el codo, estamos sometidos a nuestros genomas. Cuando las personas prueban el alcohol en el laboratorio, la cantidad de amargor que experimentan difiere, lo que está relacionado con la versión del gen receptor que posee cada individuo, explica el director del Centro de Evaluación Sensorial de la Universidad de Pensilvania, John E. Hayes.
Los científicos explican que puede ser más fácil para algunas personas aprender a comer o beber ciertos alimentos y bebidas, incluyendo alcohol. Pero el aprendizaje, la experiencia previa y el medio ambiente también desempeñan un papel muy importante en las preferencias y decisiones que tomamos, según indica la agencia Sinc. Así, por ejemplo, cuando una persona rechaza una cerveza por su sabor amargo, esto puede entenderse como una defensa del cuerpo a una sustancia tóxica, pero las sensaciones que provocan los alimentos y las bebidas y que influyen en su consumo no son determinantes, existe un factor genético, explican los científicos. Con la exposición repetida, algunos individuos pueden aprender a disfrutar cierto amargor en sus bebidas y comidas, como ocurre con el chocolate negro o el café, añaden.
Para llevar a cabo el estudio, los científicos contaron con la participación de 93 personas de raza blanca que presentaban alguna variación en los genes estudiados, el TAS2R1 y TAS2R38. Como las bebidas industriales contienen sustancias que potencian el sabor, el objetivo fue analizar la reacción de los receptores al alcohol puro.
Según los autores, esta variabilidad genética podría usarse en un futuro para prever el consumo a través de la genética y realizar intervenciones personalizadas a individuos propensos en una edad temprana.
Así que cuando no sepa qué bebida pedir, tranquilo, su genética hablará por usted.
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