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Mercedes Barrutia
Lunes, 29 de septiembre 2014, 14:26
Un estudio llevado a cabo a partir de una encuesta realizada por la Agencia Europea de Derechos Fundamentales sobre maltrato asegura que las mujeres afectadas son propensas a sufrir más episodios a lo largo de su vida. Este concepto, llamado polivictimización incluye a diferentes agresores, desde compañeros de trabajo, familiares, parejas y exparejas. El trabajo se publica en la revista científica Journal of Family Violence.
Es una lacra social de la que cuesta desprenderse: dicen que la educación lo es todo, que los contextos familiares lo determinan pero de momento parece no parar. La violencia y el maltrato, físico y psicológico, se encuentran dentro de cualquier casa, a la vuelta de cualquier esquina. Y lo peor, según un estudio llevado a cabo por el departamento de ciencias políticas y sociales de la Universidad Pompeu Fabra y del de economía de la Universidad Cornell en Estados Unidos, aquellas mujeres que lo sufren son propensas a padecerlo en otros muchos contextos.
Se llama polivictimización. Y se presenta en diferentes variantes: abusos psicológicos y físicos, acoso, incluso el acecho. ¿Agresores? Cualquiera: amigos, compañeros, conocidos y extraños, además de familiares y parejas actuales y anteriores, afirma la agencia Sinc, plataforma que recoge el estudio. Además, deja profundas huellas físicas y psicológicas en la mujer, como lesiones, cicatrices, depresión, y baja autoestima, explican los científicos que han realizado el estudio. ¿Ámbitos? Cualquiera donde exista una relación social: entorno familiar, por supuesto la vida en pareja, el espacio íntimo o el laboral y público.
Los científicos que han realizado el análisis de la encuesta aseguran que se trata de un maltrato multilateral de la mujer en que la norma no es la ausencia de victimización sino una pauta de abuso distintiva, basada en episodios de abuso esporádicos y desconectados por parte de sujetos menos conocidos por la víctima, dicen Jorge Rodríguez Menés y Cristina Sobrino. La consecuencia en los entornos no personales son también secuelas, desde luego, pero suelen ser de menor calado que otro tipo de experiencias, como por ejemplo algunos traumas infantiles.
Según los resultados, el desarrollo de la vida en un entorno de pobreza o marginación social incrementan las posibilidades de ser polivíctima en el caso de la mujer. Para los científicos, es vital diseñar políticas más efectivas de prevención y tratamiento de la violencia contra las mujeres en los ámbitos familiares e íntimos donde deja huellas más profundas.
Un estudio que verifica lo que ya podía intuirse y que además avala la necesidad de nuevas políticas sociales adaptadas a cada ámbito.
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