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josé i. cejudo
Martes, 20 de noviembre 2018, 09:40
Muchos aficionados a la astronomía se buscan la vida para, desde sus posibilidades, observar la Vía Láctea desde la Tierra. Algo tan inmenso en lo que nuestra existencia supone apenas un porcentaje mínimo. Formada por cientos de miles de millones de estrellas y grandes cantidades de gas y polvo, la Vía Láctea es el fruto de miles de millones de años de evolución, probablemente resultado de la fusión de pequeñas estructuras llamadas galaxias enanas. Los aportes en los últimos años de la misión Gaia de la ESA está permitiendo un conocimiento inaudito hasta la fecha sobre más de 1.600 millones de estrellas, sobre sus movimientos, posición y brillo. Gracias a estos datos los investigadores Tobias Fritz y Giuseppina Battaglia, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), han podido caracterizar las órbitas de 39 galaxias enanas alrededor de nuestra galaxia.
Fritz y Battaglia explican a IDEAL junto a su compañero Tomás Ruiz Lara que este innovador estudio supone «no sólo conocer la posición de estas galaxias enanas en estos momentos y su velocidad en 3D, sino también saber dónde se encontraban anteriormente ofreciéndonos una película única del pasado de nuestra vecindad cósmica». Los investigadores han sido capaces de evidenciar que un número importante de estas galaxias satélite, tanto masivas como menos masivas, se encuentran «orbitando en un plano al igual que otros sistemas como M31 o CenA».
En esta publicación de los investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias también se explican las peculiares formas de algunos de estos satélites, debidas «a la influencia de la Vía Láctea cuando se encontraban cerca de las regiones internas de la galaxia». La mayoría de ellos se encuentran en la actualidad próximos «a su punto de máximo acercamiento al centro galáctico o pericentro», con más dificultad para detectar satélites lejanos por un sesgo observacional. Con su trabajo, Tobias Fritz y Giuseppina Battaglia también han concretado que la cantidad de materia oscura que alberga la Vía Láctea es de 1.6 billones de masas solares.
El bello estudio de Fritz y Battaglia es un primer paso hacia un conocimiento cada vez mayor de nuestra galaxia, de su sistema de satélites y de su pasado, todo gracias a los datos de la misión Gaia de la ESA y a su interpretación. De hecho, los investigadores del IAC aseguran que «en un futuro cercano se verán complementados por proyectos internacionales desde tierra firme que capturarán movimientos radiales y la composición química de estrellas demasiado débiles para ser observadas por Gaia». Apuntan a una era en la que la Vía Láctea podrá observarse en más de seis dimensiones.
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