josé i. cejudo
Viernes, 14 de septiembre 2018, 10:21
Ha pasado más de un año, concretamente 16 meses, desde que se descubriera el sistema Trappist-1 y todavía sigue coleccionando portadas en revistas científicas. Y es que no deja de producir noticias, algo que lleva a considerarlo el sistema planetario más intrigante de la actualidad. Un reciente estudio ha permitido averiguar algo más acerca de la composición de sus, al menos, siete exoplanetas, de los que cinco muestran un inusitado porcentaje de posibilidad de agua en masa.
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Tomás Ruiz Lara, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias, recuerda cómo con el descubrimiento de Trappist-1 «nos encontramos ante un sistema de al menos siete planetas a 40 años-luz en el que todos pasaban entre la línea de visión que une su estrella 'anfitriona', una enana ultra fría, y la Tierra». «Se provocaban así tránsitos de estos exoplanetas por la superficie de la estrella, mostrando cambios en la luz recibida desde ella. Este hecho nos permitió indagar en sus naturalezas», apunta.
Una de las primeras conclusiones extraídas señaló que los siete planetas tenían masas y densidades similares a la Tierra. «Y, además, cuatro de ellos se encontraban en la zona de habitabilidad de la estrella; básicamente, allí donde podemos encontrar agua líquida», explica Ruiz Lara. «Usando modelos por ordenador, hace unos meses se pudo deducir también que los planetas alrededor de Trappist-1 podían llegar a tener hasta un 5% de elementos volátiles, es decir, que pueden pasar a estado gaseoso sin necesidad de temperaturas enormes, como ocurre con el dióxido de carbono, el hidrógeno, el agua, el amoniaco o el metano. Al final se concluyó que buena parte de estos elementos eran agua y vapor de agua», desarrolla el investigador del IAC.
Cada vez se sabe más de esta posibilidad. «Un reciente estudio ha utilizado lo que denominamos transit-timing variations (TTVs), o lo que es lo mismo, un análisis de las variaciones en el tiempo de diversos pasos de los planetas frente a la estrella que orbitan para determinar como nunca antes sus densidades», introduce. «Esto permitió conocer aspectos de su composición, como que dos de estos exoplanetas son fundamentalmente rocosos (C y E)», señala. «Pero lo interesante viene cuando analizamos B, D, F, G y H», advierte Ruiz Lara.
Presencia de océanos o hielo
«En estos cinco casos, para entender los datos obtenidos necesitaríamos una densa atmósfera o incluso la presencia de océanos o hielo», razona el investigador del IAC. «De hecho, se calcula que la fracción en masa de agua de estos sistemas puede llegar a ser hasta del 5%, siendo el contenido en agua de la Tierra, por comparación, tan sólo del 0.1%», subraya Tomás Ruiz Lara.
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Resulta especialmente curioso el caso del exoplaneta B. «Es el que se encuentra más cerca de la estrella central y por tanto más influenciado por su radiación. La combinación de cercanía y presencia de una densa atmósfera hace que pueda tener temperaturas de hasta 1.500ºC por un fuerte efecto invernadero y una presión atmosférica en su superficie de hasta 10-1.000 bar, a tener en cuenta sabiendo que la presión a nivel del mar en la Tierra es de 1 bar aproximadamente», contextualiza el astrofísico.
«Mes a mes, casi día a día, nuevos datos y análisis llegan de este complejo sistema formado por siete tierras que nos pueden dar importantes pistas sobre la formación y evolución de planetas terrestres formados en el mismo disco protoplanetario», remarca con entusiasmo Tomás Ruiz Lara, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias.
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