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Una mujer pasa por delante de un mural adornado con figuras femeninas. Afp
Los criminales que matan a su pareja a cuchilladas luego se suicidan

Los criminales que matan a su pareja a cuchilladas luego se suicidan

El porcentaje de víctimas de la violencia de género que denuncian con antelación a su verdugo es cada vez más bajo

Martes, 21 de diciembre 2021, 17:32

El informe realizado por el Poder Judicial sobre los asesinatos de género cometidos el año pasado en España tiene varias conclusiones muy preocupantes, que un ejercicio más demuestran que esta lacra, pese a menos, no termina de convertirse en un hecho marginal. Pero, además de elementos valiosos para mejorar la lucha contra estos delitos, incluye algunos datos sorprendentes. Uno de ellos es que los criminales machistas que asesinan a sus parejas o exparejas a cuchilladas minutos después se suicidan en la absoluta mayoría de las ocasiones, algo que ni de lejos hacen los maltratadores que usan otro tipo de armas o instrumentos para quitarle la vida a las mujeres.

El cuchillo es el arma más utilizado por los criminales de género, el empleado en la mitad de estos asesinatos. Pero lo curioso es hasta el 83% de los maltratadores que en 2020 mataron a sus parejas o exparejas a puñaladas o degollándolas se quitaron la vida. No es un comportamiento común entre estos asesinos. Se suicidan cuatro veces más que quienes asesinan a golpes, mediante estrangulamiento o con una pistola o escopeta. En los demás casos los suicidas no llegaron ni al 20%. El informe no da pistas que expliquen este dato, solo indican que los que se quitan la vida después de matar a la mujer suelen tener una edad media superior y normalmente son matrimonio.

La estadística de 2020, como es sabido, estuvo muy condicionada por el confinamiento domiciliario con el que se comenzó a combatir la pandemia en marzo. En los tres meses largos que concluyeron a finales de junio, cuando se dulcificaron las restricciones, solo hubo cuatro crímenes de género. Uno cada 25 días. La tasa más baja de la serie histórica. Sin embargo, el levantamiento del estado de alarma trajo una tremenda ola de asesinatos machistas. Doce muertas en 47 días. Casi una cada tres días.

Por cada hombre muerto a manos de su compañera sentimental ellos matan a siete mujeres

Las razones fundamentales, creen los expertos, fueron que durante el confinamiento el maltratador conviviente tenía bajo control a su víctima y el asesino potencial no conviviente no lo tenía fácil para atacarla. Al retornar la libertad de movimientos, y con ella la posibilidad de huida de las víctimas, se dispararon los crímenes.

No obstante, el trimestre de perfil bajo contribuyó a que las 47 muertas registradas en 2020 fuesen la cifra más baja desde que se contabilizan estos delitos, desde 2003. No solo fue la pandemia sino el buen trabajo realizado en los últimos años de los poderes públicos, las fuerzas de seguridad y la concienciación ciudadana. Más órdenes y medidas de protección, más pulseras telemáticas, más condenas judiciales o planes y ayudas más eficaces han permitido que el descenso sea casi permanente desde 2011. De hecho, el año en curso podría tener un número de asesinadas aún menor, con 42 a fecha de hoy.

Uno de los datos más preocupantes del informe, sin embargo, es que las víctimas de los grandes maltratadores cada vez denuncian menos. Las mujeres que en 2020 terminaron muertas por sus parejas y que ya habían demandado ayuda a policías o jueces no pasaron del 17%. Fueron un 20% menos que en 2019, cuando lo hicieron el 21,8%, y la mitad que en 2018, cuando acudieron a contar los golpes y las vejaciones el 35% de las más tarde fallecidas. Entre ellas destacan las menores de 25 años, que prácticamente no denuncian nunca. Además, en la mayor parte de los casos, las denunciantes se retractan ante el juez.

Escaso ojo clínico

El segundo elemento especialmente negativo es que el diagnóstico policial y judicial sobre estos casos que pese al aviso terminan en tragedia no es muy certero. De las ocho víctimas que denunciaron, en la mayoría de casos se apreció un riesgo medio, en uno fue bajo y en los dos restantes, inexistente.

Lo que sí está claro, por si alguien todavía lo dudaba, es que la antiguamente denominada como violencia familiar, lo es en realidad de género. Es violencia machista. El año pasado las agresiones de pareja le costaron la vida a siete mujeres por cada hombre fallecido a manos de su pareja femenina. Esta cifra incluso es más clara en el registro histórico. La proporción media en la década anterior, desde 2009, es de nueve asesinatos femeninos por cada uno masculino. Pero, además, en la mitad de los casos existe la posibilidad de que la muerte del hombre fuese un acto de violencia defensiva o de respuesta de la mujer, pues tres de los fallecidos tenían denuncias previas de su pareja por agresiones.

El perfil de las asesinadas es el de una mujer entre 30 y 50 años, que convive con su pareja y verdugo. Tanto es así que el porcentaje de relaciones truncadas entre las víctimas, uno de los grandes desencadenantes clásicos de estos asesinatos, se redujo a la mitad. El 71% de las fallecidas eran madres, que dejaron 29 huérfanos. Murieron en su hogar, en pequeñas localidades, y sobre todo en enero y agosto y en domingos. Hubo un notable aumento de las muertas de origen extranjero. Sus verdugos, detenidos o muertos, tenían una edad media de 48 años, el 70% eran españoles, y entre los de otros países destacaron los rumanos.

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