
Pilar Eyre
Vermú de domingo ·
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Pilar Eyre
Vermú de domingo ·
«Isabel Preysler tiene una varita mágica con la que toca a los hombres y los convierte», dice la autora de 'Señoras bien', su última novela«Con esto de Corinna, ayer tuve que desconectar el móvil, y esta mañana tenía como quince llamadas perdidas», dice Pilar Eyre. No es raro ... que el teléfono de la periodista eche humo, porque Eyre es un referente en asuntos de Casa Real, pero también en muchos otros, como demuestra su amplísima trayectoria profesional. Ingeniosa, risueña y vital, campa a sus anchas tanto en el periodismo como en la literatura, género al que pertenece 'Señoras bien' (Planeta), su última novela. En ella, inspirándose en su propia experiencia y en la de las mujeres de su círculo, se rebela contra una sociedad que «nos aparta a un segundo plano a partir de una edad» mientras aprovecha para diseccionar la burguesía ilustrada catalana con mucho humor y la precisión del bisturí de un cirujano plástico.
-¿Qué toman las señoras bien de aperitivo?
-Durante mucho tiempo he tomado copas fuertes, pero, ahora, me he pasado al champán, así que lo puedo tomar en el aperitivo, en la cena y después de la cena.
-¿Conoce la canción de Las Bistecs 'Señoras bien'?
-¡Sí! No tenía ni idea, pero me la han enviado ya cincuenta veces, y me he quedado alucinada de que hubieran utilizado exactamente el mismo concepto.
-Cantan «Señoras bien, señoras fetén, señoras mal, señoras fatal». Dígame alguna mujer fatal.
-En el sentido clásico de mujer fatal, te diría que Isabel Preysler. Tiene una varita mágica con la que toca a los hombres y los convierte: cuando empezó a salir con Vargas Llosa, el escritor bailaba, reía, iba a fiestas y estaba siempre sonriente, enamorado, con ojos de cordero degollado. Lo dejaron, y en una semana entró en la senectud. El amor que sentía por Isabel, el toque de esa varita mágica, lo había convertido en un hombre mucho más joven.
-Es que el amor rejuvenece. Le pasa a Andrea, la protagonista de su novela.
-Total. Andrea tiene inseguridades porque tiene un cuerpo de mujer mayor, y quiere que haya una luz discreta, y se tapa con la sábana, y hace esto y lo otro. Pero cuando está enamorada le da igual, y se pasea tranquilamente desnuda por la habitación porque saberse deseada la convierte en una mujer bella, y se siente joven, ágil, y deja de dolerle todo.
-Te puedes enamorar a cualquier edad.
-Y hasta te diría que es igual el sujeto de tu amor. Pero lo que no olvidas es lo enamorada que estabas. Y eso es lo que yo echo a faltar: ahora que no tengo pareja desde hace dos años, no echo a faltar un hombre, sino enamorarme. Morirme de ansiedad, mirar el móvil cincuenta veces al día, acostarme pensando en él, despertarme pensando en él. Pero, bueno, estoy a la expectativa. Oye, quién sabe, quién sabe.
-Su novela critica cómo intentan relegarnos a un segundo plano al hacernos mayores. En lugar de salir, de enamorarnos, de divertirnos, tenemos que quedarnos tranquilitas en casa.
-Sí, y no llevar ropas apretadas porque ya no tenemos edad, y no pintarnos las uñas de rojo porque las manos parecen garras, y dejarnos el pelo blanco… Te dicen «bueno, ya no vas a ser mujer, pero serás persona, dedícate a tus hobbies». Esto es deprimente.
-Cuando seguimos dando el callo.
-Piensa que la industria cultural española se aguanta sobre los hombros de las mujeres. ¿Quiénes son lectoras? ¿Quiénes van al cine? ¿Quiénes van a las conferencias? ¿Quiénes entran en YouTube? Porque yo soy youtuber y veo que el 80% de personas que entran son mujeres mayores de 65 años. Tenemos un potencial que no se refleja en la literatura: en los libros salen mujeres mayores, pero no son las protagonistas, son la madre, la suegra, la abuelita... Por eso, las protagonistas de mi libro son mujeres que no se definen por su papel de madre o de abuela, sino por lo que son ellas de verdad.
-Dice que los ricos son tacaños.
-Son generosos en lo grande, sobre todo para ellos, pero en las cosas pequeñas son tacaños: yo he visto a dos señoras muy empingorotadas pelearse por unas muestras minúsculas de unas cremas, jajaja.
-Y que los catalanes son fanfarrones al revés.
-Sí. Me lo decía Umbral, que era muy amigo mío. Te dicen «iremos a buscarte con la barca», y tú te imaginas dos tíos llegando a la orilla a remo y resulta que la barca es un yate de cincuenta metros. No nos gusta ostentar.
-¿Le preocupa que alguna amiga se enfade tras leer el libro?
-Estoy temblando. Yo veraneo en la Costa Brava y, cuando mis amigas vienen a visitarme, nos quedamos tomando champán y charlando hasta las tantas contándonos cosas que yo apunto en una libretita en cuanto se van a dormir. Son anécdotas que no ofenden a nadie, pero me da un poco de cosa. De momento, las opiniones han sido positivas, aunque luego vendrá lo de «Ay, el libro me ha gustado mucho, pero…». Ya te contaré.
-Quien no se ha enfadado con usted es el rey Juan Carlos...
-Tampoco se va a enfadar porque no creo que vaya contra periodistas, sino contra objetivos más altos. Básicamente, yo he hablado de sus amores, y eso no le ofende. Cuando saqué 'La soledad de la reina', le dijeron «Señor, señor, que la mosca cojonera -como me llama él- va a publicar un libro sobre sus amores». «Que hablen de mis novias me importa tres pitos», dijo. Y cuando le comentaron que había dicho que se había acostado con 1.500 mujeres, él venga a reírse. Bueno, a la reina no creo que le hiciera tanta gracia.
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