Varios jóvenes en la universidad. RC

Uno de cada cuatro universitarios abandona la carrera que empezó

La mitad de quienes renuncian se cambian a otra facultad, sobre todo tras acabar el primer curso, pero el otro 50% deja los campus

Domingo, 8 de octubre 2023, 00:12

os que uno de cada cuatro españoles que empieza una carrera universitaria termina por abandonarla. Así lo certifica un estudio realizado por el profesor Manuel Valdés, de la Universidad Complutense de Madrid. Ha tomado los aproximadamente 350.000 estudiantes que en el curso 2016-17 ... accedieron a la universidad y ha comprobado, cuatro años después (la duración teórica de los estudios), cuántos se habían graduado o seguían estudiando en la misma escuela o facultad donde se matricularon a su llegada a los campus.

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Quienes se habían marchado de la titulación alcanzaban el 26%, pero lo más preocupante es que esta proporción -una renuncia a los estudios de más de uno de cada cuatro- se registró de forma casi idéntica en los seis cursos previos. Desde el comienzo de la década pasada.

Entre quienes dejan los estudios con los que inauguraron su periplo universitario la mitad lo hace para cambiar a otra facultad o escuela, pero el otro 50% deja los campus. Desecha completar estudios superiores.

El segundo dato más llamativo de la investigación es que, de forma habitual, el 16% de quienes abandonan sus estudios iniciales lo hace durante o al término del primer curso. Ese porcentaje engloba a dos de cada tres universitarios que terminan por dejar la titulación.

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La enorme tasa de abandono de los estudios describe un drama personal, pero también un quebranto anual de los recursos destinados por las distintas administraciones españolas a financiar la educación universitaria. Un alumno de los campus públicos, en el mejor de los casos, no paga más del 15% al 25% del coste total del curso. Dinero que se dilapida tanto deje la universidad como comience otros estudios diferentes. «Naturalizar unas cifras de abandono tan notables es muy costoso, no solo porque el abandono supone un gran coste emocional para el alumno sino porque implica un enorme coste económico para el sistema», destaca Manuel Valdés.

El abandono universitario no es monolítico. Con mucha diferencia, son más los hombres que desisten de seguir los estudios iniciales. El abandono es del 33% entre los hombres y del 21% entre las mujeres (casi un 60% menos). Por contra, la diferencia entre campus públicos y privados es muy baja, con algo más de renuncias en los primeros.

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Donde sí hay gran variedad es entre las áreas de conocimiento. Las altas tasas de abandono de los estudios se concentran en las ingenierías (35%) y en informática (39%), con cifras próximas al 25% en el primer curso. Por contra, la mayor continuidad en la carrera se da entre las distintas especialidades de Educación, con solo un 14% de abandonos, y en los títulos de Ciencias de la Salud, donde desiste el 17%. Por encima de la media de renuncias están también áreas como Artes y Humanidades, Negocios y Derecho o Ciencias. Estos datos aclaran parte de la notable brecha de género, pues los estudios con más deserciones son también los más masculinizados.

Fracaso en la orientación

Valdés considera que los factores que explican la alta tasa española de abandono de los estudios universitarios son muchos, pero destaca dos. En primer lugar, cree que el hecho de que dos de cada tres lo dejen en el primer curso denota una mala elección del título. El comienzo de una carrera que muchos descubren ya tarde que no encaja con sus intereses y expectativas. «Parece obvio que debemos mejorar la calidad de la información que los alumnos preuniversitarios tienen sobre los distintos grados. A modo de propuesta, podría ser interesante pensar en un primer año universitario de naturaleza transversal dentro de cada área de estudios, donde el alumno solo escoge el área pero no aun el grado», indica el investigador.

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El hecho de que las carreras más exigentes concentren también los mayores abandonos y que un tercio lo deje en segundo o cursos posteriores apunta también, argumenta Valdés, tanto a una formación académica mejorable en la secundaria como a un relativo fracaso en el filtro y selección exigible a la EVAU.

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