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Jueves, 11 de marzo 2021, 12:10
El 'semáforo nutricional' ha revolucionado el mundo de la alimentación en España. Ya eran muchos los que se preocupaban por lo que comían, pero ahora los ciudadanos parecen estar más pendientes de las etiquetas de los productos qu adquieren en el el supermercado. Los alimentos, ... cuanto menos procesados, más saludables son. Y dentro de los procesados, desde el punto de vista nutricional hay muchas diferencias. Para que los consumidores puedan elegir con criterio, se ha ideado un etiquetado nutricional para los alimentos procesados que funciona como un semáforo con 5 letras: desde la A (producto saludable) hasta la E (poco recomendable). Es el sistema Nutriscore.
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Pues lamentablemente, no hay buenas valoraciones en Nutriscore para los embutidos, advierte la OCU, como alimentos procesados. El organismo ha revisado a través de una plataforma de supermercado online el etiquetado nutricional de más de 200 embutidos y este es el resumen de lo que hemos encontrado.
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En la escala de la A (más saludable) a la E (poco recomendable), se observa que no hay ni un solo embutido con una A y tan solo 2 productos reciben una B. No obstante, es posible encontrar productos con un mejor o peor perfil nutricional; todo dependerá de su contenido en grasas saturadas y sal, los dos nutrientes más críticos en este tipo de productos.
Por su elevado contenido en grasas saturadas y sal, el jamón ibérico recibe una valoración entre D y E, por lo que se recomienda que su consumo sea poco frecuente y en poca cantidad.
Fuera de toda polémica de si el jamón ibérico es mejor que otra carne procesada, y sin ánimo de demonizar productos, el etiquetado Nutriscore nos ayuda y nos advierte de qué productos, dentro de una categoría, son mejor que otros. Hay categorías que no deben estar presentes en nuestra dieta a diario, sino de forma ocasional, y Nutriscore no hace sino evidenciar que sus características nutricionales hacen de ello productos de los que no conviene abusar, y que además están presentes en demasiada cantidad en la dieta media de los españoles. Todos los alimentos tienen cabida, pero en cantidades y frecuencias adecuadas.
El consumidor es quien tiene la última palabra y tomará su decisión de compra basándose en la información que le facilite el fabricante en su etiquetado. Cuanto más completa, sencilla y fuera de cualquier interés comercial sea esa información, más fácil le será decidir por la opción que mejor le venga: por precio, por salud (composición nutricional, aditivos), por sostenibilidad (nivel de procesamiento, origen, forma de producción del producto), etc.
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