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antonio paniagua
Jueves, 19 de julio 2018, 01:25
El departamento de Español al Día, el encargado de resolver las dudas que plantean los hablantes, está desbordado. Con una plantilla de sólo siete lingüistas, este negociado de la Real Academia Española (RAE) no da abasto para desterrar las incertidumbres que aquejan a los hispanohablantes. ... Las dudas vienen no solo de España, sino de todo el mundo. En sus veinte años de existencia, estos sabios del idioma ya han despachado cerca de 700.000 respuestas. «La experiencia acumulada y el conocimiento de la norma nos permiten ser muy rápidos a la hora de contestar. Lo peculiar de este servicio es que cuanto mejor lo hacemos, más consultas nos llegan. Ahora se presentan unas 330 diarias. Estamos al límite», asegura Elena Hernández, coordinadora de la sección.
Si antaño el canal mayoritario para impartir sus orientaciones era la propia web, ahora lo hace también en Twitter, vía con la que satisface más del 60% de las consultas. Ello no obsta para que atienda además los requerimientos que le llegan por correo postal. Por si esto fuera poco, los expertos del departamento en su momento elaboraron el Diccionario Panhispánico de Dudas, en el que se registran un millón de consultas mensuales. Trabajo no les falta, ya que la edición y corrección de los documentos y discursos de la RAE es una tarea que recae sobre ellos.
Es tal el éxito de esta sección que vela por el buen decir que los lingüistas se han percatado de que muchos estudiantes recurren al canal de Twitter con la esperanza de que les hagan los deberes. «Se les detecta muy rápido. Reclaman por ejemplo el análisis sintáctico de una oración. Por supuesto, les decimos que las tareas escolares son cosas de ellos», dice la coordinadora del departamento.
Las cuestiones que más interés suscitan son las de carácter ortográfico y las referidas al uso correcto de las mayúsculas. A tenor de las preguntas, los españoles no son nada duchos en distinguir las diferencias entre 'por que', 'porque' y 'porqué'. Especialmente dubitativos se muestran los ciudadanos a la hora de entender por qué voces como 'guion', 'truhan' o 'liais' se escriben ahora sin tilde. También trae de cabeza a los hablantes la distinción entre 'a ver' y 'haber'.
La RAE no tiene especial inquina por los extranjerismos, pero cree que muchas veces su uso no responde a una necesidad. Unas veces, términos como 'abstract' o 'consulting' resultan superfluos y son fácilmente sustituibles en español por 'extracto' y consultora'. En otras ocasiones, al no tener equivalente en español, es más complicado el reemplazo. Así sucede con palabras como 'blues' o 'jazz'. «Muchísimas palabras que tienen un origen inglés provienen de la informática, aunque rápidamente los técnicos en la materia han encontrado su equivalente en español. Ha ocurrido de este modo con 'colgar', 'bajar y 'descargar'. Con otros términos seguimos luchando. Así, por ejemplo, hemos propuesto 'macrodatos' para 'big data' o 'copia de seguridad' para 'back up', dice Salvador Gutiérrez, responsable de Español al Día.
El francés es muy influyente en la gastronomía y la moda, mientras que el inglés exhibe su poder en el terreno de la publicidad, al tiempo que extiende sus tentáculos en la economía y la sociología. Para Gutiérrez, el recurso a extranjerismos confiere a determinados grupos profesionales un aura de prestigio.
A los hablantes preocupados por no trufar su habla con anglicismos innecesarios, el departamento de la RAE recomienda el uso de vocablos que se acomoden a la grafía y la pronunciación españolas. Con ello se pretende la cohesión de la lengua española. Ello ha concitado airadas protestas cuando la alternativa propuesta resulta chocante. Ocurrió cuando se estudió adoptar 'yintónic' como expresión idónea para escribir 'gin-tonic'. «La gente se olvida del montón de palabras que han sufrido ese proceso. 'Fútbol' es un ejemplo de lejanía del original 'foot ball' al que nadie le pone ninguna pega. La gente debe entender que en español existe un sistema de correspondencias entre sonidos y grafemas. Por debajo late una resistencia visual al cambio. La lengua no es algo inmutable y la norma lingüística no la deciden los académicos. La lengua cambia con el uso que de ella hacen los hablantes», asegura Elena Hernández.
Pese a la omnipresencia del inglés, el idioma tiene una fuerte capacidad de adaptación. «Es cierto que 'fútbol' perdió la batalla frente a 'balompié', pero 'baloncesto' ganó a 'basket'», apunta el académico. Cuestiones muy accidentales, como el símbolo internacional de la 'P' para señalizar la cercanía de un 'parking', hace que su equivalencia en castellano, 'aparcamiento', pierda predicamento. Aun así, a las palabras inglesas que acaban en 'ing' la Academia tiende a quitarles la g, como ha sucedido con 'mitin', 'pudin' o 'trávelin'. «Por eso todos los anglicismos que acaban en 'ing' y aún no han sido adaptados se deben escribir con cursiva, como es el caso de 'ranking' o 'catering'», aduce Gutiérrez.
La k medieval
El español no es inmune al contagio de lenguas periféricas. 'Adrede', 'alioli', y 'añoranza' proceden del catalán, mientras 'aquelarre', 'bacalao' y 'chabola' son préstamos del vasco. El euskera ha contribuido a que la k haya adquirido un mayor relieve. «La k ha sido siempre una letra advenediza porque no existía en el latín. Ahora tiene un valor contestatario, lo cual se advierte en el empleo de la palabra 'okupa'», subraya Hernández. «No obstante, en la Edad Media tuvo muchísima importancia. En 1803, en cambio, se eliminó del abecedario, una ausencia que estuvo vigente hasta la mitad del siglo XX», precisa el lingüista.
Al departamento llegan bastantes quejas de militantes feministas que luchan por el lenguaje inclusivo. Las duplicidades que impone el lenguaje políticamente correcto, eso que preña de 'españoles y españolas' el discurso de muchos dirigentes, van contra el principio de economía del lenguaje. «Muchos políticos dejan de utilizarlo cuando se bajan de la tarima», argumenta el académico.
La petición del Gobierno a la RAE de un informe para incluir en la Constitución el desdoblamiento de género no acarreará novedades. La doctrina de la institución a este respecto ya está asentada. Como dice el director de la entidad, Darío Villanueva, «se confunde la gramática con el machismo». Al menos hasta el pasado fin de semana, la vicepresidenta Carmen Calvo no había contactado con Villanueva para explicar el motivo de la consulta, lo que ha suscitado malestar en la Academia.
Curiosamente, al mismo tiempo que hay un movimiento que pugna por imponer el uso de 'fiscalas' y concejalas', las mujeres que ejercen la medicina se resisten a que se las llame 'médicas'. «No estoy de acuerdo con la idea de que el masculino genérico invisibiliza a la mujer. Ninguna mujer debería arrogarse la representación de todas para afirmar tal cosa», señala la coordinadora del departamento.
Resulta paradójico que quien reclama ayuda a este departamento de la RAE adopte un tono belicoso, cuando no insultante. Ocurre especialmente en Twitter y la Academia procura no entrar al trapo. No obstante, trata de que no se propaguen bulos, como el que refiere que la RAE acaba de aprobar 'almóndiga', 'toballa' o 'asín'. En realidad, se trata de palabras que figuran en el diccionario desde el siglo XVIII, dado que en su día fueron variantes que aparecían en obras clásicas.
«El departamento recibe consultas de todo el mundo. Es la proa de la Real Academia, por cuanto contesta a dudas que están de plena actualidad. La RAE no es la Inquisición, pero sí tiene un mandato para orientar al ciudadano, y esa labor la asume la sección de Español al Día», asevera Salvador Gutiérrez.
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