A Natalia Osona (Madrid, 31 años) un reumatólogo la dio prácticamente por desahuciada. Padecía dolores insoportables de espalda, pero ella acudió a todo tipo de terapias hasta que logró que una especialista, Belén Criado, la obligara a volver a moverse. Mientras estaba postrada en la ... cama concibió Glowrias, una tienda de ropa 'online' que ha crecido tanto que ya ha abierto un comercio físico en Madrid. La firma se ha convertido en un referente de moda femenina para eventos como bodas, graduaciones y fiestas de Navidad. 'Influencer', pianista, abogada y empresaria de éxito, Osona es una adicta al trabajo, pero no al móvil, del que puede prescindir los fines de semana.
Lunes
8.30 horas. Para desayunar me hago lo que llamo un bollito fit. Hace tiempo sufrí sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO, por sus siglas en inglés) a causa de no haberme diagnosticado ni tratado la celiaquía durante años. No podía tomar lactosa, gluten ni azúcares. Casi todas las frutas, verduras y legumbres las tenía prohibidas. Pero a lo que iba, la receta se hace con tres ingredientes que me estaban permitidos: plátano, huevo y cacao. Se hace al microondas y se prepara con plátano machacado, huevo batido y una cucharada de cacao. Muchas veces le añado nueces para que resulte más nutritivo. A mi chico también le encanta y me da muchísima energía. Es proteína con potasio a tope.
9.00 horas. Me ducho y maquillo, bueno... tampoco mucho. Me pongo mis antiojeras, mi rímel, un poquito de labial y ya estoy preparada para empezar a grabar vídeos durante el día.
12.00 horas. Mi día a día es diferente cada semana, y eso es algo que me trae loca, porque soy una persona superorganizada y estructurada. Hoy me pillas en Santorini, mañana puedo estar en Cannes y pasado en Ibiza.
Martes
11.00 horas. Empiezo a grabar contenido para mis redes, de lo contrario el algoritmo me perjudica, de modo que tengo que estar siempre subiendo cosas. Cuento lo que he comido o alguna anécdota. Si me ha salido un orzuelo lo enseño, si me encuentro feliz lo digo, si la comida me ha sentado mal lo menciono. Explico tanto lo bueno como lo malo. Tengo un millón de seguidores en Instagram. ¿Cuál es el secreto? Influyen muchos factores. Cuando comencé, el algoritmo era más favorable a recomendar tu perfil a personas desconocidas. Aparte de eso, se necesitan constancia y un elemento clave: empatizar con la gente. Y claro está, algo imprescindible: mi ropa gusta.
17.30 horas. Mientras grabo distintas 'stories', se me pasan las horas volando y como muy tarde. Durante estas horas, mi representante suele informarme de las campañas que tengo que hacer. Realmente estoy fuera de onda.
20.00 horas. Voy subiendo todo lo grabado a YouTube, Instagram o TikTok, o me hago fotos para la marca. Depende. Según voy avanzando de un lado, voy retrocediendo en otro. A eso de las nueve me pongo a contestar comentarios de mis seguidores.
Miércoles
17.30 horas. Tengo que hacer comidas frugales, porque lo malo del SIBO es que puede reaparecer en cualquier momento. Y eso es peligroso, porque para erradicarlo te tienes que someter a rondas de antibióticos y dietas muy estrictas. Voy a la consulta de un médico digestivo, que es también nutricionista, y he aprendido a evitar ingestas copiosas. A lo mejor tomo una pechuga de pollo con patatas hervidas y un poco de verdura. Evito las salsas que me pueden sentar mal porque luego tengo que rendir.
23.30 horas. Diego, mi chico, me ayuda con la cena. Y es que puedo pasarme contestando comentarios hasta la once de la noche. Me tumbo con mis perras en la cama y me pongo una serie, que en realidad no veo porque mientras tanto estoy con el móvil. Por las noches las redes se activan muchísimo y es el momento de interactuar con la audiencia.
Jueves
12.30 horas. Por mi mala salud me suelen decir: «chica, has salido defectuosa», pero en mi descargo contesto que siempre me sobrepongo. Nací de un parto complicado, me tuvieron que hacer dos reanimaciones cardiorrespiratorias, de modo que ahora mismo podría no estar aquí. El médico predijo que iba a tener complicaciones respiratorias, y así ha sido. En el Hospital Niño Jesús de Madrid los neumólogos me controlaban el asma. De pequeña estaba siempre bastante pachuchilla, pero ahora puedo hacer una vida normal. Toco madera, que todos los males sean estos.
22.30 horas. Para mí lo adictivo no son las redes sociales, sino el trabajo. En algunas ocasiones las primeras me parecen hasta repulsivas. No estoy enganchada a perfiles de Instagram, me inspiro en los comentarios para elaborar mis contenidos. Aunque invierto un sinfín de horas de mi vida en el móvil, aunque cueste creerlo sé desconectar y prescindir de él por completo. Sé de compañeros que ni siquiera comen sin el teléfono. Yo, en cambio, un día cada fin de semana ni siquiera lo enciendo.
23.30 horas. Me gusta mucho cenar en la cama. Hacer deporte me ayuda a relajarme, lo tengo algo abandonado pero lo estoy retomando. A veces me pongo en Netflix meditaciones guiadas. Me he educado para hacer muchas cosas. Desde los ocho años he ido al conservatorio, que he compaginado con mis estudios, y practicaba varias horas con el piano en casa. Si podía tener la oportunidad de llegar lejos en algo, debía al menos intentarlo.
Viernes
23.40 horas. Mis perritas Pipa, Matilda y Georgina son como mis hijas. Quien tenga animales seguro que me entiende. Cuando tuve dolores de espaldas que prácticamente me impedían andar, hará cosa de nueve años, Pipa se portó de manera increíble, porque si me veía mal ella lo sabía y se preocupaba. Cada una de ellas tiene su 'perronalidad' y todas me dan muchísimos mimos.