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Chema Ruiz España
GRANADA
Sábado, 17 de abril 2021, 12:02
El biólogo experto en salud ambiental Alberto Puig, vicedecano del Colegio Oficial de Biólogos de Andalucía entre 2003 y 2019, no cree que el uso de la mascarilla sea el pilar sobre el que se debe construir la protección ciudadana. No se posiciona en contra de ella, insiste, pero tampoco la ubica en lo más alto del escalafón de seguridad. «Nosotros, aquellos biólogos que nos dedicamos a la prevención y la salud ambiental, desde el principio advertimos de que el proceso de transmisión de un virus respiratorio se suele dar en espacios cerrados o semicerrados con una alta carga vírica», argumenta para reclamar que se sitúe a la ventilación en el centro de la estrategia a pie de calle, aunque lamenta que no sea «la medida estrella desde el principio». «Todavía no hemos interiorizado que el riesgo está en las viviendas, en los domicilios», sostiene.
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«Se le ha dado mucha más repercusión a medidas como el uso de la mascarilla, incluso al aire libre. Hemos advertido a la Junta de Andalucía, en julio, e, incluso, al Ministerio, de que entendíamos que la ventilación debía ser la medida estrella, la medida estructural, por ser tremendamente intuitiva y porque eleva lo que nosotros llamamos la percepción del riesgo», explica el también portavoz de la plataforma de Afectados por la covid en Residencias de Jaén y Andalucía. «Si a la gente le dices que si no lleva la mascarilla, no va de fiesta y se queda en casa, no coge la covid, que es la linealidad de los mensajes que ha ido recibiendo, lo que nosotros hemos ido detectando es que hay personas que se ponen la mascarilla y no se van de fiesta, pero cogen la covid en su casa», resume. Este es, según defiende, el indicativo de que no se está prestando la atención necesaria a la renovación del aire en interiores.
En su opinión, y la de varios biólogos con quienes comparte especialidad, se está «desenfocando la estrategia de prevención», pues «la seroconversión, que es el paso de estar sano a estar contagiado, detecta que la mayor parte de los contagios ocurren en los domicilios». «El Estudio Nacional de Seroprevalencia, que es una gran investigación que ha hecho el Ministerio de Sanidad, nos dice cuánta gente se ha contagiado en España. Da la impresión de que hay mucha gente contagiada, pero solamente se ha contagiado el 10% de la población. Este estudio dice que el 90% de las personas que se han contagiado en los últimos seis meses llevaban mascarilla. ¿Qué ocurre ahí? A lo mejor, esta medida de ventilación debe subir en el escalafón de medidas estructurales e imponerse», expone Puig.
El biólogo considera que la jerarquía establecida es «errónea» y, de hecho, puntualiza que «ni la Organización Mundial de la Salud ni el Centro Europeo de Enfermedades Infecciosas recomiendan en sus últimos informes técnicos la colocación intensa y extensa de la mascarilla». «Yo no critico las mascarillas; nosotros estamos criticando la obsesión con ellas, sobre todo en zonas al aire libre, que lo que hace es banalizarlas», afirma. En su lugar, propone que «la ventilación, la convivencia al aire libre o el uso de los espacios públicos al aire libre manteniendo la distancia de seguridad son elementos fundamentales», lo que relegaría al tapabocas a un rol «secundario».
«Todavía nos queda mucho virus por gestionar y creo que debemos dar paso a la ventilación, que la mascarilla debe utilizarse solamente en espacios cerrados», insiste, convencido de que, además, una potenciación de la ventilación habría reducido el impacto de la covid-19, en especial en residencias de ancianos. «Son espacios de alta carga viral, de esta y de otras enfermedades. No ha habido mecanismos ni procedimientos específicos, protocolos de ventilación específicos, para que se rebajase esa carga viral», desarrolla, por lo que afirma perdida una ocasión «de que, a lo mejor, muchos ancianos hubiesen vivido o hubieran tenido la posibilidad de haber luchado unos meses más».
En la misma línea se expresa Alberto Puig acerca de las restricciones implementadas en cuanto a limitación de personas por grupo y los servicios hosteleros. «Uno de los fallos que, para mí, ha tenido el enfoque de la gestión es haberla centrado en las personas», asegura, ya que «cuando hay incidencia de 500, significa que 1 de cada 200 personas está contagiada». «Es altamente improbable que esta persona aparezca en tu entorno de ocio de forma esporádica y te contagie», afirma, tras lo que mantiene que la infección se produce cuando «esa persona de cada 200 se encuentra contigo en un sitio en el que estéis juntos mucho tiempo, de forma continua y diaria».
«Se ha criminalizado a los bares y restaurantes; se les ha culpabilizado como puntos calientes de socialización. Los datos no dicen eso. Los datos de contagios procedentes de bares y restaurantes son bajísimos, por debajo del 0'3%», lamenta, pues «es más fácil legislar, controlar y elevar la percepción de riesgo en los espacios que estar sospechando de todas y cada una de las personas que nos rodean». Además, subraya que «las terrazas son espacios seguros porque están al aire libre» y que «no hay todavía evidencia científica de ningún contagio procedente de terrazas», del mismo modo que considera seguro el regreso a las universidades si se aplica un protocolo de ventilación severo.
Cobra esta medida una especial relevancia en estos meses, en los que las temperaturas comienzan a aumentar. «El aire acondicionado va a ser el enemigo de los próximos meses, por eso estamos hablando de ventilación», asevera Puig, quien advierte del mal hábito que se ha adoptado «en los últimos 15 años». «Somos una generación acostumbrada a vivir a 21ºC todo el año; eso, ahora mismo, es incompatible con el virus, porque significa que tienes puesto continuamente un aparato que vicia el aire», argumenta.
La recomendación que lanza, por todo ello, es «elevar la percepción del riesgo en espacios y ámbitos cerrados cotidianos, como el trabajo y el domicilio», que supone, bajo su punto de vista, una suerte de «vacuna de carácter conductual o social». Para ello, indica que «cualquier sitio cerrado que uno utilice de forma rutinaria se debe ventilar, sí o sí, y hacer esto compatible con la climatización, asumiendo una pérdida de confort climático». «Evidentemente, de alguna manera, hay que mantener siempre la prudente distancia social. La mascarilla, en espacios cerrados, es una medida perfecta, pero secundaria o complementaria», concluye.
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