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Lunes, 22 de marzo 2021, 12:14
Las estrellas azules masivas (también conocidas como estrellas OB) tienen una peculiaridad que las hace especialmente interesantes para los astrofísicos: tienen una vida efímera de pocos millones de años. Así pues, del mismo modo que la datación de las rocas revela el nivel de ... actividad geológica de un planeta, la presencia de estrellas OB en la Vía Láctea es un indicador de la actividad en nuestra Galaxia, ya que nos revelan regiones de formación estelar. Allí donde las encontramos podemos decir que la Galaxia está «viva», pues se están formando nuevas estrellas. También sucede que estas estrellas de vida breve no tienen tiempo de alejarse de las zonas donde nacen, los brazos espirales, por lo que, además, son excelentes referencias para trazar un mapa de esas estructuras Galácticas.
Con este objetivo, un equipo de investigadores liderado por el Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA) ha realizado una exhaustiva actualización del catálogo ALS (de Alma Luminous Stars), el mayor catálogo existente de estrellas OB masivas de nuestra galaxia. Compilado hace dos décadas, este catálogo cuenta con casi 20 000 objetos. Durante meses, los investigadores han cruzado los antiguos datos de cada estrella con los datos recientemente obtenidos con la misión Gaia de la ESA, obteniendo un catálogo completamente actualizado. Los nuevos datos, recientemente publicados en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society (MNRAS), han permitido al equipo trazar por vez primera el mapa más detallado de los brazos espirales de la Vía Láctea.
Como señala Michelangelo Pantaleoni González, investigador del CAB y autor principal del estudio, «hemos revisado el catálogo original a fondo, actualizándolo y sistematizándolo con los datos modernos de Gaia. Y aunque este era el propósito del estudio, disponer de una muestra de estrellas tan actualizada nos llevó a echar un vistazo a los datos para ver qué aspectos de nuestro entorno Galáctico se manifestaban con mayor claridad. Y ahí surgió la sorpresa».
El mapa es tan detallado que ha permitido al equipo científico descubrir algo que nadie había visto hasta ahora: un ramal de nuestro brazo espiral (el de Orión) de unos 10.000.
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