Jueves, 29 de noviembre 2018, 01:24
La chispa prendió en Granada, donde la fusión de los dos hospitales públicos de la ciudad en un gran complejo hospitalario no sentó nada bien a los granadinos. Según el plan de la Junta de Andalucía, el nuevo centro estaría formado por varios edificios, cada ... uno de una especialidad diferente, lo que llenó de dudas a muchos usuarios que no sabían dónde acudir cuando les dolía algo. Se veían obligados a autodiagnosticarse antes de pedir hora para atinar con el edificio adecuado si no querían peregrinar por el complejo en busca de un médico.
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Aquello acabó con la paciencia de los granadinos, que en octubre de 2016 protagonizaron una gran manifestación en contra de las medidas de la Junta. Por las calles de la ciudad desfilaron 50.000 personas para exigir el fin de la fusión. Semanas después, otras 70.000 se movilizaron en Huelva y Málaga. En este caso denunciaban los recortes y reclamaban mejoras en las infraestructuras sanitarias.
Las manifestaciones no han cesado desde entonces sin que el Gobierno de Susana Díaz haya encontrado la manera de frenarlas. Se dio marcha atrás a la fusión en Granada, casi toda la cúpula de la Consejería de Salud que ideó aquel proyecto fue destituida y la presidenta ha tenido que pedir disculpas públicas en reiteradas ocasiones. Nada de eso ha servido. Los pacientes, y también los profesionales del sector, siguen clamando en la calle contra «el deterioro» de lo que la Junta siempre ha calificado como «la joya de la corona».
Cuando en 1984 asumió la transferencia de las competencias sanitarias, el Gobierno andaluz, presidido entonces por José Rodríguez de la Borbolla, puso en marcha una reforma que cambió por completo la sanidad en Andalucía. Se crearon nuevas infraestructuras, se modernizaron las ya existentes, se amplió la plantilla y se implantaron modelos de gestión que han sido imitados en otras autonomías y países. Entre 1984 y 1985 la comunidad recibió las transferencias de 28 hospitales. En la actualidad, cuenta con 108.
La consejera de Salud de la Junta, Marina Álvarez, ha afirmado recientemente que la Sanidad pública andaluza se ha situado «en los primeros puestos de la vanguardia y la innovación en gestión, con políticas de eficiencia que han sido el espejo no solo de comunidades de nuestro entorno sino del sistema nacional y de países comunitarios y extracomunitarios». Antonio Vergara, portavoz de la Asociación en Defensa de la Sanidad Pública en Andalucía, comparte estas palabras aunque no el momento en el que han sido pronunciadas. En su opinión, lo que dijo la consejera pertenece a otra época, no a la actual.
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Malos tiempos
«En Andalucía hemos sido pioneros en modelos de gestión, teníamos un sistema sanitario ideal que tuvo un crecimiento extraordinario en la década de 1980», asegura Antonio Vergara. Eran tiempos en los que la joya brillaba en todo su esplendor y siguió haciéndolo durante años, pero llegó la crisis económica y todo comenzó a estropearse. «La infrafinanciación y la desorganización han provocado un evidente deterioro de la Sanidad pública», afirma.
El momento de mayor esplendor se vivió en 2010, año en el que los presupuestos de Sanidad en Andalucía, de 9.739 millones de euros, alcanzaron su nivel máximo. A las cuentas públicas aún no habían llegado los efectos de la crisis iniciada en 2008, pero esta buena noticia no duró mucho. Un año después el presupuesto se redujo un 4,18% y en 2013 el retroceso fue del 10,13%. Los recortes no se detuvieron hasta 2015, ejercicio en el que los números comenzaron a salir del pozo. De 8.210 millones pasaron a 8.413, un 2,48% más, y desde entonces no han cesado de aumentar. En las cuentas para 2018 Sanidad se lleva 9.809 millones y supera a las cifras de 2010.
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Los recortes parecen haber cesado, pero sus efectos no. Según datos de la Cámara de Cuentas, entre 2011 y 2013 el Servicio Andaluz de Salud perdió 7.773 trabajadores. «En los últimos años ha habido una reducción de plantillas escandalosa y, aunque se ha anunciado la contratación de más personal, todavía no llegamos a la situación de antes de la crisis. El déficit sigue siendo evidente y se ve en las listas de espera, que cada vez son mayores y por más conceptos», sostiene Antonio Vergara.
Los datos oficiales no parecen decir lo mismo. Las estadísticas del Ministerio de Sanidad revelan que la tasa de pacientes que aguardan su momento para ser intervenidos quirúrgicamente en Andalucía es de 8,35 por mil habitantes, por debajo de la media española, de 13,13. Los mismos datos reflejan que los andaluces esperan 28 días menos que la media nacional, de 106 días.
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Son unas cifras que, según Paloma Hergueta, «están maquilladas porque lo que han hecho ha sido comparar el mes de junio en Andalucía, cuando hay pocos pacientes en las listas, con el de diciembre en el resto del país, que siempre da la máxima del año». Hergueta, presidenta de la Asociación Huelva por una Sanidad Digna, asegura que «la joya se ha deteriorado progresivamente» a la vez que «el cortijo ha extendido sus tentáculos sobre ella porque ahora que no hay obra pública el dinero para gastar está en la Sanidad».
«El desastre no es absoluto, es un problema de recortes», sostiene Antonio Vergara, que observa vigilante los compromisos electorales. Todos prometen más dinero y más plantilla aunque está por ver que las buenas palabras lleguen a cumplirse. Por si acaso, recuerda que «la gente está harta».
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