Siete casos para la jubilación anticipada en la Seguridad Social a los 62 años

La jubilación anticipada puede ser voluntaria o involuntaria. En el primer caso, el trabajador puede retirarse dos años de la edad legal renunciando a una parte de su pensión. Por su parte, la jubilación involuntaria o derivada del cese no voluntario en el trabajo permite un retiro cuatro años antes: con 62 años y dos meses.

Ante esta situación también se producen ciertas reducciones de la cuantía. Estas dependen exclusivamente de los años cotizados del trabajador. Para proceder a la jubilación anticipada involuntaria se tiene que dar alguno de hasta siete supuestos. Por ejemplo, un despido colectivo por causas económicas, técnicas, organizativas o de produccción en el lugar de trabajo del futuro pensionista o un despido objetivo.

También se incluye la extinción del contrato por resolución judicial o la muerte, jubilación o incapacidad del empresario individual, así como la extinción de la personalidad jurídica del contratante. Igualmente, la extinción del contrato de trabajo motivada por la existencia de fuerza mayor constatada por la autoridad laboral facilitará la jubilación anticipada voluntaria.

Si el contrato se extingue por voluntad del trabajador por causa de movilidad geográfica, modificación sustancial de las condiciones de trabajao o incumplimientos del empresario del Estatuto de los Trabajadores, así como por voluntad del trabajador al ser víctima de violencia de género, el futuro pensionista podrá acogerse a estas condiciones de retiro.

La jubilación anticipada involuntaria consta de algunos requisitos. Por un lado, el trabajador deberá acreditar un mínimo de cotización efectiva de 33 años, de los que dos de ellos deberán estar comprendidos en los últimos 15. Por último, se deberá llevar a cabo el alta como demandante de empleo con un mínimo de seis meses antes de formalizar la jubilación.