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El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, descarta dimitir por el caso de la falsa denuncia homófoba. El miembro del Gobierno expresó su preocupación por que se «banalice» la gravedad de los delitos de odio y negó haber instrumentalizado el asalto ficticio para obtener réditos políticos. Una explicación que no convence a los populares, para quienes el comportamiento del juez es una prueba de que «llueve sobre mojado».
Grande-Marlaska alegó en su descargo que no había acusado a ningún partido de incitar a la violencia, sino solo reprochado discursos que la alimentaban, sin citar a nadie en concreto. Un argumento que no se creen PP, Ciudadanos ni Vox, que exigieron al titular del departamento que renunciara a su cargo por manipulador y haber atribuido a la oposición el crear un clima de opinión contra ellos. Marlaska, que sostuvo que los investigadores no le habían comunicado sus sospechas sobre la veracidad del testimonio del denunciante, dijo haberse enterado de la retractación del joven «a media tarde» del miércoles. «Había muchas hipótesis y estas investigaciones son complejas», sostuvo.
Mientras el presidente del PP, Pablo Casado, exigió el cese de Marlaska por el uso partidista de la violencia homófoba, el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, arremetió contra el ministro, a quien hizo responsable de «poner en la diana» a casi cuatro millones de españoles al acusar a sus votantes de «homófobos, nazis, de ser los causantes y provocadores de asesinatos de mujeres, de agresiones sexuales y de crímenes». El partido ultraderechista pedirá la reprobación del ministro en el Congreso por intentar «demonizarle», según anunció Macarena Olona, portavoz de Vox en la Cámara baja.
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Pese a que la víctima ha confesado que las relaciones fueron consentidas, el Gobierno mantiene la convocatoria de la comisión de seguimiento del plan de lucha contra los delitos de odio, que presidirá mañana Pedro Sánchez. «Es verdad que conocimos que fue una denuncia falsa la que se produjo en relación con ese hecho, pero esa denuncia falsa no puede impedir describir lo que es verdad, la realidad que sufren personas de distintas orientaciones sexuales por el hecho de ser como son», sentenció Sánchez.
Según Marlaska, Interior ya tenía previsto formalizar el encuentro antes del caso de Malasaña, a la vista del repunte de los delitos de odio, que han crecido en los seis primeros meses del año un 9,3%. También la Cogam, el colectivo LGTBI de Madrid, mantiene la convocatoria para celebrar este sábado una manifestación en la Puerta del Sol contra la homofobia.
El origen del testimonio falaz hay que buscarlo en el deseo del joven de que su actual pareja, con la que lleva poco tiempo saliendo, no se enterara de que había mantenido relaciones sexuales de tintes masoquistas con dos hombres, a los que conoció gracias a una cita en las redes sociales y cuya identidad prefiere omitir. Como no podía justificar las laceraciones en las nalgas, se inventó una mentira «que se le fue de las manos».
En su declaración, llegó a fabular que le habían puesto una navaja en el cuello y que una mujer había sido testigo del ataque. Antes, dijo, le habían agarrado de brazos y piernas, arrancado la camiseta e infligido cortes en el culo. La presencia providencial de una mujer hizo huir a los agresores, apuntó el joven, que en las grabaciones de las cámaras de videovigilancia, sin embargo, siempre aparecía solo.
A la vista de que la Policía encontró incongruencias en el relato del muchacho, asignó un agente para que se ganara su confianza y le acompañara el máximo tiempo posible con el fin de que el denunciante acabara confesando la verdad. El argumento que hizo mella en el acusador fue que ese día se iba a celebrar una manifestación en Madrid contra la homofobia y era posible que se montase un embrollo de grandes proporciones que podía acabar en violencia contra la Policía. Ese razonamiento le dio la puntilla y el chico, de 20 años y nacionalidad española, se desmoronó y rectificó su declaración. El denunciante, que está «hundido», quiere ahora desaparecer del mapa y refugiarse en casa de su familia. «Yo solo quería que me curaran las heridas y que se mantuviera mi identidad en secreto», declaró a los investigadores.
La Policía da su investigación por concluida y descarta iniciar actuaciones contra los dos hombres que le tatuaron con un cúter en los glúteos la palabra «maricón».
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