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Sábado, 5 de junio 2021, 12:38
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) no solo defiende los derechos de los compradores sino que también se preocupa por su salud, alertando sobre algunos componentes peligrosos de los alimentos como el aditivo E171. No obstante, no todos los componentes poco saludables son ... aditivos, sino que algunos alimentos contienen tóxicos naturales. Es el caso de los glicoalcaloides de las patatas.
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Los glicoalcaloides son una familia de compuestos que están presentes en algunas hortalizas de forma natural. En la patata los más abundantes son la alfa-solanina y la alfa-chaconina. La OCU señala que hay que tener especial cuidado con las patatas que tienen manchas verdes o brotes pues es en estas zonas y alrededor de ellas donde se acumula más solanina.
Según explica la OCU, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) evaluó hace unos meses los riesgos para la salud de los glicoalcaloides en determinados alimentos que contienen solanina, como los tomates, las berenjenas, las patatas y productos derivados. Para el tomate y la berenjena la EFSA no llegó a ninguna conclusión porque no cuenta con suficientes datos. En cuanto a las patatas, la EFSA no pudo evaluar los efectos en los animales de granja o de compañía. No obstante, sí hay suficiente información sobre este tubérculo para determinar las posibles consecuencias de la ingesta de solanina y otros compuestos en los seres humanos.
La OCU detalla que los glicoalcaloides de las patatas se relacionan con problemas de salud como náuseas, vómitos o diarrea. Según los datos disponibles, la ingesta de 1 miligramo por kilo de peso corporal al día es la dosis más baja a la que se observa la aparición de efectos no deseados. Los expertos de EFSA indicaron que quienes tienen más riesgo de alcanzar una concentración tóxica de glicoalcaloides son los bebes y niños pequeños. Esto se debe a que, como pesan pocos kilos, sin consumir patatas en exceso ya estarían en riesgo. Por el contrario, los adultos necesitarían comer grandes cantidades de patatas para llegar a niveles peligrosos.
Según la OCU, la concentración de solanina y otros glicoalcaloides en la patata depende de varios factores, entre ellos la variedad de patata, su envejecimiento o su forma de almacenamiento. Por ejemplo, hay de 3 a 10 veces más cantidad de glicoalcaloides en la piel que en el interior. Asimismo, hay que tener en cuenta que con la oscuridad se forman cinco veces menos glicoalcaloides que cuando las patatas se dejan a la luz.
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La OCU propone varios consejos para eliminar la solanina de las patatas:
- Comprar solo las patatas que se vayan a utilizar en las siguientes semanas.
- Al comprar, evitar coger las patatas que tengan zonas verdes o brotes, pues es ahí donde se acumula más solanina.
- Guardar las patatas en un lugar seco, bien aireado, fresco y sin luz. No se deben guardar en la nevera, ya que el frío favorece la aparición de azúcares y se estropean.
- Pelar, cocer y freir las patatas: al quitarles la piel se reduce su contenido en glicoalcaloides entre un 25 y un 75 %. Si les salen manchas verdes es mejor eliminar esas zonas por completo. En cuanto a los brotes, hay que quitar un centímetro cuadrado de pulpa alrededor de cada uno o tirar la patata si está demasiado germinada. Por otro lado, al hervirlas la concentración de esos tóxicos baja entre un 5 y un 65 %, mientras que, si se fríen en aceite, disminuye entre un 20 y un 90 %.
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