La cúpula eclesial, al comienzo de la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal. Mariscal/EFE

Omella hace un llamamiento a la unidad de los obispos en torno al Papa

El arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, fue el más respaldado, con 32 papeletas, en la votación de sondeo

Lunes, 4 de marzo 2024, 13:09

El cardenal Juan José Omella pronunció este lunes su último discurso como presidente de la Conferencia Episcopal, que mañana elegirá a su sucesor al frente de la jerarquía eclesiástica. Omella, de 78 años, que abandona el cargo tras haber cumplido un mandato marcado por ... la pederastia clerical, la pandemia y las tensas relaciones con el Gobierno, hizo un llamamiento para que los católicos refuercen su comunión con el Papa, en un momento en que surgen voces ásperas que critican el pontificado de Francisco. El arzobispo de Barcelona y líder de los prelados evocó las palabras de Juan Pablo II cuando dijo: «Para un obispo, cultivar una espiritualidad de comunión quiere decir también alimentar la comunión con el Romano Pontífice y con los demás hermanos obispos, especialmente dentro de la misma Conferencia Episcopal y provincia eclesiástica».

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En vísperas de las elecciones en el seno del episcopado y ante algunos síntomas de división, que coinciden en el tiempo con algunos dardos al Papa que se lanzan desde sectores ultraconservadores, Omella exhortó a la unidad e hizo repetidas llamadas a la comunión: «Además, para superar el riesgo de la soledad y el desaliento ante la magnitud y la desproporción de los problemas, el Obispo necesita recurrir de buen grado, no sólo a la oración, sino también a la amistad y a la comunión fraterna con sus hermanos en el episcopado».

En este sentido, apeló a sus compañeros para que sean portadores de esperanza, especialmente en un mundo fracturado que «sufre ante la violencia, la polarización y la desigualdad». Fuera de la Casa de la Iglesia, la sede de la Conferencia Episcopal en Madrid, donde durante esta semana se celebra la asamblea plenaria de la jerarquía católica, permanecían apostados representantes de asociaciones de víctimas de abusos sexuales en la Iglesia. Miembros de la asociación Infancia Robada y de la Fundación Justice Initiative se manifestaron a las puertas del edificio y acusaron a los obispos de ningunear a los damnificados por la pederastia clerical. «Nunca cuentan con las víctimas, siempre nos dejan atrás», denunciaron. El obispo de Bilbao, Joseba Segura, se detuvo a hablar brevemente con los concentrados. Esta vez, Juan José Omella no hizo ninguna alusión en su discurso a las víctimas de abusos.

«Quiero daros las gracias a todos vosotros, hermanos obispos, y a todo el personal que trabaja en esta casa por vuestro apoyo, colaboración y comprensión durante estos cuatro años de servicio», subrayó el dirigente episcopal, quien pidió de manera encarecida que disculparan los «errores» cometidos durante su gestión.

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Luis Argüello

Omella no ha lanzado mensajes en clave a sus pares para orientar su voto, o al menos no han sido perceptibles. En un momento en el que el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, de signo conservador, aparece como el favorito para tomar el testigo del gobierno de la Iglesia española, el cardenal apeló a los mitrados a que elijan a sus responsables «con un absoluto desprendimiento de nuestros propios intereses y estrategias». En la votación de sondeo, que carece de de carácter vinculante aunque sirve para orientar los sufragios, Argüello fue el más votado, con 32 papeletas, frente al arzobispo de Madrid, José Cobo, que obtuvo 13. Jesús Sanz (Oviedo) cosechó 10 votos; y el arzobispo de Granada, José María Gil Tamayo, y el de Burgos, Mario Iceta, recolectaron cuatro.

Dentro de la facción renovadora no termina de emerger un hombre dispuesto a dar el paso y presentarse como alternativa a Argüello. El arzobispo de Madrid, José Cobo, el preferido por el Papa para dirigir la Iglesia española, es consciente de su debilidad y cree que no es el momento adecuado para abanderar el cambio.

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«Caminemos sin prisa, siempre unidos, cohesionados mirando hacia adelante», alegó Omella quien deja la presidencia después de cumplir un mandato de cuatro años, imposible de prorrogar por cuestiones de edad. El cardenal y arzobispo de Barcelona presentó su renuncia al Papa al cumplir 75 años.

Bajo su periodo de gobierno, la Conferencia Episcopal encargó una auditoría al despacho de abogados Cremades & Clavo Sotelo para investigar los abusos sexuales de sacerdotes, religiosos y personal vinculado a la Iglesia. El informe, que la Conferencia Episcopal al final no ha hecho suyo y ha presentado uno propio, notificaba 1.383 denuncias y un mínimo de 2.056 víctimas, si bien se abstenía de ofrecer una cifra de abusadores. El estudio del bufete de abogados sí que apostaba por reparaciones a la víctimas y planteaba indemnizaciones que deberían moverse en una horquilla de entre 6.000 y 100.000 euros. También, el Defensor del Pueblo estimaba que un 1,13% de la población había sufrido abusos en el ámbito religioso católico.

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Omella deja en herencia a su sucesor la crisis de vocaciones sacerdotales y la amenaza de cierre de algunos seminarios. Roma ha demandado a los obispos que agrupen seminarios de forma que el número de estudiantes sea al menos de 25. Sin embargo, los titulares de diócesis pequeñas y medianas, los más afectados por la sangría, se muestran renuentes a dicha solución. «En nuestra misión de servicio a las Iglesias que peregrinan en España, siempre 'cum Petro et sub Petro', no se nos oculta la gravedad de la hora presente de proceder con generosidad y resolución colegial a la reforma de nuestros seminarios», sostuvo el cardenal.

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