María Sánchez ha percibido un giro en los hábitos alimenticios de sus pacientes hacia una dirección más saludable. IDEAL

«La pandemia nos ha puesto contra las cuerdas; la gente ha visto la necesidad de comer bien»

La diplomada en Nutrición Humana y Dietética María Sánchez advierte una mejora generalizada en los hábitos alimenticios desde el inicio de la pandemia, si bien señala que en este tiempo se han destapado problemas no detectados anteriormente

Chema Ruiz España

GRANADA

Lunes, 7 de febrero 2022, 00:37

La covid-19 alteró con su impacto cualquier atisbo de normalidad previo a su detección. Consigo trajo una serie de modificaciones a implementar en el día a día que alteraron la rutina en prácticamente todos sus ámbitos. Entre ellos, la alimentación. «Ha habido de todo», ... asevera María Sánchez, diplomada en Nutrición Humana y Dietética, que pasa consulta de forma telemática en Centro Parody. «Ha habido cambios, creo que motivados porque, durante el confinamiento inicial, hubo mucha gente que ganó peso», señala, para matizar seguidamente que, posteriormente, la inercia se invirtió. «A raíz de ahí, lo que he percibido fue que la gente intentó perder ese peso que subió durante la primera parte del confinamiento», sostiene. Al margen, atisba una concienciación sobre la relevancia de la nutrición.

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«No teníamos otra cosa que hacer que cocinar y comer. Se limitó mucho el ocio», argumenta Sánchez, para seguidamente advertir de una disminución de los planes en grupo que impliquen comer tras el confinamiento. «Siempre he tenido casos en los que el problema del paciente no era cómo comía en casa, pues tenía conocimiento y buenos hábitos, pero al vida social era lo que le mataba. Una persona que de lunes a jueves come de manera saludable pero que, de viernes a domingo, no pusa su casa.», detalla. Ahora, en cambio, «la gente ha normalizado quedar para algo que no sea comer, para no quitarse las mascarillas», a su juicio.

Una doble tendencia, la ligada a las fases iniciales de la pandemia y la consecuente a nivel social, acentuada, además, por la emergencia de «auténtica preocupación por la salud». «Como la pandemia nos ha puesto contra las cuerdas y hemos visto a gente joven, sana, sin aparentemente nada más problemático ingresados, pasándolo mal, he visto una preocupación creciente. La gente ha visto la necesidad de cuidarse», asevera Sánchez, quien define este comportamiento como «una toma de conciencia de la importancia de comer saludable». «Yo veo una creciente mejora de hábitos», defiende.

La diplomada en Nutrición Humana y Dietética considera que el aumento de peso generalizado que observó en sus pacientes durante el confinamiento está vinculado más a los hábitos alimenticios que a los hábitos sedentarios que tal situación acarreó. «El cambio no estuvo tanto en el gasto físico, porque quien estaba habituado a hacer deporte se las ingenió para seguir haciéndolo, sino en la alimentación», aclara, para introducir el término «hambrurrimiento», que acuña para denominar a un comportamiento frecuente. «Al pasar tantas horas en casa y no tener nada que hacer, en lugar de aficionarnos a hacer un guiso saludable, la gente se aficionó a hacer dulce. Por 'hambrurrimiento' se comió más», abunda.

Problemas a la vista

En la misma línea, pero ahondando más en los problemas detectados durante la pandemia, María Sánchez sugiere que «no es tanto que se hayan dado más casos de problemas de conducta alimenticia, sino que se han destapado casos ya existentes y que no se habían detectado». Los hubo de distintos tipos. «Yo trabajo mucho el enfoque del coaching nutricional y la alimentación emocional, y aquí hubo, clarísimamente, muchísima gestión de las emociones a través de la comida», afirma en primer lugar. En este sentido, sostiene que «para mucha gente, comer era el único disfrute del día durante el confinamiento». «La persona que no tiene más hobbys cultivados, no se trabaja un poco a nivel más profundo, más personal o no tiene más momentos de autocuidado fue comer. Y, claro, comer gratifica mucho, pero no si es un brócoli. Lo que gratifica es la grasa y el azúcar», explica.

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Similares son las circunstancias en las que se produce el «trastorno de conducta por atracón», del que ha percibido «un aumento» desde el inicio de la pandemia. «Está muy normalizado y no se suele hablar mucho de él, pero es un trastorno tal cual. Todos vemos la película americana en la que se deprime muchísimo alguien y se come medio kilo de helado llorando. No es normal y puede irse un poquito más allá», asegura. «No sabría decir si ha aparecido más o gente que lo hacía y no tenía conciencia de ello se dio cuenta al estar en casa las 24 horas. He visto en mi consulta a más pacientes afectados, no sé si a raíz del confinamiento o porque la persona que lo hacía, cuando estaba sumida en su caos, en su rutina, no se daba cuenta y, de repente, al estar todo el día en casa metida, se percató», expresa.

María Sánchez ha advertido un incremento de pacientes que presentan ciertos problemas alimenticios. IDEAL

Por otro lado, a su consulta también acudieron más pacientes con problemas de vertiente más profunda. «Trabajo muy poquito los trastornos de la conducta de la alimentación, pero sí que me aparecieron casos al poquito de que levantaran el confinamiento. Es muy habitual este tipo de trastornos, sobre todo la anorexia y la bulimia, que, aunque pueden ocurrir en cualquier etapa de la vida, se empiezan a desencadenar en la adolescencia», expone, para más tarde indicar que, al pasar más tiempo con sus familias, sus afecciones fueron localizadas. «En un contexto de vida habitual, a lo mejor, estaban juntos muy pocas horas al día y se encontraron tres meses conviviendo 24 horas al día. Me vinieron pacientes porque se había descubierto un trastorno que llevaba ahí meses o años y había pasado desapercibido», especifica.

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Sobre la durabilidad de esta tendencia en el hábito, la nutricionista presenta ciertas dudas. «Yo confío y espero que se mantenga esa conciencia de la importancia de cuidar la salud. A lo mejor, dentro de cinco o diez años se nos queda la pandemia un poquito atrás, se olvida y personas que estaban cuidándose vuelven a no hacerlo», plantea. «Haría falta un poco más incidencia por parte de organismos públicos y demás sobre la importancia de cuidar los hábitos. Estamos ante una cosa que, aunque es una lotería, es menos probable que lo haga pasar mal a una persona que esté en un estado de salud perfecto», enfatiza, para seguidamente concluir que «si hubiera un apoyo público al cuidado de los hábitos, sí se perpetuaría».

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