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JAVIER GUILLENEA
Domingo, 3 de junio 2018, 14:45
Desde que estalló el escándalo provocado por la filtración de millones de datos personales de usuarios, Facebook no levanta cabeza. Después de los últimos contratiempos, al gran gigante de las redes sociales se le ha perdido el respeto y ahora que se le ha visto un poco de barro en los pies hay quien se atreve a plantarle cara. Uno de estos osados contendientes es el Gobierno de Papúa Nueva Guinea, que pretende cerrar Facebook durante un mes para analizar sus efectos en la sociedad.
El anuncio ha sido acogido con críticas por parte de los defensores de la libertad de expresión, que ven en esta medida un intento de acallar a los opositores. En su defensa, el Gobierno sostiene que la suspensión pretende identificar a los usuarios que se esconden detrás de cuentas falsas y denunciar a quienes incumplan la ley. «Sabremos quiénes suben imágenes pornográficas, quiénes publican información falsa y engañosa. La idea es que las personas reales utilicen sus identidades de forma responsable en la red social», ha explicado el ministro de Comunicaciones de Papúa Nueva Guinea, Sam Basil.
Detrás del cierre se halla un temor real a que se produzcan nuevas filtraciones de datos de los usuarios y un miedo difuso a los efectos de las redes sociales. Más allá de la seguridad cibernética, el Gobierno ve en Facebook una amenaza para la productividad de las personas. Según el ministro de Comunicaciones, «los niños son los más afectados. No se concentran. Y los empleados también se distraen».
Estas palabras tienen un cierto aroma a excusa para ocultar otras intenciones. El Gobierno no se plantea cerrar la red creada por Mark Zuckerberg para que los ciudadanos se distraigan menos, sino sustituirla por otra para que los usuarios «la utilicen con perfiles genuinos» y que, dicho sea de paso, será más fácil de controlar. «Podemos reunir a nuestros desarrolladores de aplicaciones para crear un sitio más propicio, queremos que Papúa Nueva Guinea se comunique dentro y fuera del país», argumenta Sam Basil.
El plan no llega en el mejor de los momentos. Papúa Nueva Guinea acogerá este año el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, que promueve «la era digital para ayudar a las empresas, desarrollar las economías y mejorar el bienestar ciudadano de los países miembros». Son objetivos que no casan muy bien con el cierre de una red social. «El país puede quedar expuesto al ridículo», han advertido los detractores de esta medida.
La prohibición no afectará a muchas personas en un país donde solo el 10% de la población tiene acceso a internet. Los demás viven sin red y no hay constancia de que sufran por ello. No echarán de menos a Facebook.
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