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SUSANA ZAMORA
Domingo, 10 de septiembre 2017, 02:16
A 3.800 kilómetros de la costa de América del Sur y a más de 2.500 de la Polinesia emerge Rapa Nui, una isla diminuta del Pacífico cuyos habitantes acaban de hacer historia. Allí, en un territorio alejado de todo, salvo del hambre insaciable ... del sector pesquero internacional, 411 indígenas han decidido en una votación sin precedentes aprobar la creación de una reserva marina de 720.000 kilómetros cuadrados, una superficie que supera a la de la Península Ibérica (600.000) y se convierte en el área marina protegida más grande del planeta. La consulta, realizada el pasado domingo con la participación de 642 indígenas, contó con el voto favorable del 64%.
Rapa Nui o Isla de Pascua, como también se la conoce en honor al holandés Jacob Roggeveen que la descubrió un domingo pascual (el 5 de abril de 1722), parece insignificante en la inmensidad del océano, pero en realidad es la cima de una cordillera submarina de 3.000 metros.
A ella se acercan en sus rutas migratorias grandes cetáceos, como las ballenas jorobadas, y especies de interés comercial, como el pez espada y el atún, que también se reproducen aquí. La mala situación de otros caladeros ha provocado que compañías pesqueras de países como Japón y China (grandes consumidores de atunes y tiburones) pongan sus ojos en los recursos marinos de un territorio de apenas 163 kilómetros cuadrados de superficie.
Por eso, ya en 2015, Michelle Bachelet, presidenta de Chile (país del que depende la isla), se comprometió a proteger la zona, pero supeditó la decisión a la votación de los cerca de 3.000 indígenas rapanui que tiene el territorio, de un total de 5.600 habitantes que hay censados.
Después de un año trabajando, han marcado un hito al ser la primera vez que se celebra una consulta indígena sobre la protección de una superficie marina en Chile. El acuerdo permitirá a los rapanui seguir pescando con sus artes tradicionales, pero impedirá a las empresas pesqueras obtener recursos de la reserva protegida y prohibirá seguir extrayendo hidrocarburos y minerales como hasta ahora.
Lo que no podrá es proteger a la isla de la invasión turística: 80.000 cada año. Allí son recibidos con collares de flores y se les despide con otro de conchas y pequeñas caracolas. Todos ellos llegan atraídos por un lugar enigmático, con playas de arena coralina y agua de color esmeralda; con volcanes y praderas, y donde sus 900 moais (grandes esculturas conforma humana), hoy carentes del coral blanco y las pupilas de obsidiana (un mineral asociado a la buena suerte) de antaño, continúan siendo testigos silenciosos de una sociedad compleja.
Pero, ¿cómo unos hombres primitivos lograron construir moles que miden 20 metros y pesan 250 toneladas? La respuesta sigue siendo un gran enigma. Después de que los primeros colonizadores llegaran procedentes de las islas Marquesas (en la Polinesia francesa), entre los siglos V y VIII, el culto a los antepasados rigió la vida espiritual de sus primeros habitantes, apenas un centenar. Los rapanui creían que la energía de las personas importantes se conservaba tras su fallecimiento y empezaron a levantar enormes colosos con forma humana para honrar a sus antepasados más ilustres. Siempre de espaldas al mar para protegerse de los malos espíritus. Pero la hazaña, necesitada de entre 10 y 20 hombres y la tracción de grandes animales para arrastrar la moles de piedra volcánica, podía prolongarse hasta un año. Hoy son su seña de identidad.
Durante décadas se pensó que la sobreexplotación que los rapanui llevaron a cabo de los recursos naturales de la Isla de Pascua (antaño un vergel), entre los siglos XV y XVIII, condujo a la desaparición de su propia civilización. Querían esculturas cada vez más grandes y ostentosas. Los investigadores pensaron que la competencia desenfrenada había provocado la deforestación (los árboles se cortaban para transportar las grandes estatuas), el agotamiento del suelo y la progresiva escasez de recursos en la isla. Sin madera tampoco se podían construir canoas para salir a pescar. Sin embargo, una teoría posterior descartó que el colapso ecológico hubiera sido la causa. Apuntaba al contacto prolongado con la civilización occidental durante el siglo XIX como responsable de introducir enfermedades infecciosas desconocidas en la isla. El esclavismo voraz de la época contribuyó también a su decadencia y en 1862 vivió uno de sus peores momentos cuando traficantes peruanos tomaron como esclavos a un millar de indígenas. En 1877, poco antes de que el Gobierno chileno se hiciera con la isla, sólo quedaban en ella 111 nativos frente a los 14.000 que llegaron a ser. Durante años, los rapanui fueron despojados de sus tierras. Pese a todo, en 1935 fue creado el Parque Nacional Rapa Nui, declarado en los 90 Patrimonio de la Humanidad.
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