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El servicio de teleasistencia será gratuito en todo el país para los dependientes, se les prestarán audífonos o sillas de ruedas, sus amigos o vecinos podrán convertirse en cuidadores familiares y se les deberán abonar las prestaciones que no reciben mientras están en lista de ... espera.
Estas son algunas de las varias decenas de cambios que incorpora el anteproyecto de reforma de las leyes de dependencia y discapacidad que el próximo martes aprobará el Consejo de Ministros, que todavía tardará unos meses en llegar al Congreso y que solo se convertirá en realidad si los dos socios del Ejecutivo lograr pactar una mayoría parlamentaria cada vez más compleja que apruebe las 36 páginas de la norma.
La reforma tiene como objetivos terminar con los recortes que el Gobierno del PP implantó entre 2012 y 2013, actualizar una ley de dependencia con 18 años, fijar unos servicios y unos estándares mínimos para todas las autonomías, avanzar hacia la desinstitucionalización, la autonomía personal y la personalización de las prestaciones e incorporar la reforma constitucional que cambió el término «disminuido» por «personas con discapacidad».
Estas son algunas de las novedades que incluye el anteproyecto:
Este servicio se convertirá en un derecho subjetivo de todos los dependientes y por lo tanto en una obligación gratuita que deberán dar todas las autonomías que aún no lo hacen.
Se extenderá la consideración de cuidador familiar con derecho a recibir un pago por este servicio al «entorno relacional», a quienes lo tengan que buscar fuera del ámbito familiar, entre amigos, vecinos o allegados.
Se suprime la incompatibilidad de prestaciones establecida por Mariano Rajoy. Será posible que un dependiente tenga teleasistencia, ayuda domiciliaria y además plaza en un centro de día, por ejemplo.
El servicio de ayuda domiciliaria podrá extenderse al entorno comunitario, con acompañamiento a compras, al médico, a gestiones o al centro de día.
Habrá un servicio de préstamo o cesión temporal de productos o elementos cuya disposición afiancen la autonomía del dependiente en su domicilio: sillas de ruedas, andadores, audífonos, elevadores, camas asistidas, etc.
El dependiente que tenga derecho a la asistencia personal podrá recibirla de las instituciones o como prestación económica para una contratación privada.
Para que las únicas opciones no sean vivir en su casa o en una residencia, se permitirán ayudas a domicilio comunitarias, para pisos con apoyos compartidos por varios dependientes o para viviendas que formen parte de un equipamiento colectivo y que tendrán servicios de cuidados comunes.
Se elimina el período de carencia de dos años establecido por Rajoy, que permitía a las administraciones no abonar dinero alguno al dependiente por los 24 primeros meses en espera de su reconocimiento. Se tendrán que abonar retroactivamente las prestaciones no percibidas durante la espera.
A la hora de establecer qué copago en una residencia debe abonar un dependiente no se tendrá en cuenta un mínimo de dinero para asegurar los gastos personales.
A la hora de determinar la capacidad económica del dependiente, lo que condiciona sus ayudas y prestaciones y fija sus copagos, no se contará la vivienda habitual y se tendrá en cuenta la edad y el tipo de servicio que recibirá.
Las sujeciones físicas, mecánicas o farmacológicas solo estarán permitidas cuando haya riesgo inminente para la vida.
Para trabajar en el sector de la dependencia se deberá presentar certificado de no tener condena firme por delitos sexuales, tal y como ya ocurre para trabajar con menores.
La ley dirá que el programa individual de dependencia se deberá establecer según las preferencias del beneficiario y certificar que se han agotado todas las posibilidades sin lograrlo en caso contrario.
Debe usarse esta vía para el reconocimiento de la dependencia en casos de violencia de género, aislamiento social, problemas de accesibilidad habitacional o de salud.
Se deben establecer sistemas de alerta para detectar y dar respuesta rápida a casos de mala praxis, maltrato, discriminación o limitación de derechos y los resultados de las inspecciones serán públicos.
Las autonomías estarán obligadas a establecer procedimientos de coordinación entre sanidad y servicios sociales para dar atención integral a los dependientes y con igual calidad vivan en domicilios o en residencias.
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