Protesta en Valladolid por el asesinato a puñaladas de una mujer por su marido, el pasado 12 de agosto. EP

Las rupturas son el detonante de uno de cada tres crímenes de género

Quien mata a la pareja es el hombre en el 90% de los casos y además actúa con una violencia extrema, que destila ira y resentimiento

Sábado, 24 de agosto 2024, 00:02

El martes quien fuera el segundo máximo responsable de la Policía en Cataluña hasta hace solo un año y medio colmó lo que ya era un verano negro de violencia de género. En un hecho inédito, y en cuestión de minutos, mató a tiros a la novia ... que le había dejado la víspera y a la mujer con la que estuvo casado muchos años y que se separó de él al poco de jubilarse. Luego se suicidó.

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No aceptó la ruptura. Eso es lo que repetían allegados y vecinos que conocían bien al excomisario principal. De hecho, las separaciones, e incluso su simple anuncio, son el detonante principal de las muertes de género en este país. Están detrás de más de uno de cada tres crímenes.

Así lo certifica el análisis sobre las características de esta lacra realizado por una decena de expertos del Poder Judicial (magistrados y forenses), que han estudiado las sentencias por asesinatos de la pareja o expareja dictadas en España en 2021 y 2022. Contando solo las que plasman en los hechos probados esta circunstancia como el móvil concreto del crimen, fueron el 36%.

El equipo de analistas defiende que la ruptura es el detonante de esta reacción «brutal y homicida» sobre todo en las parejas que tienen «un modo de relación asimétrico en cuanto al reparto del poder». Consideran que es justo el momento en el que este tipo de hombre, un machista de manual, pierde el dominio y el control que ejercía sobre su pareja. Es en definitiva, añaden, la expresión más brutal de la negativa de este varón a aceptar que su mujer, a la que trata o al menos ve como una subordinada, ha decidido dejarle y salir de la esfera de control a que la somete.

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Los asesinos de género saber perfectamente lo que hacen: el 97% ni está borracho, ni drogado, ni sufre enajenación alguna

El análisis apunta a las huidas, separaciones o divorcios de la mujer como el mayor factor de riesgo para sufrir una agresión machista letal, pero también desvela otras dos constantes. Las sentencias prueban que la violencia criminal en la pareja es sin duda violencia de género y que, con demasiada frecuencia, es de una crueldad e intensidad extremas.

La existencia del componente de género en estos crímenes es evidente, aclaran, para cualquiera salvo para quienes por prejuicios y machismo no lo quieren ver. De las 75 muertes en la pareja o expareja juzgadas en los dos años chequeados, 66, el 89%, son crímenes cometidos por hombres sobre mujeres. De hecho, el carácter de género se agudizó en la última década. En 2011, el 15% de los homicidios en la pareja los cometieron mujeres sobre hombres, en 2012 fueron el 11%, cuatro puntos menos. Pero, además, la mayoría de estos crímenes femeninos son lo que se llama «violencia de respuesta», la que ejercen mujeres que antes han sido maltratadas.

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Veinte cuchilladas de media

La ira y el resentimiento conscientes que rezuman los crímenes machistas tampoco tiene discusión alguna. Así lo demuestra el contenido de las resoluciones de las audiencias provinciales.

Prueba de la hiperviolencia habitual es la forma en la que los verdugos dan muerte a sus parejas o exparejas. El método más utilizado es el apuñalamiento, presente en al menos la mitad de los asesinatos, y el ensañamiento es la norma. Las víctimas reciben de media más de 20 cuchilladas, con casos de hasta 98. Cuando la muerte llega por los golpes con un objeto contundente, los porrazos también son innecesariamente reiterados.

El resultado de esta brutalidad, que deja totalmente indefensa a la víctima, es que en el 81% de las ocasiones la condena es por asesinato (con una media de 22 años de cárcel) y no por homicidio, normalmente por ser ataques ejecutados con alevosía. Esa calificación acaba por ampliar la pena en unos 10 años de prisión.

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Un tercer dato da muestra de la distinta agresividad y rencor con que matan unos y otras. En la última década, los varones que asesinaron a sus mujeres mataron al tiempo a 27 hijos, familiares o allegados. En los crímenes cometidos por ellas no hay más víctima que la pareja masculina.

El último elemento certificado por los expertos es que los asesinos de género saben perfectamente lo que hacen. Ni están borrachos, ni drogados, ni sufren enajenación alguna. Solo el 3% de las condenas admite y de forma solo parcial estas eximentes.

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