Casi 6.500 españoles han protagonizado desde 1989 uno de los más generosos actos de altruismo posibles. Donaron en vida un riñón o parte de su hígado para hacer posible un trasplante, una intervención que en la mayoría de los casos permitió salvar la vida ... de un familiar o de un allegado.
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El dato, aportado en el Día Nacional del Donante, solo recoge las donaciones en vivo realizadas en los últimos 35 años, porque son las contabilizadas y registradas por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) desde su fundación. Sin embargo, estos actos de extrema generosidad son más abundantes porque el primer trasplante renal con donante vivo registrado en España se realizó en el Hospital Clínic de Barcelona en 1965.
Esta modalidad de donación, pese a permitir solo el 12% de los casi 6.000 trasplantes que se hacen en España al año, es cada vez más frecuente como lo demuestra que se ha pasado de las 19 donaciones en 2000 a las 435 de 2023 (23 veces más). En el último año aumentaron un 24%. Su número puede crecer más si el Congreso aprueba la ley que tramita para garantizar que estos actos no tengan coste laboral ni económico alguno para el donante gracias a la creación de una baja médica y un permiso especiales y remunerados al 100% que cubrirán desde la primera información al potencial donante hasta el alta médica tras la cirugía.
En el caso de la donación renal, la práctica totalidad de las que se producen, es una modalidad fundamental y en ascenso porque tiene muchos mejores resultados y menos efectos secundarios para el receptor que el trasplante con órgano de un fallecido. También aumentan porque la mejora de los procedimientos de extracción, con cirugía laparoscópica (mínimamente invasiva), están permitiendo estancias medias hospitalarias de solo cuatro días.
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El perfil mayoritario del donante vivo de riñón es el de una mujer (70%), de unos 54 años de media. En cuatro de cada diez ocasiones es la pareja sentimental del receptor, en una cuarta parte un hermano, el 17% de las veces la madre y el 7% el padre. Un hijo es quien dona el 3% de las ocasiones, otro familiar un 5% y un amigo, el 3%. En un 4% de las ocasiones no hay relación de cercanía alguna entre donante y receptor porque se trata de los llamados trasplantes cruzados, en los que alguien da su riñón a un tercero desconocido compatible y su familiar en lista de espera, a cambio, acaba por recibir el órgano que precisa de otro desconocido.
En el caso de las 509 donaciones de partes del hígado realizadas por españoles vivos desde mediados de los años noventa, la mayoría tuvieron como destino principal alguno de sus hijos.
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