Los pediatras españoles han aprovechado su congreso anual para dar «la voz de alarma» a las autoridades sanitarias y a los servicios sociales. Alertan de que el choque vital que supuso el confinamiento y las limitaciones sociales y dramas derivados de la pandemia han provocado un gran aumento de los trastornos de salud mental entre los adolescentes, que se traducen en una «avalancha» de casos, muchos de ellos graves, que llegan a sus consultas, pero que sobre empiezan a saturar las urgencias hospitalarias.
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«Las instituciones tienen que escucharnos. Estamos haciendo una llamada de alarma. Estamos avisando de lo que se nos viene encima», demandó sin paños calientes María José Mellado, presidenta de la Asociación Española de Pediatría (AEP), que esta semana dedicará una de las ponencias centrales de su congreso a debatir esta alerta sanitaria con 3.500 especialistas de todo el país. Azucena Díez, presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Infantil y responsable principal de esa ponencia, insistió a administraciones y familias que «este es el momento de actuar, antes de que los problemas y dificultades psicológicas detectadas en los adolescentes se cronifiquen y puedan dar lugar a psicopatologías más graves».
La honda preocupación entre los pediatras se debe que, desde el otoño pasado, han detectado un notable repunte de trastornos psicológicos entre los niños y adolescentes, sobre todo entre los mayores de 12 años, que en hospitales especializados como el Sant Joan de Déu de Barcelona han supuesto un aumento del 50% en las asistencias urgentes y han duplicado los ingresos habituales.
La dolencias que presentan no son baladíes. Los casos más repetidos son cuadros de ansiedad y depresión, un enorme crecimiento de los trastornos alimentarios y de las autolesiones, y un ascenso claro de los intentos de suicidio. El cóctel de factores que les han llevado a estas situaciones es diferente en cada caso, pero tiene en común la incertidumbre y los miedos, la pérdida de contacto con amigos y familiares, la ausencia de rutinas, el abuso de horas enganchados a las pantallas, el cambio de patrones de alimentación o los ritmos irregulares de sueño. Los traumas crecen entre los que vivieron dramas por enfermedad o fallecimientos familiares y en los hogares con dificultades económicas.
Azucena Díez quiso pararse especialmente en los trastornos alimentarios en las jóvenes. Los nuevos casos se han duplicado o triplicado en los últimos meses y la mitad de las pacientes en tratamiento han tenido recaídas. Pero lo peor es que se trata de cuadros más graves. Lo habitual en las anorexias es que se viesen reducciones de peso de entre el 15% y el 20%. En la actualidad llegan muchas adolescentes con pérdidas del 30% al 35% de su peso, desnutridas e incluso con riesgo vital.
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Otra alarma que describió es el «gran aumento» de las autolesiones no suicidas (arañazos, cortes superficiales, quemaduras). Es también un trastorno especialmente frecuente entre las chicas, abundando las edades de 14 a 18 años. Buscan con ello reducir la ansiedad o el estrés o llamar la atención y es una actitud muy contagiosa, pues se lo recomiendan unas jóvenes a otras.
Pero si algo les preocupa en especial es el incremento en los intentos de suicidio. «Esta situación es esperable que viva un repunte. Va a empeorar. Se están disparando», advirtió Díez, que recuerda que ya hoy es la segunda causa de muerte en adolescentes y que sigue sin aprobarse la prometida ley estatal de prevención del suicidio, con un plan de actuación especial para los jóvenes. En el Sant Joan de Déu se ha pasado atender un caso cada mes a dos o tres por semana.
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Los especialistas han elaborado un listado de recomendaciones para reducir el impacto psicológico de la pandemia en los adolescentes y evitar la cronificación. Además de la ley contra el suicidio, piden un cambio estructural: la incorporación de psicólogos a todos los centros de salud, donde formarán equipo con los pediatras y las familias, y una buena coordinación con los especialistas de salud mental. A ello ayudaría que España reconozca las especialidades de Psiquiatría del Niño y Psicología Infantil y que aumente el número de estos especialistas por habitante.
Más rápido y urgente es acelerar la vacunación de niños y adolescentes para facilitar el contacto social y la recuperación de un estilo de vida normalizado. Con ello se contribuirá a algo que creen «trascendental»; que los colegios e institutos sean 100% presenciales para todos este otoño. Esta segunda parte debería completarse con la apertura permanente de parques infantiles, centros deportivos, colonias y campamentos para fomentar la interacción con sus pares, el ocio al aire libre y la práctica deportiva.
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La presidenta de la Sociedad de Pediatría Infantil lanzó un último aviso a la autoridades. Son ya muchos los expertos que coinciden en que en dos o tres años, a partir de 2023, se va a detectar «un brusco aumento» de adicciones a todo tipo de tóxicos entre los adolescentes y jóvenes españoles, desde el alcohol y las pantallas al cannabis u otras sustancias. Se trata, dijo Azucena Díaz, de una respuesta psicológica, de una etapa de eclosión de la libertad tras las restricciones de la pandemia. Estos expertos han bautizado el fenómeno como 'los nuevos locos años 20', en referencia a la próspera y desenfadada década del siglo XX en los países industrializados, donde corrieron el alcohol y las drogas pese a la ley seca estadounidense.
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