El pleno del Congreso acordó hoy, con la única oposición de PP y Vox, crear una subcomisión parlamentaria que estudiará y debatirá si es conveniente que España legalice el uso médico de los derivados del cannabis, en qué circunstancias y para qué tipo de patologías.
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La iniciativa, impulsada por la diputada del PNV Josune Gorospe, tiene como objetivo final elaborar en el plazo de seis meses un informe de conclusiones que le sirva al Gobierno para diseñar una regulación del consumo terapéutico de la marihuana que cuente con el apoyo mayoritario asegurado en el Parlamento.
La subcomisión, de la que formarán parte representantes de los grupos políticos presentes en la Comisión de Sanidad y Consumo, citará durante ese tiempo a representantes de gobiernos que ya tienen en marcha programas de uso médico de esta sustancia, a portavoces de asociaciones de pacientes y a expertos de todo tipo, como juristas, médicos o científicos, que puedan aportar conocimiento sobre este particular. Se trata, en definitiva, de analizar las experiencias de éxito, el derecho comparado y la evidencia científica existente. Las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, los pros y los contras, de afrontar esta regulación.
El uso terapéutico del cannabis, con mayor o menor extensión o limitaciones, está en marcha en muchos países, entre otros Portugal, Reino Unido, Alemania, Francia, Países Bajos, Italia, Canadá o EE UU. El Parlamento Europeo ya ha instado a los países miembros a avanzar en la investigación de estas terapias paliativas y la ONU, hace ya más de un año, que sacó al cannabis de la lista IV de la Convención de Drogas de 1961, la que hasta ahora limitaba uso medicinal pues consideraba a la marihuana como una sustancia «particularmente nociva por sus propiedades adictivas» y con escaso o nulo valor terapéutico.
En definitiva, el Congreso trata de sacar de la clandestinidad una sustancia que ya consumen en España miles de enfermos para paliar los síntomas o los efectos secundarios de múltiples patologías, como pueden ser los casos de cáncer tratados con quimioterapia, pacientes con dolores crónicos, otros con enfermedades degenerativas como la esclerosis múltiple, la fibromialgia, la artrosis o la artritis, e incluso niños con epilepsias refractarias.
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Los propios pacientes y los médicos que los asesoran aseguran que estos preparados derivados del cannabis les reducen, según los casos y los padecimientos, el dolor, disminuyen la ansiedad y facilitan el sueño, les devuelven el apetito, les levantan el ánimo, y minimizan los espasmos y convulsiones. Eso sí, ante la falta de regulación en España, todos ellos se medican desde la clandestinidad, sin control sanitario de lo que adquieren en el mercado negro, sin un control médico oficial de sus terapias, y con el riesgo permanente de ser multados con entre 600 y 10.000 euros si les descubren con las sustancias que llevan encima, cuya venta está penada en España y su consumo sancionado.
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