«Dicen que hay que comer 5 veces al día, pero es falso»: el aviso de un endocrino

Salvo la merienda de los niños y «algún caso puntual muy concreto», no hay razón científica que justifique la necesidad de hacer cinco comidas al día. Basta con tres.

fermín Apezteguia

Viernes, 27 de abril 2018, 11:22

Cambio de norma. Lo de la salud es como el código de circulación, que las directrices van cambiando en función de la evidencia científica. ¿Que hay muchos accidentes mortales? Cinturón de seguridad obligatorio. ¿Aún hay más? Carné por puntos... ¿Más todavía? Prepárense para los radares ocultos. Vista la experiencia de las últimas décadas, los expertos en nutrición han concluido que se acabó aquello de que lo sano era realizar cinco comidas al día. La obesidad, el sobrepeso y sus muchas y graves enfermedades al alza indican que no tiene sentido seguir haciendo más de lo mismo. Ni hablar. Basta con que nos sentemos a la mesa tres veces al día. El picoteo, por muy sano que parezca, no resulta aconsejable. Salvo en dos casos «muy concretos».

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Al endocrinólogo Alberto Olaizola, de la clínica Pinies de Diabetes, Endocrinología y Nutrición (Bilbao), no le cuesta reconocer que «los consejos biomédicos han tenido un poco la culpa» de que nos hayamos acostumbrado a estar todo el día picoteando, como las gallinas. «Se ha transmitido a la población que hay que comer poco y a menudo. Incluso, hay una cifra mágica: 'coma usted cinco veces al día' ¿Por qué?».

Crítico con su profesión, el jefe de Urgencias del hospital de Cruces afirma que esa norma, tan extendida que todos damos por buena, «no tiene ningún sustento fisiológico, ni epidemiológico de ningún tipo. Es una más de esas modas que tantas veces aparecen en el mundo de la Medicina, recomendaciones que no se sabe bien cómo surgen, ni cómo prenden, pero que se van arrastrando. Luego resultan muy difíciles de contrarrestar».

Sólo dos excepciones

No diga que no le ha sorprendido. Pues siga leyendo. El organismo, según detalla el especialista, está preparado para afrontar periodos de plenitud y de ayuno, que pueden oscilar entre seis y ocho horas. En la mayoría de las personas, desde el punto de vista fisiológico, carece de sentido cubrir esos huecos que el picoteo llena. Bien hechas, «nos bastaría con realizar tres comidas al día». A un buen desayuno, con leche, cereales y fruta, debe seguir una comida completa, ajustada a los cánones de la dieta mediterránea, y una cena más ligera que favorezca el sueño.

Las únicas dos excepciones a esta norma deberían ser los niños y las personas menudas, generalmente mujeres, de constitución más delgada, que por sus condiciones físicas y biológicas tienden a tener sensación de apetito antes de lo habitual. Con los chavales pasa algo parecido. Críos y adolescentes viven en un organismo en crecimiento, que entre deporte y no pararse quietos quema muchísimas más calorías que el de un adulto. Su tolerancia al ayuno es, además, peor. La merienda, para ellos, está más que justificada.

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Si es, que sea lo más sano posible

La epidemia de obesidad y sobrepeso de los países occidentales se debe, en buena medida, al picoteo. No es sólo la falta de ejercicio y la mala dieta. Es que nos pasamos el día picando aquí y allá. La industria alimentaria, que no pierde gancho, ha encontrado un auténtico filón en lo supuestamente sano. «Curiosamente, las personas que consumen productos light engordan más que las que no recurren a ellos», advierte Alberto Olaizola.

¿Cuál es el problema? Los actuales horarios de trabajo, endiablados, con jornadas extremadamente largas y a menudo partidas, nos obligan a comer entre horas. Si tiene que hacerlo, el especialista le aporta dos consejos. Apueste por tomar unos frutos secos, fruta o un yogur; y huya de barritas energéticas, bollos y demás calorías. Y tampoco olvide que la forma más sana de comer tiene que incluir, indefectiblemente, ejercicio diario.

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