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España se encuentra a la cola de Europa en la implantación de cuidados paliativos para atender a los pacientes al final de la vida. Pese a la excelente cualificación de médicos, enfermeros, trabajadores sociales y psicólogos, el sistema sanitario adolece de la inexistencia de una ... especialidad acreditada, lo que hace que los facultativos tengan que formarse por su cuenta con másteres, cursos y estancias específicas en diversos centros. Por añadidura, solo 23 de las 50 facultades de Medicina que radicadas en el país imparten una asignatura obligatoria sobre cuidados paliativos y cinco más la ofertan como optativa. «Los médicos que terminan sus estudios en las facultades de Medicina tienen más probabilidades de salir sin saber qué son los cuidados paliativos que sabiendo lo que son», asegura la presidenta la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal), Elia Martínez.
Así las cosas, el sistema nacional de salud no dispone de médicos de medicina paliativa en sí, dado que los expertos en este tipo de atención son contratados como médicos de urgencias u oncólogos. «No tenemos lo más básico, que es el reconocimiento profesional», argumenta la dirigente de la Secpal.
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Este sábado, con motivo de la celebración del Día Mundial de los Cuidados Paliativos, los expertos en medicina compasiva apelan a la importancia de que todas las personas que lo necesiten accedan a este tipo de atención. Se estima que unas 80.000 personas mueren cada año en España sin recibir la atención adecuada en su fase terminal.
El acceso a este tipo de cuidados está lejos de ser equitativo, dado que faltan recursos económicos. Entre 300.000 y 370.000 personas precisan cada año atención paliativa, de las cuales 135.000 presentan necesidades complejas que requieren la intervención de un equipo específico. En el conjunto del país, solo un 40% de los pacientes que necesitan cuidados paliativos especializados los reciben, aunque este porcentaje varía según los territorios. «En zonas de la España vacía, como Castilla-La Mancha y Castilla y León, la garantía del disfrute de equipos de atención domiciliaria es prácticamente inviable. En Aragón y Murcia los recursos son muy bajos, mientras que en algunos hospitales de Asturias de primerísimo nivel no hay equipos de soporte de cuidados paliativos.», denuncia la presidenta de la Secpal, que aduce que Madrid, Barcelona y Navarra descuellan en cambio por ofrecer unas prestaciones avanzadas.
La atención al final de la vida incluye medicación para el alivio del dolor, terapia de soporte nutricional, control de síntomas de distinta complejidad -como disnea, estreñimiento o insomnio-, así como un abordaje psicosocial para paliar el sufrimiento emocional. La idea es procurar un cuidado integral que se adapte a las necesidades individuales de cada paciente y brinde apoyo tanto físico como psicológico.
Nuestro país solamente tiene, de media, 0,6 unidades de cuidados paliativos por cada 100.000 habitantes, cuando la recomendación es de dos, una hospitalaria y otra domiciliaria. Este indicador sitúa a España en la posición 31 de los 51 países europeos, según los datos del Atlas de Cuidados Paliativos en Europa.
Entre los enfermos susceptibles de recibir cuidados paliativos se encuentran no solo los enfermos terminales, sino también personas con dolencias crónicas, como las enfermedades cardiovasculares, cáncer, respiratorias y diabetes. Muchas otras dolencias pueden requerir asistencia paliativa, como insuficiencia renal, enfermedades hepáticas, esclerosis múltiple, párkinson, artritis reumatoide, enfermedades neurológicas, demencias, anomalías congénitas y tuberculosis resistente a los medicamentos. «Habrá un tsunami de enfermos con necesidades paliativas a causa de la mayor supervivencia de los pacientes con cáncer, del incremento de la esperanza de vida, del aumento de la cronicidad de ciertas enfermedades y de la proliferación de las demencias».
Uno de los aspectos más preocupantes es que cerca de unos 30.000 pacientes, que suponen un 15% o del 20% del conjunto, sufren una especial vulnerabilidad por estar sumido en pobreza o padecer soledad no deseada.
Orientados a curar, los sistemas hospitalarios han evolucionado hacia modelos de prevención y acompañamiento en los que han incorporado aspectos psicosociales y espirituales, aunque aún queda mucho camino por recorrer. «Que un paciente muera bien es muy importante, un derecho básico y universalmente reconocido, una cuestión de ética y justicia», alega Elia Martínez
Con miras a este 12 de octubre, la Secpal aboga por garantizar el acceso a los medicamentos esenciales para aliviar el dolor y el sufrimiento. «En nuestro país se pueden prescribir morfina, metadona y todos los opioides que existen en el mercado; no hay ninguna restricción. Pero si el paciente no llega a conocer nunca a ese médico especialista en el dolor, que puede ser un paliativista, no tendrá acceso a esos medicamentos esenciales».
La prioridad en el abordaje de enfermedad avanzada es mitigar el dolor, aunque también hay que procurar al paciente un sueño de calidad, la ausencia de náuseas y vómitos y por extensión el control de los síntomas adversos. El siguiente paso es atajar el miedo, la tristeza y las trabas sociales. «Algunos pacientes arrastran problemas sociales tremendos que también conducen al sufrimiento. Por eso es preciso que los equipos estén bien integrados y trabajen de forman interdisciplinar», apunta la presidenta de la sociedad científica.
Parte de las carencias del sistema obedecen, según Elia Martínez, a que los ciudadanos sienten un «miedo atroz» a reconocer que ciertas enfermedades no son curables. «Nos cuesta mucho aceptar que la vida se acaba, que tenemos limitaciones, que el ser humano y la vida son finitas», apostilla.
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