La satisfacción de los españoles con los servicios públicos de salud sigue en mínimos tras el 'shock' que supuso la pandemia del coronavirus, que sacó a la luz todas las carencias y problemas de funcionamiento que el sistema acumulaba desde años antes en sus diferentes ... niveles.
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El Barómetro Sanitario de 2023, el test anual que realiza el CIS entre los españoles, indica que la nota de conjunto que pone la población al sistema sanitario es de un 6,27, casi medio punto por debajo de la que le otorgaba antes de la crisis del covid, que era el 6,74. Lo único positivo de las conclusiones del estudio es que parece que al menos el descrédito ha tocado suelo, pues el año pasado no se ha profundizado más en el bache de confianza detectado ya en 2022.
La mayor valoración general de los españoles es para las emergencias sanitarias del 112 y para la atención prestada en las plantas y quirófanos de los hospitales, con 7,42 y 7,23 puntos, respectivamente. La peor calificación es para las consultas y para los servicios de urgencia, tanto de los centros de centros de salud como de los hospitales, que son las áreas más saturadas y masificadas.
Este notable retroceso de la valoración se aprecia aún mejor cuando se le pide a los ciudadanos que describan el funcionamiento de la estructura sanitaria pública. Solo el 56,7% indica que el sistema español de salud funciona bien o bastante bien. Son casi 15 puntos porcentuales menos que en 2019 o, lo que es lo mismo, hay un 20% de descenso entre quienes ensalzan el buen funcionamiento de la prestación.
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Hay desencanto con la percepción del funcionamiento de los servicios, pero también con la organización del propio sistema de salud, ya que más de la mitad de los consultados considera que la coordinación entre la atención primaria y la hospitalaria es solo regular, mala o incluso muy mala. Los que así piensan son diez puntos más que antes de pandemia, lo que indica que la percepción de un trabajo regular o malo ha aumentado un 20% desde 2019.
Ante tanto elemento negativo la luz de esperanza está muy vinculada al valor añadido que le aporta al sistema la buena labor de los profesionales sanitarios. Aunque la visión general ha empeorado, la valoración positiva de los españoles que han tenido que usar las consultas y hospitales públicos en el último año, los que han testado el funcionamiento en primera persona, sigue siendo muy elevada.
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Quienes se declaran satisfechos con los cuidados recibidos durante su ingreso hospitalario llegan al 90%, los que están igual de contentos tras su paso por la consulta del médico de familia o del especialista oscilan entre el 81% y el 83% y el nivel más bajo de valoración lo tienen las urgencias hospitalarias, pero aún así están satisfechos el 75% de los usuarios. El punto fuerte en todos los casos es la confianza y seguridad que les transmiten los médicos, enfermeras y el resto del personal y los más débiles son el tiempo que puede dedicar el facultativo de familia a cada paciente y los problemas de compartir habitación en el caso de los hospitales.
Uno de los puntos que con seguridad hace más mella en la calificación positiva de la sanidad pública son las voluminosas listas de espera, que, según la opinión de la mayoría de la población, o siguen igual de mal o incluso han ido a peor en los últimos doce meses. Los que ven el vaso medio lleno, de hecho, se quedan en el 11%, mientras que los que detectan un empeoramiento de las esperas sanitarias rozan el 34%, el triple que los primeros.
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Cuando se pregunta a quienes han usado los servicios sanitarios a lo largo de 2023 se detecta que para ocho de cada diez ciudadanos el tiempo que han tenido que esperar para lograr ver a su médico de familia supera los nueve días de media (9,12) y que solo uno de cada cinco ha conseguido que le diesen cita para el día siguiente.
Si lo que se mira es el nivel especializado, prácticamente cuatro de cada diez derivados por el médico de familia a un especialista extrahospitalario tuvieron que esperar más de tres meses antes de poder tener su primera consulta y que el facultativo diagnosticase su problema y les pusiese un tratamiento.
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El barómetro refleja que desde 2015 el aumento de los españoles que disponen de pólizas de seguro sanitario privado es notable. Superan ya de media el 30% de la población española, un 21,5% porque han contratado el servicio de manera personal y el 9,4% porque lo disfruta a través de la empresa en que trabaja. Las crecientes listas de espera de la sanidad pública en la última década tienen mucho que ver con este fenómeno. De hecho, dos de cada tres asegurados privados apuntan como principal razón para dar el paso «la rapidez con que nos atienden» en la sanidad de pago.
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