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Un equipo de rescate de Proem-Aid traslada a una playa de Lesbos a un tripulante exhausto de una balsa de refugiados. :: r. c.
«Salvar vidas no es delito»: liberan a los bomberos españoles que rescataron a mil refugiados

«Salvar vidas no es delito»: liberan a los bomberos españoles que rescataron a mil refugiados

En libertad sin cargos los tres bomberos sevillanos acusados de tráfico de personas en Lesbos. Rescataron a mil refugiados de morir en el Egeo. Ahora van a auxiliar a los del Mediterráneo Central

INÉS GALLASTEGUI

Miércoles, 9 de mayo 2018, 01:58

La foto de Aylan fue la gota que colmó el vaso. Como millones de europeos, aquel septiembre de 2015 Manuel Blanco, Julio Latorre y Quique Rodríguez se revolvieron ante el televisor, incómodos con la pasividad de los gobiernos ante la tragedia de los refugiados sirios, asqueados por la crueldad del mundo. La imagen de aquel cuerpecito inerte bañado por las olas en una playa de Turquía, uno más entre los cientos de migrantes engullidos aquellos días por las aguas del Mediterráneo, les decidió a hacer algo. Algo más que su trabajo cotidiano como bomberos en Sevilla, es decir, salvar las vidas de sus conciudadanos en incendios o accidentes. En diciembre de aquel año viajaron a Grecia para ofrecer su ayuda a través de la ONG Proem-Aid (Professional Emergency Aid) y en las semanas siguientes rescataron a decenas de hombres, mujeres y niños de las aguas heladas. Y, de pronto, se encontraron en un calabozo en la isla de Lesbos acusados de tráfico de personas. Tres días después los soltaron, bajo fianza, con un cargo por contrabando de migrantes en grado de tentativa, que llevaba aparejado una pena de diez años de prisión. Más de dos años después, un tribunal de Mitilene los dejó ayer en libertad. «Salvar vidas no es delito», se felicitó el sargento de bomberos de la Diputación hispalense Manuel Blanco a su salida del Juzgado, tras ocho tensas horas de vista.

Los bomberos sevillanos no comprenden qué ocurrió el 14 de enero de 2016. Hasta ese momento, sus relaciones con las autoridades griegas habían sido fluidas: al llegar a Lesbos, se pusieron a disposición de los funcionarios locales. Aprovechando días de vacaciones y permisos, los voluntarios se organizaban por turnos para asistir a los refugiados cuyas embarcaciones zozobraban en el mar. Enfundados en sus trajes de neopreno, salvaron del ahogamiento y del frío a muchos desesperados que se lanzaban al Egeo huyendo de la guerra o la miseria para tratar de alcanzar suelo europeo. «Lo peor son los niños -asegura Blanco-. Llegan en estado de 'shock', aterrorizados, empapados, muchos con hipotermia».

Aquel día recibieron una petición de ayuda de una organización danesa, Team Humanity, para rescatar un bote a la deriva. Como su embarcación estaba averiada, se unieron a la tripulación de los nórdicos, pero al llegar al lugar del supuesto naufragio no encontraron nada, así que emprendieron el camino de regreso. Entonces fueron interceptados por una patrullera griega, que les escoltó hasta el puerto y, una vez en tierra, se los llevó detenidos, junto a los activistas daneses. Estuvieron 72 horas encerrados en un calabozo y quedaron en libertad con cargos tras pagar una fianza de 15.000 euros. «Es la criminalización de la acción humanitaria. En estos 45 días hemos ayudado a 15.000 personas. Y queremos seguir ayudando», lamentaban a su regreso a la capital hispalense.

Manuel Blanco Bombero, miembro de Proem-Aid «Los voluntarios hemos sido la mejor cara de Europa en la crisis de los refugiados»Alfonso Dastis Ministro de Asuntos Exteriores«Estoy encantado de haber apoyado a gente que hace tanto por los demás»Rosa Aguilar Consejera andaluza de Justicia «Son funcionarios que tienden una mano a quienes lo necesitan»

Ahora podrán seguir haciéndolo. Arropados por una nutrida representación española, los bomberos entraron a los juzgados como acusados a las nueve y media de la mañana y salieron libres a las cinco y cuarto de la tarde. Agotados pero felices, quisieron agradecer el apoyo de las instituciones -el Parlamento Europeo, el Gobierno central, la Junta de Andalucía, la Diputación y el Ayuntamiento sevillanos, para los que trabajan- y la gente corriente, cuyo calor les ha llegado de todas partes del mundo.

«Nos han quitado de encima una losa de 2.000 kilos», admitía Blanco. Incluso justificó el minucioso trabajo del juez y el fiscal griegos, que los sometieron a un interrogatorio «incisivo»: «Era un proceso complicado, porque había que definir si se estaba traficando o no con personas».

«Salvar vidas no es delito. Lo ha dicho el juez, y eso tiene muchas más implicaciones que nuestra libertad -argumentó ante los medios españoles desplazados a la capital de Lesbos-. En la crisis de los refugiados, la mejor cara de Europa la hemos representrado voluntarios, independientemente de que vistiéramos de naranja, de rojo o de azul».

Su compañero Quique Rodríguez, emocionado, confesaba haber soltado «alguna lágrima que otra». «Por fin podemos descansar, porque parecía que esto no se acababa nunca», explicó en alusión a los dos años de procedimiento judicial que ayer se cerraron.

Proem-Aid está formada por 200 voluntarios con experiencia profesional especialmente útil en este tipo de misiones -sanitarios, bomberos, buceadores y nadadores de rescate-, que organizan sus periodos de asueto para realizar turnos de quince días en estas misiones. La detención de sus compañeros no les detuvo. Después de rescatar a un millar de personas de una muerte segura y de ayudar a otras 50.000 a llegar a tierra, en agosto de 2017 dieron por finalizada su misión en aguas griegas.

Proyecto 'Aita Mari'

Su presidente, Onio Reina, explica que, ahora que el flujo de migrantes en el Egeo se ha reducido y las autoridades griegas han tomado las riendas de los rescates, la ONG se plantea como objetivo el Mediterráneo Central, una tumba aún más profunda para los sueños de miles de desesperados. A diferencia de los migrantes que se lanzan al mar desde Turquía para pisar suelo heleno, quienes parten de Libia con Italia en el horizonte ni siquiera ven tierra. El agua se ha tragado en ese tránsito a 12.000 personas entre 2015 y 2017, y otras 400 este año, según datos de la Organización Mundial para las Migraciones y ACNUR.

La ONG sevillana, junto a la guipuzcoana Salvamento Marítimo Humanitario, fletó en septiembre pasado un barco con el que rescataron a 580 personas en esta zona hasta fin de año. Su intención es renovar «lo antes posible» este proyecto, que han bautizado 'Aita Mari', en recuerdo del marino vasco José María Zubía, famoso por sus rescates.

Los tres bomberos dan por terminada esta pesadilla judicial, pero no su misión. «Mientras podamos, vamos a seguir. Por falta de fuerzas no va a ser. En el Mediterráneo siguen muriendo personas», advierte Manuel Blanco.

- ¿Ha merecido la pena?

- Por supuesto. Somos bomberos y nuestro trabajo es salvar vidas. Lo llevamos en la sangre.

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