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JOSEBA VÁZQUEZ
Viernes, 15 de septiembre 2017, 01:40
Suben en pausado peregrinaje por un escarpado, zigzagueante y bucólico sendero alpino de piedra, aunque en realidad descienden. Un rebaño de ovejas alpinas es conducido por sus pastores desde los altos pastos de verano hacia las cotas más bajas de asentamiento invernal, donde las temperaturas ... serán menos frías. Sucede en el cantón suizo del Valais, donde, durante los tres días del tradicional ‘Fin de Semana de las Ovejas’, estas son guiadas desde las inmediaciones del glaciar Aletsch, a más de 3.500 metros de altitud, hasta Belap, a unos más templados 2.000 metros. La lenta marcha se prolonga por espacio de tres días, en los que la hilera ovina atraviesa continuos tramos de subidas y bajadas hasta alcanzar su meta. No viajan Heidi, ni su amigo Pedro, ni el san bernardo ‘Niebla’, pero no neguemos que la imagen parece de cuento.
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