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El apoyo de los jóvenes a permitir la venta y el consumo de cannabis está en máximos. Siete de cada diez españoles de entre 15 y 29 años no ven motivo para poner obstáculos a que el hachís o la marihuana puedan ser adquiridas legalmente ... con unos controles básicos, como podría ser la mayoría de edad, según recoge el estudio realizado por la Fundación Fad Juventud a partir de 1.016 encuestas en todo el país.
Los expertos consideran que el alto respaldo a suavizar la regulación sobre la droga ilegal más consumida en España hay que enmarcarlo en la consolidación de un proceso de normalización de esta sustancia entre los jóvenes, que perciben una mejora de su imagen, otorgan mayor peso a los beneficios personales que a los riesgos que provoca su uso y que incluso consideran los canutos menos dañinos que drogas legales como el alcohol o el tabaco.
La normalización se produce en paralelo a un incremento sostenido en la última década de quienes fuman o ingieren a diario derivados del cáñamo en España y, sobre todo, a un aumento notable de los adolescentes con adicción o consumo problemático de esta sustancia, que alcanzan ya el 17,8% de los chicos de 14 a 18 años que la utilizan, según la encuesta Estudes del Ministerio de Sanidad.
Los jóvenes españoles partidarios de autorizar el cannabis han subido casi un 10% en poco más de un lustro, pues en la radiografía realizada en 2016 rondaban el 63% y ahora rozan el 70%. La posición mayoritaria no avala una despenalización total, pero sí que verían bien imponer unas restricciones mínimas. Tienen claro que harían falta 18 o más años tanto para comprar como para consumir y más de la mitad cree que su venta debería restringirse a puntos autorizados y controlados, como podrían ser las farmacias. Los proclives a la legalización se dividen entre los que autorizarían el consumo público o los que lo restringirían al ámbito privado.
Son casi la mitad los jóvenes que creen que no tardará mucho en producirse esta suavización de los controles legales, una proporción similar a la que piensa que cada vez será una droga más aceptada por la sociedad. No obstante, sus propias respuestas dan argumentos a quienes defienden que la legalización de su uso lúdico puede traer más problemas que beneficios. El 18% piensa que con la liberalización aumentará el consumo, el 16%, de hecho, la probaría si fuese legal, más de un tercio admite que restaría eficacia a la prevención entre los adolescentes y hasta un 42% piensa que aumentaría los problemas tanto de los propios consumidores como de su entorno personal y social.
«Cualquier proceso regulatorio o de suavización de las normas de control debe ir precedido de un intenso trabajo de prevención. Sin ese trabajo previo nunca estaremos preparados como sociedad para afrontar ningún proceso de regulación sin que haya consecuencias nocivas y efectos contrarios a los deseados», en opinión de la directora general de la Fundación Fad Juventud, Beatriz Martín Padura.
No es de extrañar la posición liberalizadora de los jóvenes si se tiene en cuenta que siete de cada diez piensan que fumar porros o comer pasteles de marihuana es menos perjudicial para la salud que consumir alcohol o fumar cigarrillos o puros, cuestiones que los mayores pueden hacer en España con libertad. No es que ignoren los riesgos para el organismo y la mente, que son bastantes o muchos para el 56%, sino que en su percepción priorizan más los beneficios que les proporciona el consumo de cannabis que los problemas personales o de salud que les acarreará.
Los motivos para consumir una droga que el 41% considera fácil de conseguir pese a su proscripción son eminentemente lúdicos y hedonistas, sobre todo en quienes lo usan de forma esporádica o lo prueban por primera vez. Lo usan fundamentalmente como diversión, para relajarse o evadirse o porque es un ritual entre los amigos. Solo el 19,5% lo toma para uso terapéutico.
La mitad de los preguntados tiene claro que consumir hachís o marihuana es una fuente de problemas. En abstracto, destacan los legales, problemas familiares o de pareja y repercusiones negativas en el trabajo o los estudios. Solo en cuarto lugar citan posibles trastornos mentales u otras enfermedades. Sin embargo, cuando se les pide que hablen de los riesgos dese su experiencia o la de conocidos, los problemas mentales suben a primer lugar, seguidos de crisis en las relaciones familiares o de pareja. La diferencia sí es clara entre quienes no consumen, que maximizan los riesgos, y entre quienes toman esta droga de forma habitual, que no niegan los peligros, pero los relativizan.
Lo que es una constante en los ocho años de estudios de Fundación Fad Juventud es la baja calidad de la información que ayuda a los jóvenes a formar su percepción sobre los pros y los contras del uso del cannabis, pese a casi la mitad la considera suficiente. El 56% tiene como fuente fundamental de conocimiento los blog, foros o redes sociales de internet y como segunda opción, los amigos y conocidos. El aprendizaje a través padres, profesores o instituciones no llega al 10% en ninguno de los casos. Como apunte positivo, el 24% ha recibido información sobre este asunto de médicos o psicólogos.
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