![Solo uno de cada cuatro adolescentes se atreve a salir del armario en el instituto](https://s1.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2023/04/14/lgtb-kWrB-R5habU1UmpqgbtCKpFYZ8oM-1200x840@RC.jpg)
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Los adolescentes españoles siguen metidos en el armario. No llegan ni a uno de cada cuatro los gais, lesbianas, bisexuales o transexuales que se atreven a dar el paso, dejan de ocultar su orientación sexual y se muestran ante sus compañeros de instituto tal y ... como son. Así lo atestigua una investigación de Cogam, el organización LGTB de Madrid, que realizó una amplia encuesta entre 6.256 estudiantes de ESO, FP y Bachillerato de 63 institutos. No es problema menor, pues el 26% de los preguntados no se identifica como heterosexual.
No se refugian en la invisibilidad y la represión emocional por gusto. Tienen buenas razones para hacerlo. Sobre todo el miedo a la intolerancia y al acoso que detectan y sufren en los patios y en las aulas. Los estudiantes LGTB, debido a su opción sexual a contracorriente, sufren entre el doble y el triple de insultos, 'ciberbullying' y agresiones que la media de los compañeros de instituto y las probabilidades de ser acosado e incluso golpeado se disparan si se declaran trans, con diferencia la identidad de género más repudiada.
La radiografía de Cogam detecta que el acoso psicológico, los vacíos, insultos y vejaciones, las sufre el 3% de los estudiantes de secundaria, pero la proporción se eleva al 7% si son homosexuales o bisexuales y vuela hasta el 17% cuando la diana se coloca sobre transexuales. Muy similar es el reparto de persecuciones y odios en las redes sociales. El 'ciberbullying', que padece un 1,5% del alumnado, es sin embargo del doble entre las opciones LGTB y se multiplica por diez en el caso de los trans. El peso de los prejuicios sexuales también está presente en las agresiones físicas que, aunque menos habituales, gais y trans las padecen el doble y los y las bisexuales cinco veces más.
El problema se agrava. Quienes confiesan que han acosado o agredido a un compañero por LGTBfobia aumentan. Han subido un 50% en cuatro años. Serían un 1,5%, pero si se les añade el otro 1,5% que admite que se sumaría activamente al acoso si otro toma la iniciativa alcanzan el 3% del alumnado. Los agresores, en dos de cada tres ocasiones, son chicos y en su mayoría heterosexuales, pero también chicos, en este caso gais, bisexuales o trans, son el grueso de las víctimas.
El aumento de la persecución de la diversidad sexual en los institutos se explica en buena parte por otra tendencia negativa detectada por el estudio. Desde 2019, cuando Cogam hizo una cata sociológica idéntica, se ha duplicado la existencia de prejuicios LGTB entre los alumnos. Reconoce tenerlos el 35% de la clase, cuando cuatro años antes solo los admitía el 15%, y además se han triplicado quienes confiesen mucha o bastante aversión a los que no son heterosexuales.
La intolerancia es más notable entre los varones, seis de cada diez estudiantes indica que nunca tendría una pareja bisexual y hasta un tercio de los alumnos respaldaría la vieja hipocresía de que cada uno sea lo que quiera, incluso que tengan hijos, pero siempre en privado, con total discreción, «sin que se les note».
La tendencia negativa la confirma un tercer elemento. Solo dos de cada tres estudiantes estaría dispuesto a defender a un compañero LGTB que es acosado. Son once puntos menos que en 2019. El retroceso lo vuelven a encabezar los varones. Solo saldría en defensa de la víctima el 49%, frente al 83% de las chicas, que son incluso más solidarias que el resto de alumnos LGTB, entre los que solo se mojaría por el atacado el 79%.
Los estudiantes dicen que la gran mayoría de profesores, el 86%, interviene si presencia algún tipo de acción LGTBfobia, aunque los miembros de los colectivos más acosados rebajan algo el optimismo general. En casa también hay un nivel alto de prejuicios. Uno de cada cuatro estudiantes piensa que sus padres no aceptaría que les desvelase que es homosexual, bisexual o trans, porcentaje que sube al 30% si quienes opinan son los propios afectados. La parte positiva es que las respuestas reflejan una leve mejora del grado de comprensión de las familias.
A la vista de la radiografía, sorprende poco que el 77% de los adolescentes LGTB opten por seguir en el armario. Un tercio de ellos está pensando si dar el paso o no, otro tercio no tiene nada decidido y el 21% restante tienen muy claro que nunca desvelará su opción sexual en el instituto. Lo hace por miedo. Asegura que ser visible es convertirse en víctima y, desde luego, no le faltan argumentos. Quien revela públicamente su condición sufre el doble de vejaciones e insultos que antes y tiene un 12% más de posibilidades que lo golpeen.
Este alto grado de repulsión delata, al tiempo, la escasa sinceridad de muchos de los alumnos, que en un 91% contestaron que si tuvieran un compañero o compañera trans sería bien aceptado en la clase. Entre el 23% que ha proclamado su condición LGTB sin tapujos -eso sí, cuatro puntos más que en 2019- sobresalen las chicas bisexuales, entre las que la salida del armario llega al 36%.
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