La Tierra es un puzzle

La belleza reside a menudo en lo insignificante, como lo es la tristeza citrina derramada por las mejillas de una niña rohingya, obligada a ingresar en el campo de refugiados Thankhali, en Teknaf, Bangladesh. Más de 725.000 personas de esta minoría musulmana apátrida en Myanmar han tenido que huir al país vecino para escapar de la persecución «genocida», en palabras de la ONU, perpetrada por la cúpula militar de la antigua Birmania. Otra crisis humanitaria relegada en el cajón de la comunidad internacional, que al bangladeshí K.M. Asad le ha reportado el título de mejor fotógrafo de 2018 por el Siena International Photo Awards, uno de los certámenes de fotografía más prestigiosos de Italia, organizado por la entidad cultural Art Photo Travel en colaboración del municipio y la Universidad de Siena, así como del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación del país.

Mientras Arcángel proyecta sin saberlo su hechizante estampa y una niña rohingya sin nombre llora su truculento destino, la Tierra estornuda por la boca del volcán Cabulco, en los confines sureños de Chile, emanando una tormenta de efluvios eléctricos. El subyugante hálito, un remolino de rayos rosas, azules y rojos, lo captó en un 'clic' Francisco Negroni.

En la isla indonesia de Borneo, Sina Falker recogía otra ficha del puzzle planetario, el delicado trasiego de mujeres agricultoras despachando sus verduras frescas en un mercado flotante. Frente al sosiego de las vendedoras acuáticas, el frenesí competitivo de los atletas de una prueba de triatlón disputada en la ciudad alemana de Düsseldorf, durante la prueba de natación. En la instantánea también cenital realizada por Klaus Lenzen, los bañistas parecen agonizar en una charca de cemento.