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Las últimas víctimas del cambio climático en España

Las últimas víctimas del cambio climático en España

Sierra de Baza. Hallan 84 ciervos muertos en el paraje granadino por una bacteria que se activa cuando caen las defensas de los animales a consecuencia del tiempo extremo de este año

Domingo, 15 de mayo 2022, 00:24

Atardecía en Granada el sábado 26 de marzo cuando sonó el teléfono de Almudena Cano, la directora del Parque Natural de la Sierra de Baza. El asunto no podía esperar. «Hemos encontrado cinco ciervos muertos», le informaba Francisco Rodríguez, encargado de coordinar a los diez agentes forestales de este espacio protegido que abarca una superficie de casi 54.000 hectáreas al Este de la provincia granadina. Las luces de emergencia se encendieron nada más colgar.

Descartado desde el primer momento que detrás de lo sucedido estuvieran los cazadores, todas las causas estaban encima de la mesa. Desde el envenenamiento hasta el brote de alguna enfermedad infecciosa como la temida Lengua Azul. Los protocolos se activaron. El primer paso fue el envío de dos cuerpos completos hasta el Centro de Análisis y Diagnóstico (CAD) de Málaga. El segundo, que los técnicos peinaran el Parque para comprobar si había más ejemplares fallecidos, un tarea complicada porque el territorio había recibido una gran nevada. Finalmente hallaron 84, con menor incidencia en la franja sur-suroeste. «Resulta imposible aportar una cifra exacta porque no podemos llegar hasta todos los rincones», asegura Almudena Cano.

Los análisis preliminares del CAD iban despejando las incógnitas poco a poco. No era brucelosis, tampoco la paratuberculosis ni la fiebre catarral ovina. Fue el pasado 6 de mayo cuando trascendió el dictamen definitivo. La mortandad masiva, fechada en la segunda quincena de marzo, se produjo por una congestión pulmonar severa causada por la Mannheimia haemolytica, una bacteria que reside en el tracto respiratorio de los ungulados y que se manifiesta de forma letal cuando estos sufren una bajada de defensas.

Miembros de la Asociación Proyecto Sierra de Baza observan los restos de uno de los ejemplares muertos en la segundaquincena de marzo. JORGE PASTOR

Y aquí, en este punto, es cuando sí aparece la mano del hombre y su desprecio hacia la naturaleza. «Los cambios meteorológicos bruscos en la zona, con episodios de fuertes lluvias, en los que llegaron a registrarse hasta 400 litros por metro cuadrado entre el 21 y el 25 de marzo, tras una persistente sequía de cuatro años, sumados a una drástica caída de las temperaturas habrían generado una situación de estrés que desencadenó esta patología», explica Cano. Unas condiciones alejadas de los patrones ambientales del Parque y que señalan directamente a la acción devastadora del cambio climático, según el consenso de los expertos.

Una situación excepcional, señala el delegado de Medio Ambiente, Manuel Francisco García. «En Granada no hay ningún precedente y en Andalucía tan solo uno, en 2007, en Cádiz, donde se contabilizó el óbito de cuatrocientos ciervos», señala el representante de la Junta, quien recalca que desde el primer momento se han respetado de forma escrupulosa todos los procedimientos y ha habido transparencia. El 30 de marzo, cuatro días después de que saltara la alerta, ya se informó de lo acaecido a los miembros de la junta rectora del Parque Natural Sierra de Baza.

La puesta en marcha del Protocolo, que atañe a dos consejerías de la Junta, la de Agricultura, Pesca, Ganadería y Desarrollo Sostenible por una parte y la de Salud por la otra, se enmarca en el Programa de Vigilancia Epidemiológica de la Fauna Silvestre en Andalucía. El objetivo es detectar la aparición de enfermedades para determinar su prevalencia y establecer las medidas de intervención más adecuadas, ya sean de prevención, lucha y control.

Proyecto Sierra de Baza

Los hechos tampoco pasaron desapercibidos para la Asociación Proyecto Sierra Baza, un colectivo muy activo que tiene por objeto el conocimiento, la preservación y divulgación de las singularidades de un área montañosa, declarada Parque Natural en 1989. Un ecosistema con una diversidad excepcional con pinares autóctonos, encinares y arces, con más de cien especies de aves -algunas de ellas reintroducidas con éxito como el quebrantahuesos-, mamíferos como la gineta o el zorro y una variada fauna cinegética.

Más allá de la labor oficial de rastreo realizada por la Junta de Andalucía, esta Asociación ha localizado más de cincuenta ciervos sin vida, aunque según estima uno de sus miembros, Agustín Orduña, «esta cantidad se podría multiplicar perfectamente por dos o por tres». Nos iríamos, en consecuencia, por encima de los doscientos. «Es muy difícil aportar un cálculo cien por cien fidedigno porque hay muchos parajes inaccesibles como barrancos profundos», añade Orduña. «Nosotros hablamos con serranos para entender lo que había pasado y apuntaban en la misma dirección que luego resolvió la Junta, el efecto de las modificaciones que está sufriendo el clima».

Ahora lo que está por dilucidar es hasta qué punto menguará la población de ciervos en el Parque Natural Sierra de Baza cuando se haga el próximo recuento, en julio. «Yo creo que se notará poco», resume Almudena Cano. Es decir, la densidad no bajará mucho del promedio de entre tres y cinco que se registra hoy día por kilómetro cuadrado. Un asunto no menor por varias razones. La primera es más conservacionista y se relaciona con el mantenimiento de la cadena alimenticia. De hecho, el Parque ha tomado la decisión de no retirar los cadáveres para que las rapaces se puedan comer la carroña. Y la segunda tiene más que ver con el poderoso caballero.

Y es que la caza deja mucho dinero en la comarca de Baza -solo en el Parque hay treinta y ocho cotos autorizados-. Un aficionado se gasta un promedio de mil euros en Andalucía a lo largo de una temporada. Un dinero que genera puestos de trabajo para guardeses, rehaleros, redactores de planes técnicos... y que también crea riqueza en sectores esenciales para la economía de Baza como el de la hostelería y la restauración. Son muchos los escopetas que visitan todos los años estos pagos para cobrarse piezas de gran valor -en Baza hay caza mayor y caza menor-.

Un gran museo de la minería

A los atractivos del Parque por la variedad de su flora y su fauna, hay que sumar la minería, una de las actividades más presentes y arraigadas a lo largo de la historia de la ocupación humana en la zona. Ya en la prehistoria es probable que se explotaran filones de hierro. Posteriormente, el plomo y el oro atrajeron a los invasores romanos. Fue a mediados del XIX cuando se produjo una verdadera eclosión de explotaciones con infraestructuras que hoy día se pueden visitar tras ser recuperadas.

Todas las dudas se resolverán cuando se realice el próximo censo, dentro de dos meses. Los especialistas completarán entonces las tres rutas trazadas por el Parque para contar -norte, oriental y occidental-. Seis personas, perfectas conocedoras de lugar, recorrerán en parejas, a pie o en vehículo, estos itinerarios lineales para otear y sumar. Lo harán a partir de la observación directa, aunque también se sirven de herramientas como prismáticos. «Los mismos compañeros siempre van por los mismos caminos, por lo que tienen una amplísima experiencia en detectarlos», refiere Almudena Cano. En ese momento se sabrá si sigue habiendo entre tres y cinco ciervos por kilómetro cuadrado o si la ratio ha descendido por la pasteurella.

El macizo de la Sierra de Baza se alza como una isla montañosa en el extremo de las Hoyas de Guadix y Baza. Los picos más altos son Calar de Santa Bárbara (2.269 metros sobre el nivel del mar), Calar de Rapa (2.228 metros), Calar de San Sebastián (2.159 metros) y Picón de Gor (2.157 metros). Abarca una extensión de 53.649 hectáreas que incluye los términos municipales de Baza, Caniles, Dólar, Gor y Valle del Zalabí.

La Sierra de Baza tiene un régimen pluviométrico superior a las depresiones que le rodean -también hace más frío-, por lo que se convirtió en el refugio de algunas especie de flora tras la última glaciación. Esto aporta atractivos paisajes y hábitats de gran interés ecológico. El Parque cuenta con un centro de interpretación situado a unos cinco kilómetros de la Autovía A-92. Abre viernes, sábados y domingos. La exposición se encuentra en la planta primera del edificio distribuida en dos salas. La primera ofrece un recorrido sobre los valores naturales del Parque y la segunda muestra la huella que ha dejado el ser humano a través de la arquitectura, usos y aprovechamientos.

Laguna generada en el paraje de Prado del Rey tras descongelarse la última nevada. JORGE PASTOR

Dinero para terminar con los males que afectan al Parque

Manuel Gavilán, alcalde de Baza, considera que una vez pasado el episodio de la mortandad de ciervos, toca intentar recuperar la población de estos ungulados y que su censo sea el que puedan acoger las casi 54.000 hectáreas de este espacio natural. Gavilán dice que por fortuna lo sucedido ya ha sido aclarado y ha desaparecido la alarma creada, pese a que los resultados de los análisis que certificaran lo que había sucedido han tardado en llegar.

Por suerte, según Gavilán, no se ha tratado de una enfermedad contagiosa que pudiera haber afectado a otras especies, algo que se descartó casi desde el principio. «Ahora -agrega Gavilán- toca que la administración invierta el dinero necesario para terminar con los males que afectan al Parque Natural de la Sierra de Baza, como la plaga de muérdago y la procesionaria, y se pongan en marcha las infraestructuras que ya tiene pero que están cerradas, así como mejorar la extensa red de caminos y proyectos de mejora y promoción de este espacio protegido».

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