El Papa Francisco conversa con el periodista Javier Martínez-Brocal. Cristian Gennari / EFE

«Al Papa le inquieta que la fe acabe ligada a una opción política»

El corresponsal de ABC en el Vaticano, Javier Martínez-Brocal, publica un libro-entrevista con el Papa Francisco sobre la relación entre este y Benedicto

Domingo, 21 de abril 2024, 00:18

La oposición acerba que está encontrando el Papa Francisco en su pontificado es muy improbable que se traduzca en una escisión. Esa es al menos la impresión que alberga el vaticanista español Javier Martínez-Brocal (Granada, 1978), corresponsal de ABC en la Santa Sede y ... autor de 'El sucesor' (Planeta), un libro en el que desmenuza la convivencia de los dos pontífices después de que el Papa alemán dejara la sede vacante. Martínez-Brocal aduce que de acontecer el cisma, una hipótesis dudosa, es más factible que provenga del sector conservador, más belicoso ahora mismo que la facción liberal.

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Martínez-Brocal, que ha dialogado a lo largo de más cuatro horas con el Papa argentino, asegura que Benedicto XVI pecó de cierta mansedumbre que le llevó a asumir sin demasiada discusión las sugerencias de sus colaboradores más cercanos. Ello derivó en una merma de la libertad de movimientos del pontífice, que Bergoglio ha tratado de recuperar. La tesis del periodista es que Ratzinger no se inmiscuyó en la gestión de Bergoglio, pero sí su círculo de confianza. «Francisco confiesa que se lo hicieron pasar mal al ponerle palos en las ruedas», subraya el informador. 

–Muchas veces Benedicto XVI y Francisco han sido presentado como papas antagónicos. ¿Está de acuerdo con esa idea?

–Son dos papas con prioridades y visiones de la Iglesia diferentes, pero Francisco no considera que fueran opuestos ni mucho menos enemigos. Bergoglio aboga por superar la polarización en la Iglesia y entiende que hay distintos modos de ser pontífice. Ambos tenían una relación leal y hablaban con cierta frecuencia. Francisco reconoce, eso sí, que hubo decisiones que probablemente no gustaron al Papa emérito.

–¿Y en qué contexto son elegidos uno y otro?

–Benedicto y Francisco son elegidos en momentos históricos muy distintos. Después de la muerte de Juan Pablo II, los cardenales piden a Benedicto que sedimente la doctrina de los 27 años de pontificado de Karol Wojtyla. Cuando eligen a Francisco, los purpurados le demandan que recupere la libertad de movimientos y la iniciativa del Papa. Después de un periodo en el que Benedicto parecía volcado en la curia, Francisco pone su empeño en su reforma.

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«Benedicto y Francisco tienen visiones de la Iglesia diferentes, pero no son opuestos ni enemigos»

 

 

–¿En qué discrepaban entonces?

–Para Benedicto lo importante es la doctrina, la claridad de las ideas, la liturgia, el respeto de las formas. Francisco, en cambio, persigue la credibilidad de los católicos y que la gente se sienta acogida y comprendida por la Iglesia. No son visiones contrapuestas, sino complementarias.

–¿Francisco fue elegido como reacción a Benedicto XVI? ¿Se trató de un movimiento pendular?

–No creo que fuera elegido como contraposición a Ratzinger, sino como contraposición a la situación que se había creado en el Vaticano, en la que el Papa estaba hiperprotegido y tenía poca capacidad de movimiento. El hecho de que, en 2013, el colegio cardenalicio no tuviera que elegir a un Papa estando de luto por la muerte del anterior, dio la oportunidad al cónclave de pensar con serenidad y en meditar qué cosas había que corregir.

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–¿Escuchó Francisco la opinión de Benedicto XVI?

–Al principio se veían con asiduidad, en Navidad, Semana Santa, o simplemente hablaban por teléfono. Pero es un error considerar que Benedicto fuera de alguna manera el garante del pontificado de Francisco. Cuando Ratzinger renuncia no quiere ser consultado, quiere que le llamen «padre Benedicto», pues entiende que ahora es un sacerdote más.

–¿Ejerció Benedicto XVI una oposición callada a Francisco?

–No, no. El Papa me contó que el 28 de febrero de 2013, el mismo día de su renuncia, Ratzinger se reunió con todos los cardenales y les dijo que entre ellos estaba su sucesor. A continuación prometió su total obediencia y lealtad al futuro papa y Francisco asegura que lo cumplió hasta el final. Benedicto no se dejó envolver en maniobras ni aceptó presiones de quieres querían que se opusiera a Francisco. Una vez echó de su casa a alguien que habló mal de Bergoglio.

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–Pero personas de su entorno sí que ejercieron esa oposición, como su secretario personal, Georg Gänswein.

–Sí, hay un círculo cercano a Benedicto que observa con preocupación que las prioridades del nuevo Papa difieran de las de su antecesor, que Francisco no dé continuidad a la línea de Ratzinger, lo cual interpreta como algo hostil. Francisco confiesa que se lo hicieron pasar mal al ponerle palos en las ruedas.

–¿Y por qué ahora le va a rehabilitar nombrándole nuncio?

–El mensaje es que la pausa no ha sido una venganza personal, sino el resultado de una situación anómala, pues tras sus críticas a Francisco no se le podía dar un cargo de confianza. Nombrarle nuncio es un gesto, un reconocimiento por cómo cuidó de Benedicto. Además, Gänswein tiene una gran experiencia en la gestión internacional.

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El vaticanista Javier Martínez-Brocal, en la plaza de San Pedro. Daniel Cáceres / EFE

–¿Fue Gänswein confidente de Benedicto?

–Era su albacea, su principal colaborador, pero no su confidente. Se hablaban de usted y Benedicto no se confiaba a él. De hecho, le comunicó su renuncia dos meses más tarde de que se lo dijera a Bertone, su secretario de Estado, o a su hermano Georg. No le pide consejos, se limita comunicarle sus decisiones. No les unía una relación paterno-filial. En todo caso, el secretario personal era un miembro más de ese círculo cercano a Benedicto que plantea resistencia a Francisco, pero Gänswein no era no el más fuerte ni el más duro.

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–El hecho de que Gänswein publicara un libro crítico con Francisco el mismo día del funeral del Papa emérito es cuando menos poco elegante.

–Es como si se publican las cartas del Rey emérito a Felipe VI. Lo grave es que esas misivas violan la confianza que había puesto en él Benedicto XVI, y además Gänswein revela conversaciones privadas de Benedicto que no se correspondían con su actuación pública. Son comentarios que quizás se hicieran en el desayuno o el almuerzo, pero que resultan incongruentes con los que transmitía en su vida diaria. Estuvo feo manchar así la imagen de Benedicto.

–¿Tiene el Papa Francisco al enemigo dentro?

–A ver, la oposición a los papas siempre ha existido. Lo que distingue el momento actual es que existen redes sociales y hacen más ruido. Benedicto encontró resistencias en personas nombradas por Juan Pablo II, y lo mismo le pasó a este. Le pregunté a Francisco de qué habló en su primer encuentro como papa con Benedicto y me reveló que le entregó un dossier con todas las corruptelas que había en la curia. Era el 'caso Vatileaks'.

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–¿Le preocupa a Francisco la pujanza de los evangélicos en América Latina?

–No lo sé, le inquieta sobre todo la politización de la religión, que la fe acabe ligada a una opción política. No quiere de ninguna manera que se implique a la Iglesia católica en las guerras culturales.

–¿Puede sufrir la Iglesia católica un cisma?

–No, es muy difícil. El peligro de cisma, de producirse, vendría más de la parte conservadora que de la liberal, dado que la oposición a Francisco es más virulenta por parte del primer sector. Le repetí una pregunta que le hicieron cuando era cardenal: «Usted es liberal o conservador?». Mantiene la misma respuesta: «Conservador no, sino fiel a la Iglesia y abierto al diálogo». No usa como referencia los criterios culturales europeos, y eso a veces nos desconcierta. Europa está dejando de ser la prioridad de la Iglesia católica, que ahora mira más a Asia, África y América Latina.

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–Su libro destaca que los votos cosechados por Francisco cuando fue elegido papa Benedicto XVI fueron usados para desgastar la figura de Ratzinger.

–Fue sorprendente que Francisco levantara de esta manera el secreto de los cónclaves. En 2005 Francisco llegó a tener 40 de los 115 votos en la Capilla Sixtina, que en principio podían ser suficientes para frenar la candidatura del cardenal Joseph Ratzinger. Si los purpurados hubieran seguido votando a Francisco, Ratzinger no habría alcanzado los dos tercios necesarios para ser elegido Papa. La maniobra no consistía en elegir a Bergoglio, sino en bloquear la elección del alemán para aupar a un tercer candidato.

 

«Es probable que el próximo Papa apueste por una nueva evangelización, pero no será una fotocopia de Francisco»

 

 

–A usted le confió que Ratzinger era su candidato en ese cónclave de 2005.

–Ya había dicho en una rueda de prensa en uno de sus viajes que se alegró cuando Ratzinger fue elegido. Yo se lo pregunté ahora explícitamente y me reveló que era su candidato.

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–¿Cree que el Papa dimitirá si se ve impedido para ejercer su misión?

–A día de hoy estoy convencido de que no dimitirá. Sería convertir en una costumbre lo que Benedicto hizo como una excepción. Su máximo interés es salvaguardar la libertad de los papas que vengan después. Presumo, porque no él me lo ha dicho, que si él renunciase, la dimisión se impondría como norma general.

–¿Qué cree que pasará en el próximo conclave?

–Es muy probable que el próximo Papa se fije como prioridad la evangelización. La incógnita estriba en saber cuál será su estilo. Lo único seguro es que el sucesor de Francisco no será una fotocopia de él.

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